Romelu Lukaku y Divock Origi tienen algunas cosas en común. Nombres de maravillosa sonoridad, sin ir más lejos. Que son muy altos, que ambos nacieron en Flandes y que comparten el oficio de nueve en la selección belga, por citar otras. Sin embargo su condición es muy distinta: Mientras el primero es una de las jóvenes promesas más anticipadas del continente el segundo ha pasado razonablemente inadvertido hasta tiempos muy recientes. Mientras Romelu Lukaku ha cargado en sus propias espaldas las mismas expectativas desmesuradas que se atribuían al conjunto belga, Divock Origi ha acudido raudo, inesperado, al rescate de una posición que no encontraba en su ilustre colega a un intérprete demasiado productivo. Mientras uno tenía asegurado el puesto el otro se lo ha arrebatado.
O por lo menos así estaban las cosas hasta octavos, cuando Divock Origi se estrenaba titular contra Estados Unidos y era sustituido en la segunda parte por Romelu Lukaku, a la postre protagonista destacado de los minutos finales que aseguraron el pase a cuartos de los diablos rojos.
El rol de ambos cambió en el duelo de octavos de final.
Divock Origi no estuvo mal en octavos. De hecho jugó bien, como ha venido haciéndolo en todos los minutos de los que ha gozado en el torneo. MóvilDivock Origi ha tenido un gran impacto desde el banquillo y presente en el juego, acudiendo a los costados en el momento oportuno y, sobre todo, llegando al apoyo de espaldas a portería cuando su equipo lo requiere. Del futbolista de Ostende no guardamos en la retina grandes exhibiciones a lo largo de estos partidos, sino un buen trabajo que Eden Hazard y el colectivo agradecen sobremanera. Bélgica tiene problemas para organizar sus ataques y activar de cara a puerta a su estrella, preguntas para las que Romelu Lukaku no ha ofrecido respuestas. El nueve de Amberes engaña un poco: Tan alto, tan fuerte, tan comparado con Didier Drogba, se espera que su juego emule al del astro maliense, auténtico mediocentro del frente de ataque en sus mejores tiempos. Pero a día de hoy Romelu Lukaku no es eso.
Romelu Lukaku y Divock Origi tienen algunas cosas en común, pero divergen en muchas otras. Por pocos días, sin ir más lejos, lucen un signo zodiacal distinto. Mientras el segundo es Aries, tan presto a dar la mano a quién haga falta con gesto amable y decidido, el primero es Tauro, tan firme y claro en sus convicciones que nada lo aparta de su elección. Dejó escrito Linda Goodman, verdadera autoridad en la materia, que los movimientos del carnero “son por lo común rápidos y fáciles, armonizados con un proceso mental”, mientras que por el contrario el toro, “una vez tomada su posición, se cruzará tranquilamente de brazos y se sentará sobre los talones”. Y algo de eso hay en el juego de las dos variantes que maneja Marc Wilmots para encabezar el ataque contra Argentina.
¿Individualidad o colectividad? Wilmots decidirá.
La prioridad de Divock Origi viene siendo apoyar el entramado colectivo y la de Romelu Lukaku algo tan concreto como la orientación. Porque más que un hombre de espacios, como los que le ofreció Estados Unidos en octavos, el joven prodigio belga tiene más cara que espalda: Pesará en posicional si, como en Liverpool, se le pide cargar el área, y lo hará corriendo en transición siempre que surja la ocasión, pero sus acciones raramente se alejarán de la progresión hacia el marco rival. Siempre con la portería en frente y el peligro en las botas. Sin vaciarse en un juego de espaldas que ni siente ni domina. Sin ofrecer demasiado a un equipo al que le cuesta habilitarle en el remate.
Romelu Lukaku llega reforzado al encuentro y su embestida intimida la frágil transición defensiva albiceleste, pero Divock Origi ofrece mayores garantías al funcionamiento de un equipo que ha ganado más que jugado. ¿Toro o carnero? Tan inmersa en sus propias dudas, Argentina no pone fácil la elección.
@Andre_SPORTS 5 julio, 2014
Lukaku siempre fue comparado con Drogba y hasta el día de hoy, no ha demostrado aptitudes suficientes como para merecer tal comparativa. Luce frágil en el combate cuerpo a cuerpo, estático y en algunas ocasiones muy rígido en el ataque posicional y aporta poco en apoyos. Por otra parte, Origi tiene movimientos sin pelota muy acertados, sabe fijar centrales y retener de espaldas a portería. Mientras uno se queda estancado por una comparativa sin fundamentos válidos más allá del parecido físico, el otro contruye un camino con base a sus aptitudes