Deschamps intuyó que la diferencia de nivel a su favor pesaría más que el carácter colectivo de los nigerianos y maquetó el encuentro partiendo de la base de que Francia tendría la pelota. Por eso tomó la discutida decisión de alinear a Giroud y abrir a Benzema a banda izquierda, una medida que en esas circunstancias, en opinión de varios, adquiere valor. El que sí o también deja de tener si el ataque bleu pasa a ser una suma de transiciones rápidas, que fue la consecuencia de que Obi Mikel y Onazi, con ayuda de Odemwingie, se hiciesen con la posesión del esférico. Deschamps perdió una hora.
El doble pivote negro pasadorObi Mikel y Onazi confirmaron en la cita más decisiva lo que han venido apuntando a lo largo del Mundial entero: constituyen el primer doble pivote negro que se siente más cómodo con el balón que sin él. Técnicamente son gráciles y poseen claridad para encontrar vías de salida desahogadas. La posesión, que suele ser un marrón para quien la toma, no implicó un problema en sus pies o los de Odemwingie, ese «10» que parece más egipcio o marroquí que nigeriano. Y como leían bien el juego (sin velocidad TOP pero con nitidez aceptable), se percataron de que uno de sus afines estaba siempre libre, Ambrose, lateral derecho, a quien Benzema nunca seguía. Le encontraban fácil y ganaban metros. Los de Keshi estaban jugando estupendamente. Era su gran día en Brasil.
Giroud como delantero fue un tapón para las contras francesas.
Dicho lo cual, la falta de velocidad asociativa contra Matuidi y Pogba se traduce en una serie de imprecisiones que suelen convertirse en el origen de las contras más mortales. Con Matuidi, cómo no, al 100% y con Pogba más enchufado y acertado que en la fase de grupos, solo las mejores pueden esquivar las transiciones bleus si apuestan por mover el balón, y Nigeria a las mejores no pertenece. Para su fortuna, Giroud le proporcionó tres segundos de tiempo de reacción extra que escondieron los defectos de Onazi y Obi Mikel (pasividad defensiva, despistes y baja capacidad de recuperación). Entre que su posición taponaba las subidas de Blaise y Paul y que sus toques ralentizaban cada estampida, su ayuda al sistema defensivo africano resultó inestimable. Sobre todo si valoramos que desplazó al costado a un delantero que, en ese contexto, desde su puesto, liquida a cualquiera.
Griezmann resituó a Benzema y, así, todos fueron potenciados.
Karim ya no es el niño del Lyon o la figura indefinida de sus primeros años como blanco, sino el «9» titular del campeón de Europa, y para conseguirlo ha delimitado y definido su fútbol de un modo muy claro: aparece menos y mejor que antes. Su virtud suprema radica en que en la zona más desagradable del campo, la protegida por los centrales del rival, mantiene la precisión y claridad de un lateral izquierdo cuando sale solo; una auténtica animalada que, seguida de su habilidad para crearle espacios hasta a las estrellas más rutilantes, le convierten en el ariete, a nivel de juego, más imparable del circuito. Sus únicos déficits, la escasa producción goleadora y la carencia de desmarque de ruptura, no son precisamente cubiertos por Giroud cuando ocupa su posición. Tras el Griezmann x Giroud (y la lesión de Onazi), Francia reordenó su dibujo y rompió a jugar. La segunda línea de Deschamps, con Valbuena, Pogba, Matuidi y Griezmann, vio la frontal del área de Enyeama bastante más cerca. Encima, Antoine salió entonado. Solo los paradones del histórico portero africano y la aplicación de Joseph Yobo retrasaron un gol que, tarde o temprano, iba a caer. Y que cayó.
VRubio 1 julio, 2014
La verdad que la salida de Griezmann cambia el partido, pero de forma radical, con Benzema ubicado en su posición se multiplicó la producción de ocasiones. Comentaba Axel en la retransmisión que Mikel con Nigeria parecía mejor que en el Chelsea, yo creo que esto es debido a la lentitud del juego en citas mundialistas. Y no había observado ayer que esto pudiera estar potenciado por Giroud, y me parece muy interesante este apunte.