En lo que llevamos de campeonato, la selección holandesa se ha mostrado como un equipo muy maleable. Su adecuada adaptación a dos estilos muy diferentes la hace capaz de pasar de ser un equipo reactivo a, en un determinado momento del encuentro y de un plumazo, jugar un fútbol absolutamente propositivo y agresivo. Dicha flexibilidad nace en la mente del entrenador que probablemente mejor está manejando la dirección de campo en el torneo, Louis Van Gaal, quien controla metódicamente las ‘dos fases’ del partido para que sean sus jugadores los que lo trasladen al césped en dos esquemas de juego distintos. Holanda tiene cara ‘A’ y cara ‘B’.
Holanda ha utilizado dos estilos por ahora: el repliegue y el 4-3-3
La cara ‘A’, la reactividad, suele protagonizar las primeras partes del equipo tulipán y busca adaptar su mediocampo al del rival. Así, frente a Chile y México, que formaron 5-3-2, Van Gaal tira de repliegue Holanda respondió con el mismo dibujo pero invirtiendo el mediocampo (un 2+1 que placara el 1+2 del adversario), repliegue medio y marcas individuales de Sneijder al mediocentro rival y de sus dos mediocentros a los interiores rivales. De este modo, la selección holandesa consigue romper todo tipo de mecanismo colectivo en salida de balón y reduce, con bastante efectividad, la profundidad del equipo que enfrenta a acciones individuales. Las ventajas aisladas suelen correr a cargo de un delantero móvil que, con apoyos largos, baja a romper esa igualdad numérica en mediocampo con la que Holanda es capaz de quemar minutos sin que pase nada. Lo vimos con Vargas, más con Peralta.
La gran renuncia de Holanda en su ‘esquema de marcas individuales’ es disfrutar de fases ofensivas de calidad. Incluso una teórica transición ofensiva veloz comandada por Robben siempre la están ejecutando en inferioridad y depende del apoyo de espaldas del delantero centro. El sistema no está estirando al rival, que se mantiene bastante junto en el repliegue y los espacios quedan lo suficientemente comprimidos como para que el contragolpe no sea efectivo.
Todos sus atacantes están más cómodos cuando forma en 4-3-3
La cara ‘B’, la agresividad, aparece cuando Van Gaal decide que es el momento de ganar el partido. Suele ser la decisión del minuto 70: el tránsito a 4-3-3, el dibujo de Depay y, Robben genera más jugando en sector diestro sobre todo, el de Arjen Robben. Su principal baluarte es que todos sus atacantes se naturalizan y se sienten más cómodos en este estilo. Sneijder se puede apoyar en los perfiles y está más relacionado con el balón, Depay es un extremo de recorrido que tiene la versatilidad suficiente como para tirar el apoyo y buscar el desborde en la pared, como para ser una referencia en el desmarque a la espalda de la defensa… Y ocurre, por encima de todas las cosas, que Robben está más capacitado que en ningún otro momento del encuentro para, partiendo desde la banda derecha, tirar su diagonal favorita. Está más cerca que nunca de hacer su jugada de siempre.
Es obvio, por otro lado, que así Holanda pierde empaque. El 4-3-3 casi le hubiese obligado en sus pasadas citas a ser el equipo que tuviera la posesión, y teniendo en cuenta sus problemas en salida (su doble pivote es muy rígido y sólo Blind tiene técnica para asentar al equipo arriba mediante un desplazamiento largo) y que Vlaar y De Vrij no están ofreciendo la suficiente fiabilidad en la corrección, Van Gaal está apostando por proteger a todos ellos. En su apuesta inicial, la solidez suele ganarle a la posibilidad de tener a un Robben enchufado desde el primer minuto. Y es posible que así se mantenga pues, por ahora, el equilibrio entre ambas propuestas está dando sus frutos.
Pablo 3 julio, 2014
Qué laburo se ha mandado Van Gaal con esta selección porque, a priori, antes del mundial, no entraba en los planes de casi nadie. El impacto del triunfo frente a España fue brutal. Y además tiene un plus: se ha sabido recuperar a resultados adversos.
Cuando Van Gaal se retire sus afamadas libretas van a ser más codiciadas que los archivos clasificados de CIA 😀