El mundo ha cambiado desde entonces pero Mesopotamia sigue atenta a las proezas de sus héroes. A falta de corazas de bronce buenas son mangas cortas de diseño, tacos duros por sandalias y una pizarra con las enseñanzas de un maestro canoso. Sobre todo la pizarra, en el caso iraní. Y esos conos coloridos. Y tantas horas de trabajo sobre un césped sin rival. Las que enseñan a escorarse al nueve para iniciar la cabalgata. Las que juntan las líneas ante el envite del rival. Las que ofrecen al viejo mediocentro el contexto para pesar contra rivales más rápidos, más grandes y más fuertes pero no tan temibles. Porque ningún adversario es lo bastante terrible para amedrentar una voluntad decidida y el buen manejo de las aptitudes que todo futbolista tiene en sus botas dominar.
De Humbaba se decía que era un gigante de rugido atronador, dientes de dragón, rostro felino, grandes zarpas y frondosa melena. Un monstruo cuanto menos pintoresco cuya tarea en esta vida era guardar un bosque de cedros sagrados en el hogar de los antiguos dioses de Mesopotamia. Torres más altas han caído. Acompañado por su fiel camarada Enkidu, un chico algo asalvajado, el gran rey Gilgamesh dio el pasaporte al monstruoso gigante con el objetivo de demostrar a los hijos de Uruk, su fastuoso reino, que ningún enemigo es lo bastante terrible para amedrentar una voluntad decidida y el buen manejo de las aptitudes que todo ser humano tiene en sus manos dominar. Eran otros tiempos, cuando a falta de letra la sangre era un caldo de aprendizaje y los bosques albergaban terribles demonios melenudos.
2 comentarios
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Realmente Iran no forma parte de Mesopotamia, pero bueno, interesante alusión a los grandes Gilga y Enkidu.
Y oye, como se ve el futuro de la seleccion irani? Una buena generacion y de vuelta a las sombras a esperar o hay talentos interesantes? Los hijos de emigrantes con el tiempo van a ser asimilados por sus paises de acogida
Abel Rojas 17 junio, 2014
Reza "Gucci".