En 90 minutos, Argentina resumió con precisión quirúrgica sus últimos tres años. El ciclo Sabella se condensó entero en un solo partido, el disputado ayer ante Bosnia. Pachorra siempre ha adorado el sistema 5-3-2 porque lo conoce y piensa –con acierto a tenor de la trayectoria de la Selección– que así su equipo defiende mejor. Que la portería está mejor protegida. Por ese motivo, anoche Argentina saltó a Maracaná con cinco defensas en lugar de cuatro y los habituales tres delanteros. Ese, el 4-3-1-2, es el sistema de Messi, el que consiguió que Leo rompiese con Argentina después de lustros de búsqueda. Y es también el dibujo que permitió a la albiceleste marcar, ganar y generar ocasiones en la segunda mitad. El debate táctico copará la actualidad argentina los próximos días.
Argentina ofreció una imagen bastante compleja de analizar aunque ajustada a su pasado reciente
El encuentro podemos decir que arrancó 1-0 porque a los tres minutos, Kolasinac se hizo un autogol de esos que duele verlos entrar. Bosnia debutaba en una Copa del Mundo abrazando el infortunio y cualquier cosa podía pasar. Pero lo que pasó realmente es que… no pasó casi nada.
Con marcador a favor, Argentina renunció al riesgo. Lo hizo de manera incluso incómoda para la vista. Para los sudamericanos, el citado 5-3-2 tiene un problema, y es la falta de profundidad. Argentina sufre lo indecible para avanzar. Su salida desde atrás fue el reflejo de todo: lenta, temerosa, casi insostenible. Campagnaro y Garay, los centrales que juegan por fuera (Fede libero) no trasladan jamás la pelota con sentido y eso hace que los carrileros, Zabaleta Argentina, reflejada en Messi, no produjo nada con el sistema 5-3-2y Rojo, nunca queden liberados por la conducción de un compañero. Pese a todo, el lateral del City intentó ayudar a su equipo, subiendo bastante y juntándose en la derecha con Maxi Rodríguez y Messi. Este fue el único mini-mecanismo exhibido por los argentinos en 45 minutos: Zabaleta avanzaba, Messi bajaba a posición de interior derecho y Maxi, el interior derecho real, tiraba la diagonal o lo que surgiese. Todo tan previsible que Besic y Pjanic (doble pivote bosnio) terminaron convertidos en especialistas del robo. No exageramos si decimos que Argentina no propuso más. En todo momento mantuvo un mínimo de siete hombres por detrás de la pelota y jugó con voluntad de que no pasase nada. La esperanza (o ni eso, porque no se creía en finalizar las jugadas) era Messi; entregarse al slalom de un Leo al que no se le facilitaban referencias por delante para asociarse. Bajo este escenario, La Pulga caminaba hacia el record mundial de pérdidas de balón. Agüero y Di María, también desasistidos.
La primera parte de Messi y los suyos amenazó con traer de vuelta el pesimismo al pueblo argentino
Descartada la jugada argentina, tocaba mirar a Bosnia. En realidad, los hombres de Safet Susic tuvieron ese tipo de posesión de la que uno no se termina de sentir orgulloso. Kolasinac (lateral) trató de explotar el costado zurdo, El 5-3-2 sí que le aportó solidez a Argentina en el área de Romeroes decir, el que (no) defiende Messi junto a Lulic, pero los de Sabella respondieron con buenos y coordinados esfuerzos defensivos. Es la parte positiva y poco reconocida del 5-3-2. A base de trabajarlo desde 2011, los centrales han aprendido a manejarse y saben abrirse a banda para impedir superioridades del contrario sin desproteger el área. Más allá de un buen pase de Misimovic, a Romero casi no se le vio actuar. Lo que molestaba al hincha argentino era que la pantalla de su televisor solo enfocaba su lado del campo. La bicampeona mundial replegaba líneas sin pudor, dejando que Pjanic la tocase alegremente. Y como con Messi y un solo 9, Argentina pierde elementos para el contragolpe, se puede decir que Bosnia medio dominó el primer acto. En la mente de Sabella, Argentina había defendido bien, pero el peaje psicológico estaba siendo enorme. Sobrevolaba el pesimismo y los fantasmas alrededor de todo, especialmente del número 10, que algo diría al llegar al vestuario.
Tras el descanso, Fernando Gago, Gonzalo Higuaín y el 4-3-1-2 trajeron de vuelta a Brasil a Leo Messi
Entonces entraron Gago e Higuaín y Messi fue feliz. Argentina retornaba al 4-3-1-2, a los cuatro fantásticos y al modelo que entre 2011 y 2013 le dio sus principales victorias. ¿Por qué este sistema, que Leo pide sin tapujos, le viene mejor al genio de Rosario? La respuesta es sencilla: por un lado, la presencia de Gago supone ganar un pasador por detrás suya. Bueno o malo, Gago es eso; un interior de posesión, un tipo que filtra balones a los que juegan arriba. Por otro lado, Messi apenas modifica sus zonas de recepción (interior derecho) pero al levantar la cabeza encuentra por delante a dos hombres en vez de a uno. La pared siempre aparece. En lo táctico hubo cambio (Argentina jugaba a diferentes alturas y los pivotes bosnios tenían que atender a Gago) pero lo psicológico no quedaba atrás. Messi aumentó de manera notable el volumen de participación y comenzó a desnudar poco a poco a Besic, que ya le veía llegar en vuelo. El gol del astro aglutinó toda la esencia de la velada. Un gol –golazo– cantado con rabia impropia del autor y que es ya uno de los tantos con más intrahistoria de los últimos Mundiales. De la depresión, el pueblo argentino pasó a la euforia. A soñar con cosas que por fútbol están muy lejos de corresponderle en estos momentos.
Porque tras la locura y el frenesí, llegó el correcalles. Escapando a sus voluntades, Argentina y Bosnia cerraron el choque con una sucesión poco competitiva de oportunidades. Malo fue ver que Agüero y –especialmente– Di María, las grandes figuras, no pudieron interpretar el choque y cayeron en un desacierto a corregir en futuros envites. Higuaín, que tácticamente sí aportó profundidad y estuvo en la elaboración del 2-0, se mostró horrible en cada gesto técnico con la pelota. Sin quererlo, Argentina partió a su equipo en un 6+4 casi jerárquico. Los buenos arriba y los no tan buenos abajo, una licencia impropia de estos tiempos. Bosnia hizo el 2-1 pero no tuvo para más y Argentina ganó. Ganó tres puntos, ganó tiempo y ganó a Leo Messi, que por fin tiene el gol que andaba ocho años buscando. Por ahora, es todo lo que tiene un Sabella que verá como su amado dibujo 5-3-2 es vilipendiado con más fuerza que nunca.
Ricardo 16 junio, 2014
Vayamos por partes que es un partido interesante de analizar en la cita mundialista de Argentina y Bosnia.
1) No me gustó nada el 5-3-2, como a todos. En la ofensiva se mostró nula, consecuencia directamente que nadie sacará la bola del mediocampo y Messi tuvo que bajar más por reacción que por plan de acción a ser el enlance, y nunca lo hizo bien por su errores, aunque se mostrara muy participativo en ello. Defensivamente David León dice que defendieron bien, para mi, el 5-3-2 fue sencillamente ocupar espacios. Poca presión al jugador, menos intensidad, era sencillamente bloquear receptores que funcionó muy poco o se vió muy poco de ese empaque defensivo de manera llamativo pues con pases al espacio Bosnia parecía conectar. Creo que fue más que todo por la calidad de los jugaores bosnio en los cuales éstas jugadas no fueron ni tan numerosas como se esperaba ni conectaron bien las veces en las ocas veces que lograban hacer el pase. En resúmen de este punto, creo que el dominio Bosnio en esta parte no se completó porque Bosnia quería pero no se lo terminó creyendo, Argentina nunca hiló un contragolpe ni opción clara de gol en 45'.
2) Sabella. Supo ver que todo fallaba y cambió al 4-3-3 o al 4-3-1-2. Y curiosamente, hasta el 2-0 todo parecía funcionar, todas las piezas encajaban, incluso la sólidez colectiva que no se vió con un planteamiento previo que tenía ese fin había logrado. Irónocamente descompensar al equipo le dió -brevemente eso si- un entendimiento y empaque colectivo que no se logró jamás con el 5-3-2 y yo solo puedo concluir que este equipo se crea de arriba hacia abajo y no al réves, encuentra las facilidades y comodidades en esa circuntancia y le gusta el intercambios de golpes. Tienen la mejor ofensiva y la defensa, sin ser la mejor, ha resuelto bien las amenazas (incluso la pareja central ha sido mejor con 4 que con 5!). Es algo hasta gracioso. No lo será tanto cuando en vez de Bosnia sea un equipo mejor, que sepa aprovechar tantas ventajas. Al final, el intercambio de golpes solo es bueno en la medida que tus ataques sean contudentes y tu defensa sólida. Lo primero fue lo que le faltó hoy a Argentina. Entonces, Argentina se encuentra cómoda en ese 6+4 dejandolo todo al incréble punch que tiene (El mejor del torneo, sin duda) pero… ¿como hará Sabella para que no se pierda competitividad ante equipos de mayor entidad, que terminará ocurriendo cada vez que se avance en el torneo…? Veremos, veremos, yo no lo veo muy claro… Lo que parece claro es que parece descartado totalmente ese inoperante 5-3-2.