«Estar cinco años sin ganar fue muy duro para mí, pero el orgullo y la alegría con la victoria del Scudetto de hace dos años me ha pagado tanto sufrimiento», reconocía Gianluigi Buffon en referencia a lo sucedido entre 2006 y 2011. Durante ese periodo, el club que había llegado a cuatro finales de Champions League en siete años, dominado con suficiencia la Serie A y sido la base del triunfo de Italia en el Mundial de Alemania, vivió uno de los periodos más oscuros de su historia. Porque el Calciopoli no sólo significó perder dos títulos, la categoría y buena parte de su prestigio, sino que también conllevó una reformulación del club que, a tenor de lo visto, no hizo otra cosa que frenar su recuperación.
Con Luciano Moggi, Antonio Giraudo y Roberto Bettega señalados e imputados, Cobolli Gigli y Jean-Claude Blanc fueron los hombres designados por los Agnelli para comandar el nuevo proyecto. La Juventus pasaría únicamente una temporada en el exilio gracias a la fidelidad de los Buffon, Del Piero, Nedved y compañía, pero las directrices de los nuevos dirigentes no parecían las más adecuadas para reconquistar su hegemónica posición en el Calcio. Continuos cambios de entrenador, fichajes sobrepagados, falta de una personalidad definida, mediocrización de la plantilla, perdida de la identidad italiana… Como decía Moggi en una entrevista concedida a Panenka, la Juve cada vez se parecía más al Inter. No había paciencia, estilo ni futuro. Así que el joven Andrea Agnelli, nieto de Edoardo Agnelli, sobrino de Gianni Agnelli e hijo de Umberto Agnelli, tomó la presidencia de la Vecchia Signora en mayo de 2010 con el beneplácito de John Elkann, su primo y presidente de la FIAT. «La Juventus es muy importante para mi familia y para mí. Hay necesidad de una cercanía constante», declaraba John días después. Con un Agnelli al frente, se iniciaba un nuevo ciclo.
En medio de esta transición, la Juventus estrenaría nuevo estadio. Y mucho más.
El Juventus Stadium es esencial en su futuroAdemás, el ascenso a la presidencia de Andrea se produjo en un momento propicio para la Juve: el ambicioso plan del Juventus Stadium ya estaba más que encaminado, después de que en 2008 el club comprara Delle Alpi y en 2009 lo demoliera como paso previo para la construcción de un nuevo estadio. Su estadio. Un reclamo que, de forma inmediata, tuvo su impacto deportivo (44 victorias, 9 empates y 2 derrotas en Serie A) y que devolvió a buena parte de sus aficionados al campo, pese a que su nuevo hogar fuera considerablemente más pequeño. De los 26.000 y 30.000 espectadores que vieron a la Juventus de Fabio Capello campeonar en 2005 y 2006, se pasó a un casi lleno en las dos primeras temporadas de Antonio Conte con un promedio de 37.000 y 38.000. Y la atmósfera, claro, mejoró mucho. Con la grada pegada al césped, en vez de separada por una gélida pista de atletismo, «el Juventus Stadium es una revolución cultural para el Calcio», como bien explicaba Alessandro Del Piero. Una revolución que, de hecho, no sólo afecta a lo estrictamente futbolístico.
«Ser los dueños de nuestro estadio también nos permite organizar eventos en los días que no hay partido, algo que de otra manera sería impensable», reconocía un Andrea Agnelli orgulloso por «sacar partido de su estadio los siete días de la semana». Un motivo de satisfacción que, sin duda, resulta clave para poder entender la importancia estratégica del Juventus Stadium dentro del proyecto de la «Nuova Juve». Y es que conviene recordar que los clubes italianos no sólo no son propietarios de sus campos, sino que además deben pagar un canon que, sin la posibilidad de obtener beneficios indirectos, cuesta rentabilizar. Es decir, al contrario que en la Premier, la Bundesliga o la Liga, los estadios del Calcio no son un activo económico. Por ello, la idea de unas instalaciones modernas, cómodas, atractivas y, sobre todo, multifuncionales se antoja clave en el devenir deportivo de un club y de su masa social, pero también, sobre todo, de su futuro económico. Con un hotel y un parque residencial proyectados, que se sumarían a su rentable Museo y su zona comercial, la Juventus es hoy más fuerte que cuando vivía en Delle Alpi. «Nosotros esperamos que otros clubes puedan seguir nuestro ejemplo, porque el fútbol italiano necesita mejoras y nuevas infraestructuras para crecer», decía su presidente. La Roma de James Pallotta, por ejemplo, ya está en ello.
El proyecto deportivo fue encomendado a Giuseppe Marotta, quien lo cambió por completo.
Con la fecha de inauguración fijada para septiembre de 2011, la nueva dirección bianconera tenía una temporada de margen para diseñar un equipo a la altura de las circunstancias. Y para lograrlo, en una de sus primeras decisiones, Andrea AgnelliMarotta reconstruyó a la Juventus sin poder hacer grandes fichajes puso al frente de las operaciones al reputado Giuseppe Marotta, que venía de meter a la Sampdoria en la Champions con Pazzini y Cassano como estiletes. Esta experiencia, que le había dado un gran crédito como gestor de recursos, le iba a venir de maravilla. Después de dejarse 25M en Melo, 27M en Diego o 23M en Amauri en cursos anteriores, la Vecchia Signora no tenía el monedero tan lleno como debería. Se debía fichar mucho, a bajo coste y de forma acertada. Exactamente lo que comenzó a hacer «Beppe» Marotta desde el mercado estival 2010/2011. Primero llegaron Barzagli (300.000€), Bonucci (15M), Krasic (15M) y Jorge Martínez (12M) acompañados de muchas cesiones que, un año más tarde, se convertirían en traspaso como Matri (15M), Quagliarella (12M) o Pepe (7M), los cuales se unirían a Vucinic (15M), Lichtsteiner (10M), Elia (9M) o Vidal (12M) en el primer año de Conte. Tras campeonar, la inversión se redujo de los 103M en los dos primeros años a los 40M en los dos siguientes, y en la 2012/2013 se firmó a Isla (9M), Asamoah (18M), Giovinco (11M) o Gabbiadini (11) para, luego, cerrar este verano con Ogbonna (13M) y Tévez (8M). Resumiendo, el patrón parece obvio: mucha clase media, jugadores con potencial para progresar, con experiencia en el Calcio y, a poder ser, con sangre italiana.
Si el análisis del trabajo de Marotta se quedase aquí, se podría hablar de una más que correcta labor de regeneración. Ha tenido sus fallos y sus aciertos, como todo profesional del fútbol, pero ha marcado una política de fichajes coherente con la situación económica de la Juve y, sobre todo, imprescindible para su dominio del Calcio. Sin embargo, hubo más. Mucho más. Porque «Beppe» ha firmado a coste cero a Fernando Llorente, a Paul Pogba y, por supuesto, a Andrea Pirlo. Los dos primeros aglutinan el presente y futuro de la Juve, pero Andrea es una de las personalidades que dan sentido a la Nuova Juve. «El líder silencioso del fútbol italiano», como decía Lippi, iba a prolongar su reinado después de dejar su reino. En «Pienso, luego juego», su autobiografía, reconoce que Roma o Inter preguntaron por él. También que la Juve, a priori, no era su primera opción. Pero Pirlo acabó en Turín. Y por suerte demostró no estar acabado.
La llegada de Antonio Conte supuso el inicio de un ciclo ganador que aún no ha acabado.
Para dirigir a todos estos jugadores, Giuseppe Marotta se trajo primero a Luigi Delneri de su Sampdoria. El experimento no resultó, repitiendo la mediocre séptima plaza de Ciro Ferrara, pero al segundo intento acertó de lleno con Antonio Conte.La primera idea de Conte no era el 3-5-2 que le ha dado tantas victorias El hombre que inaguraría el Juventus Stadium con Andrea Pirlo como director de orquesta; la cuarta figura que define el ciclo juventino. Su impacto fue inmediato, pasando de estar en la Serie B a ser el nombre de moda del fútbol europeo en cuestión de unos meses. Pero, aunque haya quedado como tal, su primera idea no fue el 3-5-2 con el que pasará a los libros de historia bianconeros, sino que comenzó con cuatro defensas. Su evolución táctica fue la siguiente: inició la pretemporada con un 4-2-4 eminentemente ofensivo, cambió durante su primer partido oficial a un 4-3-3 con la entrada de Vidal desde el banquillo y, finalmente, tras alguna prueba y varias alternancias, acabó la temporada dibujando el famoso 3-5-2. Este esquema se asentó por la necesidad de adaptarse ante los homónimos 3-5-2 de Mazarri y Guidolin o el agresivo 4-3-3 de Luis Enrique, pero lo importante es que era totalmente consecuente con la clave innegociable del proyecto: había que proteger a Andrea Pirlo. Con tres defensas a su espalda, dos laterales de largo recorrido y otros dos interiores de mucha movilidad, el regista italiano estaba -casi- tan cómodo como cuando lo acompañaban Seedorf y Gattuso por Europa.
Se podría escribir mucho de la relación Conte-Pirlo, pero nadie lo haría mejor que el propio Andrea: “He tratado con muchos entrenadores en mi carrera, pero Conte es el que más me sorprendió. Da sus discursos con muchas palabras simples para conquistarme tanto a mí como a mis compañeros. Llegamos juntos al plantel de Juventus y se nos presentó el primer día de entrenamientos de pretemporada en el gimnasio. Él ya tenía fuego corriendo por sus venas y se movía como una víbora diciendo: “Este equipo, queridos muchachos, viene de dos séptimos puestos consecutivos. Es una locura. Impacta. Yo no estoy aquí para esto, así que es hora de dejar de ser una mierda”. Si Sacchi era un genio, ¿entonces qué es Conte? Yo esperaba que fuera genial, pero es más que eso. Pensaba en él como un entrenador con mucha garra y carisma, y descubrí que tiene mucho que enseñar a sus colegas en cuanto a táctica y técnica”.
Esta unión ha significado dos Scudetti, y uno tercero que está por llegar. Cierto es que no ha habido una alternativa real (Milan, Nápoles y Roma se han turnado sin lograr acercarse), pero también que la relevancia de esta «Nuova Juve» se mide más allá de los títulos. Y es que su impacto en el Calcio resulta innegable. De la mano de Cesare Prandelli, el cuál propugna una idea de fútbol similar para la que se ha servido de la base bianconera, como siempre que la Azzurra realza el vuelo, la Juventus de Antonio Conte se ha erigido en el símbolo de cambio que está dando el fútbol italiano. No es cuestión de mejor ni peor. Pero está cambiando. El 3-5-2 se ha impuesto como aquí en España lo hizo el 4-2-3-1, la cifra de goles ha aumentado espectacularmente y, sin dejar nunca de lado su orgulloso estilo histórico, cada vez se reconocen más las propuestas ofensivas. Realmente no se puede señalar a Conte como el precursor de esto, pero sí es la figura que ha derribado la puerta de la victoria, que es la verdadera barrera que frena o acelera los cambios.
Quizás, este ejemplo ha calado tanto por mantener como argumento el intenso trabajo táctico inherente a la cultura del Calcio. Le ha cambiado el sentido, de destruir a construir, pero siempre desde la pizarra. De ahí que no haya declaración de jugador, miembro delEl gran trabajo táctico y físico crea un marco perfecto al talento cuerpo técnico o responsable del club que no haga especial hincapié en esto. Resulta tan curioso que hasta un recién llegado como Fernando Llorente, el cuál ha estado dos años a las órdenes del Loco Bielsa, es partícipe: “Tácticamente es una forma de jugar que hay que entrenarla muchísimo. Es un juego más mecanizado, no puedes jugar a tu bola y hacer los movimientos que quieres. Cada movimiento de cada jugador es muy importante para la llegada de un mediocampista o para que la jugada acabe bien. Son muchas jugadas y hay que saber lo que hacer en cada momento”. Un trabajo táctico que, acompañado del físico, en el cual tiene gran relevancia Julio Tous, genera el marco perfecto para que la calidad se potencie. «Los jugadores como Pirlo son difíciles de encontrar, porque tienen una excelente técnica. Dan tranquilidad al equipo con la posesión y se anticipan al juego. Sumar estos talentos a un sistema organizado donde todo el mundo conoce su labor hace que sus cualidades pase a ser aún mejores”, señalaba Conte como clave. Y, claro, a «Pirlo» en Italia sólo lo tiene él.
La asignatura pendiente es la Champions League, pasando antes por la Final de Turín.
Sin embargo, en Europa la cosa cambia. El dominio físico se matiza, la falta de un gran goleador pesa y el ritmo de la competición retira, poco a poco, las capas con las que Conte protegió a Pirlo. La crudeza de la Copa de Europa es exactamente esa: reflejar de forma nítida la realidad. Y en 2014, la realidad es que Pirlo tiene 34 años y que en sus filas no milita un delantero como van Persie, del que se cuenta que estaba apalabrado por Marotta hasta que el Manchester United subió la oferta. Y es que hay cifras, como los 26M que pagó el ManCity por Stevan Jovetić, a las que la Juve no pude llegar. Al menos, de momento.
Antonio Conte lo dijo muy claro en su eliminación de la Champions 2012/2013 ante el Bayern: «Tanto hoy como hace siete días nos encontramos frente a un acorazado que ha demostrado ser uno de los grandes de Europa, y es un buque de guerra que nos ha demostrado que todavía tenemos mucho camino por recorrer. Yo no tenía la menor duda de esto, porque si se cree que las victorias se inventan de hoy para mañana, especialmente en competiciones así, se está a años luz de distancia de la realidad”. Un mensaje de tranquilidad, en el que no paró de insistir durante toda la rueda de prensa: «Durante este tiempo en el que no hemos estado, han crecido impresionantes potencias: me refiero al Real Madrid, al Barcelona, al Bayern, al Manchester United, el City, el París Saint-Germain… equipos que tienen un potencial económico y tiempo para construir sus propios acorazados. En Italia ahora mismo estamos haciendo de la necesidad virtud”. Han pasado doce meses y una eliminación muy dura desde aquello, pero el discurso debe ser muy similar. La «Nuova Juve» ilusiona y ya es un muy buen equipo como demuestran sus éxitos, pero todavía necesita caminar para recuperar su sitio en el Viejo Continente. Su próximo paso: llegar a la final de Turín.
Agredecer enormemente a nuestra amiga @Pinturicchia13 la colaboración, así como el numeroso material documentativo aportado, para realizar este reportaje sobre la Juventus.
Pablo 1 mayo, 2014
Muy bueno. Habrá que ver si Tévez la temporada que viene se despierta en Champions. Y también hay que tener en cuenta que Pirlo sigue sumando años….
Da la sensación de que a la Juve en particular y al fútbol italiano en general, todavía le falta bastante recorrido para volver a ser. Es impresionante como en pocos años perdió tanto terreno.