La resaca de la semana europea dejó secuelas visibles en el domingo liguero. El Madrid, en estado de máxima felicidad, recibía a un Valencia con el corazón roto por M’bia pero con la maquinaria futbolística más afinada que nunca. Pintaba a partido abierto y lo fue. Estuvo emocionantísimo.
Real Madrid y Valencia disputaron un encuentro muy emocional.
Pizzi arrancó con un 4-1-4-1 con la novedad de Javi Fuego junto a Keita y Parejo. Vargas cerraba en la izquierda, Feghouli en la derecha y arriba Alcácer. El cuadro che salió romo, sin ninguna voluntad de presión. Se quería acumular piezas abajo y ya. El destructor de la idea esta vez fue Bale, que sin espacios y hasta en inferioridad numérica la liaba a lo bestia. Bernat no podía con él y Vargas no ayudaba. Había que cambiar o el gol blanco caería sin remedio. Nuevo dibujo: 4-4-2.
Del 4-1-4-1 se pasó a un 4-4-2 cuyo aporte inmediato fue darle al Valencia la posibilidad de recoger sus despejes con dos hombres en punta. Parecía poco pero tenía valor. En realidad, el choque fue un poco esto; un duelo de actuaciones defectuosas que derivó en gran partido. Con Parejo a la izquierda y Feghouli más suelto por dentro, el Valencia pausó el juego. A cambio, en las bandas surgían metros para matar. A destacar cómo lidiaron con ello el propio Feghouli (flojo Marcelo) y Bernat, repuesto con aplomo del arranque de Bale.
Se llegó 0-1 al descanso, tan justo como hubiera sido el 1-0.
El cambio che al 4-4-2 abrió el partido en ambas porterías.
Ancelotti, intuyendo que era noche de espesor para los suyos, retiró a Illarra para meter al más nervioso de todos. El Madrid lo necesitaba. De esta manera, Isco pasó al doble pivote y el Real se colocó en una especie de 4-2-4. Las intervenciones del andaluz, invisible en la primera parte, calentaron el encuentro. Feghouli tuvo que matarse aún más ante la presencia de un extremo zurdo y el partido enloqueció. Al Madrid solo lo podía contener Diego Alves, un genio en estos contextos. El Valencia, una vez más, iba a saber leer la situación.
Sin Illarra y con Isco cerrando, Parejo empezó a romper líneas como no había sucedido en toda la noche. La secuencia era siempre la misma: salida de un centrocampista visitante + lanzamiento a la espalda de Marcelo. El Real no podía robar arriba. Era tan evidente el defecto que Carletto tuvo que sacrificar a Isco por Casemiro con 1-2. A tenor de lo visto, salió bien el cambio. El Valencia ya casi ni volvió a contraatacar y el Madrid las tuvo todas. El resumen fue Cristiano, que produjo una cascada de oportunidades difícil de creer en un solo jugador. No entraron los remates, no era día y estaba Diego Alves bajo palos. Eso y que ya no existen equipos de 100 puntos. Aquí ya no va a ganar fácil nadie.
@yefovar 5 mayo, 2014
Illarra me preocupa, hoy no estuvo fin y el saber que esta en la lupa no ayuda tampoco