1-EL FUEGO DE LOS DIOSES.
“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…”, Roy Batty en Blade Runner.
El mito muestra a menudo dioses celosos de sus privilegios, misteriosos en su inmenso poder, reticentes a compartir con los mortales su basto dominio sobre el universo. Lo divino se presenta en nuestros cuentos como un enigma que desafía la inteligencia, como un reto tentador. Entregar a los mortales una chispa de la misma esencia de los dioses es la tarea del héroe, un intermediario entre los dos mundos, a menudo un hijo de ambos, cuyo sino se revela por lo general tan extraordinario como ingrato.
La mitología griega encuentra en las gestas de Prometeo el origen de la civilización: amigo del ser humano, artero como todo héroe afín al individuo corriente, el titán osó burlarse del padre de los dioses para entregar a los hombres la mejor parte de un banquete sagrado. ¡La ira de Zeus ante tal afrenta hizo temblar los cimientos del mundo! El señor del Olimpo negó entonces el fuego a los mortales, privándoles de cualquier gobierno sobre el mundo que les rodeaba. Pero la humanidad contaba con un protector tenaz: Prometeo arrebató una llama del Olimpo, símbolo del ardor creativo, de la ciencia y la cultura, de la civilización en si misma, y la entregó a los hombres, dando origen de este modo al curso de la historia.
Y como tantos otros que le siguieron, pagó cara su osadía. Zeus condenó a Prometeo a un terrible tormento según cuyo dictado, encadenado al Cáucaso para toda la eternidad, una águila acudíaDesafiar a los dioses siempre se ha castigado cada día a devorar su hígado -que se regeneraba durante la noche- mientras el desgraciado titán se compadecía de si mismo y de la desdicha que acecharía a todos aquellos individuos audaces que, como él mismo, osaran cuestionar el orden de lo divino y lo terrenal. Terrible destino el suyo, como el de esa vida que una mente brillante insufló a un cuerpo inerte al que la sociedad trató como un monstruo y el de aquél científico que osó liberar las fuerzas más poderosas que habitaban su propio ser con el objetivo de comprender la esencia misma de la vida.
Hulk y Bielsa responden al arquetipo de bestia encerrada en el cuerpo de un ser inteligente.
La estirpe de Prometeo, Víctor Frankenstein, Henry Jekyll y tantos otros representa un conflicto arquetípico entre el ser humano y sus límites, entre el temor a lo desconocido y esa llamada irrefrenable de aquello que se esconde a la percepción mundana, entre la audacia y el precio a pagar por ella. Un relato fácil de identificar en los ámbitos más variados que nos remite también a un superhéroe monstruoso cuya mera existencia pone en entredicho la misma condición heroica de quién quiso ser más que un hombre, y también a un entrenador presa de una pulsión extraordinaria que lo eleva por encima de los demás sin que ello le garantice el triunfo en sus empresas, condenado según dicta su trayectoria a acariciar con la punta de los dedos un éxito deportivo que se mantiene esquivo, cruel ante la singular grandeza de sus obras.
El increíble Hulk y el loco Bielsa encarnan el arquetipo de la bestia que sacude furiosa los barrotes impuestos por un genio que pretende encerrar sus propias pasiones, temeroso de la fuerza que sea capaz de desatar el aspecto más violento de una mente maravillosa que desafía el orden natural de las cosas.
2-UNA MENTE MARAVILLOSA.
“Aspiro a dirigir un tipo de jugador capaz de comprender el fenómeno táctico en su totalidad”, Bielsa.
Desde que el siglo de las luces alumbrara el mundo bajo la lámpara de la razón, el científico loco ha devenido una figura central de la mitología contemporánea. El hombre de ciencia encarna en la sociedad racional el mayor despliegue de la inteligencia al tiempo que muestra cierto desapego hacia todo lo intangible, característica fundamental que lo impulsa a vulnerar aquellas reglas no escritas que desencadenan el conflicto que lo acompaña.
En ‘Frankenstein o el moderno Prometeo’, el alquimista Victor Frankenstein se aventura en la mayor búsqueda que concibe su ciencia: la creación de vida al margen de los mandatos de dios. El resultado de su trabajo es un ser excepcional y monstruoso a partes iguales en el que Mary Shelley volcó las inquietudes de su tiempo, una era de ebullición científica en la que el progreso del conocimiento humano ponía en entredicho la solidez de ese techo que siempre había separado al hombre del dios al que rezaba. Lejos de resultar anacrónica, la cuestión planteada por la escritora inglesa sigue presente en nuestro inconsciente, identificando en los ámbitos más variados un arquetipo tan profundo como actual: el del genio que ahonda demasiado en sus pesquisas, liberando en el proceso algunas fuerzas insospechadas.
La figura del científico loco abunda en los cómics de superhéroes. La encontramos en el origen de la mayoría de superpoderes y no es raro que protagonice una transformación en héroe o villano como resultado de sus propios experimentos: Bruce Banner supervisaba un ambicioso experimento cuando un fallo de seguridad le expuso a las terribles radiaciones Gamma que él mismo había descubierto. El trágico accidente debió matarlo, pero el doctor Banner sobrevivió… y nunca volvió a ser el mismo. Una de las mentes más brillantes del mundo, el mayor experto en la misma radiación que lo transformó, se ha demostrado desde entonces incapaz de poner fin a la existencia de Hulk, el alter ego brutal y monstruoso que se apodera de su ser cuando su mente racional pierde el control de sus propias emociones.
Bruce Banner es una de las mentes más dotadas de todo el universo heroico de la Marvel.
Terreno proclive a la proyección de grandes arquetipos míticos, el fútbol tampoco escapa a la gran influencia que los herederos de Prometeo han ejercido sobre la cultura popular. Grandes estudiosos de una disciplina a la que dedican una intensa actividad intelectual,El fútbol cada vez es más método de estudio artífices de teorías y experimentos que persiguen la perfección competitiva de sus equipos, algunos entrenadores muestran particular inclinación por el tratamiento científico del deporte que les obsesiona. Cuantifican el juego, se sirven de máquinas de todo tipo para analizar y mejorar el rendimiento de sus jugadores, diseccionan los rivales en visionados interminables, anticipan hasta el más remoto movimiento de sus equipos y esconden, bajo el frío positivismo, que preside su método un volcán emocional cuyas erupciones dan rienda suelta a la desmedida pasión que alimenta su trabajo.
Es el caso del histriónico Jürgen Klopp, a quién sea ha relacionado con el doctor Jekyll y su inquietante reverso, y también el del holandés Louis Van Gaal, que todavía resuena en nuestras cabezas. Pero ningún entrenador encarna en su misma persona extremos tan radicales de esta misma dualidad como Marcelo Bielsa, un argentino de carácter indomable que “busca la perfección. Y eso que la perfección no existe… pero él la busca igual”, en palabras de sus pupilos. En el loco, de quien se dice que tiene tipificados “8 clases de centros, 17 formas de defender, 11 modos de definir y 36 tipos de relación mediante el pase”, conviven el estudioso más obsesivo y la bestia más furiosa del fútbol mundial.
3-LA FURIA DE LA BESTIA.
“¿Quién te crees que eres, Banner? Eres como yo, pero al revés. Careces de pasión. No hay fuego en tus ojos. Yo estoy más vivo de lo que tu nunca llegarás a estar. ¡Estoy hambriento de vida!”, Hulk.
El reverso monstruoso del científico loco es el precio a pagar por la audacia de su empresa. Más vale no andar cerca cuando la bestia, alimentada por un poder extraordinario, parte furiosa los barrotes de su prisión y emerge victoriosa, apoderándose de una mente brillante incapaz de gestionar las fogosas pasiones que pretende encerrar en algún oscuro y profundo calabozo de su propio ser.
Después de que Mary Shelley fijara la revisión moderna del mito de Prometeo, el escocés Robert Louis Stevenson se interrogó sobre la desdicha a la que parecen condenadas todasSu poder destructor no nace a través del mal aquellas búsquedas que persiguen la superación de las limitaciones humanas, identificando en su misma magnitud la raíz de sus sombras: “Fue más bien la naturaleza exigente de mis aspiraciones, y no ninguna clase de degradación particular en mis faltas, lo que me llevó a ser cuanto fui”, asegura el doctor Jekyll, cuyo siniestro reverso se muestra antes como la liberación descontrolada de sus impulsos reprimidos que como una expresión de pura maldad. Tampoco se observa malicia en los arranques emocionales que presiden el desplome traumático de los proyectos deportivos de Marcelo Bielsa ni parecen malignas las motivaciones de Hulk, un ser con un enorme poder destructivo regido, en última instancia, por la caprichosa voluntad de un niño desamparado.
“¡Las leyes humanas no pueden echar a Hulk! ¡Hulk aplastará esas estúpidas leyes!”, afirmaba el gigante esmeralda en alguna de sus agitadas correrías urbanas. Si algo caracteriza al ser más poderoso del planeta Tierra es un raciocinio limitado y la entrega a pulsiones muy básicas, casi instintivas. Hulk es una bestia que se refiere a si misma en tercera persona, infantil en su desarrollo, furiosa en tanto sus apariciones, como las broncas del loco, son siempre el resultado de una dolorosa liberación.
«Hay días que es un torbellino. Este hombre un día va a explotar», Amorrortu sobre Marcelo Bielsa.
“Hay días que es un torbellino”, afirmó en 2012 José María Amorrortu, el director deportivo que contrató a Marcelo Bielsa como entrenador del Atheltic Club: “¡Este hombre un día va a explotar!”. Y así ocurre de vez en cuando. Como el doctor Banner, el entrenador argentino navega continuamente entre el enorme esfuerzo que le supone mantenerse sereno frente a las contrariedades del día a día y los escapes indeseados de una vertiente emocional explosiva de la que se conocen muchos ejemplos. Algunos gestos anticipan la erupción: al borde de su particular transformación el loco se golpea con fuerza los muslos, repetidas veces, absorto y tenso. Así lo hizo mientras Argentina caía eliminada en Japón, la mayor decepción de su carrera, y en muchos entrenamientos en Lezama, disconforme con el desarrollo de los ejercicios propuestos. La descarga sobre su propio cuerpo es una prevención. Le sirve para canalizar su furia, quizá temeroso de descubrirse un día convertido en un terrible coloso de piel verde.
Pese a que ‘El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde’ parece la referencia más inmediata para el increíble Hulk, en su origen Stan Lee y Jack Kirby concibieron un personaje que guardaba un enorme parecido físico con las populares versiones cinematográficas del monstruo de Frankenstein. De cabeza rectangular y piel grisácea en su diseño original, también adoptaba los rasgos de otros personajes clásicos del género del terror con los que no guardaba mayor parecido físico. Ese Hulk inicial era un ser nocturno y sus primeras transformaciones se daban a la luz de la Luna llena, un deje de hombre lobo que subraya la naturaleza primaria tan característica del temible reverso del doctor Banner.
4-DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA.
“El orden tiene reglas y la espontaneidad tiende a la ausencia de reglas. Teóricamente no habría obstáculos para que convivan, pero en la práctica los mensajes que propician una cosa se contraponen con los otros. Entonces es difícil ser ordenado y espontáneo a la vez”, Marcelo Bielsa.
Mentes maravillosas y bestias furiosas, la esencia de estos personajes es tan compleja que sus hechos mantienen un conflicto eterno con sus propias motivaciones y todo en su ser presenta una tensión permanente. Los destrozos que puede causar el trabajo del científico loco, su propia enajenación, son el resultado del enfrentamiento constante entre los extremos irreconciliables de un alma atormentada por sus propias incoherencias.
“Día a día, así desde el punto de vista moral como desde el intelectual, me iba acercando progresivamente a esta verdad, por cuyo descubrimiento incompleto he sido condenado a tan horrendo naufragio: que el hombre no es realmente uno, sino dos…”, afirma Henry Jekyll, que responde al nombre de Edward Hyde cuando es el monstruo y no el genio quien asume el control de su cuerpo. Dos nombres que son dos identidades opuestas, dos principios en disputa que ponen a prueba la cordura de su anfitrión. Como Bruce Banner y Hulk, como Marcelo Bielsa y el loco.
Mientras el frágil equilibrio nervioso del doctor Banner asume el reto de habitar un agitado universo superheroico Marcelo BielsaBielsa intenta planear un deporte muy casual halla el mayor reflejo de su discordancia interna en el mismo objeto de su ciencia: “El fútbol es el primer deporte del mundo porque una misma causa puede ofrecer diferentes efectos. La mayoría de las cosas que suceden no son como las imaginamos. Hay mucho de casual”, apunta contrariado. Terrible realidad para quien pretende planificar en extremo el más remoto detalle del funcionamiento de sus equipos. Para el entrenador argentino, un tipo ansioso tal como él mismo se define, no parece sencillo gestionar esta incongruencia.
“Y digo dos porque el avance de mis propios conocimientos no llega más allá de este punto”, concluye Henry Jekyll su reflexión. Del mismo modo que no hay un Marcelo Bielsa y un loco que se manifiesten alternativamente en dos caras reconocibles, sino un amplio abanico de gradaciones en las que se expresa el conflicto inherente entre el extremo más civilizado y el más visceral que habitan el mismo individuo, tampoco el prudente físico nuclear y el terrible monstruo verde son las únicas manifestaciones de la psique del doctor Banner.
Las mayores gestas de Bielsa como entrenador fueron con planteamientos, en apariencia, casi suicidas.
“Dependiendo de varios factores en el momento de la transformación, el razonamiento de Hulk y su inteligencia tienden a… variar”, precisa el propio Bruce Banner. El increíble Hulk cuenta con varias encarnaciones concretas que definen diferentes soluciones a sus disputas internas. Su versión salvaje, un monstruo verde preso de pulsiones primarias que le proporcionan una fuerza casi infinita, es la más reconocible. Pero existe también un Hulk gris más cercano al insidioso Edward Hyde, en el cual las frustraciones de Bruce Banner empujan al monstruo hacia su cara más cínica mientras conserva un sólido raciocinio, e incluso un Hulk que comparte la inteligencia y la moral de su lado humano, un remanso de paz que le permite canalizar su inmenso poder hacia tareas constructivas.
Similar equilibrio permite a Marcelo Bielsa concretar sus mayores logros, siempre en jaque bajo la amenaza de su propia inflexibilidad. El argentino no concibe otro fútbol que el planteamiento de un ataque furibundo, otra defensa que la persecución sin cuartel del poseedor del balón ni principios más convenientes que un rígido ideal. Como Hulk, su carácter no acepta gustoso la necesidad de detenerse ante nada pese a la prudencia y las formas pausadas que le reclaman a menudo tanto la élite futbolística como el siempre complejo encaje en sociedad de un hombre que parece loco ante los ojos de los demás.
5-LA SOCIEDAD CREA MONSTRUOS.
“¡Hulk sólo quiere que lo dejen en paz!”, el increíble Hulk.
En la ‘Liga de los hombres extraordinarios’ Alan Moore recreó Los Vengadores a imagen y semejanza de algunas grandes figuras de la literatura fantástica anglosajona. En esta revisión Hulk tomó la forma de Edward Hyde, cuyas charlas con sus camaradas dan buena muestra de lo dificultosas que le resultan las relaciones humanas a un individuo en permanente conflicto consigo mismo: “A veces pienso que simplemente debería violarla y decapitarla. Pero una voz dentro de mi, más feroz que la mía, me dice que, si hago eso, luego tendré que quitarme la vida”, revela el monstruo a su compañera Mina Murray. “Tal vez sea porque entonces habría matado la única cosa viva que no me teme”, razona.
Uno de los estallidos de furia más célebres que ha protagonizado Marcelo Bielsa le enfrentó al jefe de obras de Lezama. En opinión del entrenador argentino el otro hacía mal su trabajo y la discusión subsiguienteEl altercado en Lezama refleja su dualidad inflamó de tal manera al loco que agarró y sacudió violentamente a su interlocutor. “Siempre se juzga cuando uno se comporta como un salvaje, pero nunca se juzga cuando uno provoca esa respuesta desproporcionada”. Marcelo Bielsa expresó de este modo la incomodidad que preside a menudo su relación con los demás, la misma que Stan Lee percibió en el modelo en el que se refleja Hulk: “Siempre pensé que en la historia de Frankenstein el monstruo era bueno en realidad: no quería hacerle daño a nadie pero siempre le andaban persiguiendo esos idiotas que corrían por las colinas con una antorcha en la mano…”.
“Sé que soy espantoso y abominable. Ni soy amado ni espero serlo nunca”, termina su diálogo el Edward Hyde de Alan Moore. “Tampoco soy tan necio como para creer que lo que siente por mi es amor. Pero es usted lo único de este mundo que no odio… usted es lo único de este mundo que no me odia. Yo…”, hace una pausa mientras toma la mano de Mina Murray: “Le agradecería que ahora me dejase”. Prosigue. “Váyase rápido, mujer. Antes de que le rompa la mandíbula”.
Banner y Bielsa se esfuercen por protegerse del mundo… y por proteger al mundo de sí mismos.
Para Bruce Banner y Marcelo Bielsa no resulta sencillo controlar sus excesos emocionales y para ello se protegen a si mismos de un mundo exterior que perciben desestabilizador, detonante de la bestia que habita en su interior. El entrenador argentino se mantiene exageradamente cabizbajo en las ruedas de prensa, refugiándose en pausas interminables que le permiten masticar sus reacciones ante los periodistas. El loco no concede entrevistas, se muestra extremadamente reservado sobre su vida privada y busca a menudo el amparo de la soledad mientras Hulk atribuye a esos “enclenques humanos” que tanto le fastidian la debilidad intrínseca de ese científico apocado que teme a su propia sombra. “¿Por qué atacas a Hulk? ¡Hulk no quiere luchar contigo! ¡Hulk ni siquiera te conoce!”. El gigante esmeralda, producto de los miedos reprimidos que un padre maltratador impuso a su hijo, tan sólo ansía que lo dejen tranquilo.
Con todo el mayor temor de Bruce Banner es que su brillantez resulte intrascendente a causa del monstruo que condiciona todas sus obras. Que mientras los otros grandes científicos que lo rodean se erigen en faros para la sociedad él sólo pueda legar al provenir los destrozos de un gigante abominable. Quizá la misma duda corroe a Bielsa, cuyo talento no desmerece el de los mejores entrenadores del mundo, en espera de un nuevo proyecto en el que hallar la estabilidad y el éxito rotundo. La paz, en definitiva.
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Abel Rojas 15 abril, 2014
Y el año que viene, en la Champions ^^
Para mí, Bielsa es un imprescindible en el fútbol. Es un creador de experiencias. Son muy intensas y por lo tanto agotadoras, pero cuando Bielsa llega a una ciudad -y digo ciudad porque decir club es quedarse muy corto-, una comunidad de personas se prepara para vivir una aventura de uno o dos años que va a cambiar su vida mientras dure. Transforma todo.
Bielsa es claramente un superhéroe del fútbol.