Uno, que ve competir a Rafael Nadal desde hace diez años, sabe lo que significa el paradójico mal del marcador que le supone a sus rivales estar cerca de la victoria frente al balear. Obviamos lo que sucede cuando están lejos de ella, pero con él delante, cerca también es sinónimo de lejos. La pelota pesa la mitad, mide el doble, la red sube diez centímetros y el aire es cartón piedra para los pulmones. Todo esto, lo que suelen ser los domingos en tenis, sucede entre semana en el fútbol europeo. Por eso no hay certezas, paseos ni vistos para sentencia. Cerca es lejos en la Copa de Europa. Todo fue translúcido en el Signal Iduna Park. Borussia Dortmund y Real Madrid fueron presos del marcador, todo ello cobrado al contado por el escenario.
El Madrid comenzó algo lento y se complicó demasiado rápido
El inicio del partido fue de Asier Illarramendi. En parte fue curioso, porque pasó del frío al calor indistintamente, cuando él suele ser elogiado por su continuidad. Mezclaba altura, amplitud y cercanía… pero sin convicción. Con la altura creaba alguna superioridad productiva en campo rival para hacer progresar una posesión inocua, dando metros a Carvajal; con la amplitud ofrecía una opción en banda, pero el Dortmund activaba su presión en esa zona del campo, donde Klopp daba la palma para buscar el robo, y con la cercanía sobre Alonso, quedaba de espaldas y recibía el balón en desventaja para progresar. Buscó ser una solución con los tres conceptos pero en varias ocasiones se metió en problemas. Generaba lo que él mismo no pretendía. A su alrededor tampoco hubo la mayor de las facilidades.
Aquí entraron en juego varios factores: el marcador de la ida, el propio BVB y la ausencia de Cristiano Ronaldo, jugador que por pura calidad individual genera un efecto dominó en el juego posicional del Real Madrid, más allá del temblor de Illarra o los pies humeantes de Ángel Di María. Mezclando los tres elementos, el resumen es que al M. Reus estuvo impresionanteReal Madrid le faltó soltura para progresar con la pelota y juntarse una vez llegaba a zonas próximas a la zaga borusser. Entendiendo por progresión el equilibrio entre profundidad y amplitud, pocas veces los mediocentros pudieron encontrar una opción por delante que a su vez fuese compensada por fuera con la incorporación de un jugador de una línea inferior, es decir, no había apoyo que tuviera la seguridad de un avance exterior de los laterales acompañando el movimiento del balón. Esto lo entendió el Dortmund, que sin Cristiano en el campo y con el penalty parado por Weidenfeller, revitalizó su comportamiento y aprovechó dos errores individuales que acusó aún más el nivel futbolístico merengue.
Los goles resultaron determinantes para el discurrir psicológico de ambos equipos. Aquí entra el homenaje que ofreció el Dortmund y Klopp a su afición. El encuentro se volvió una sucesión continua de creencia en acudir al encuentro con el rival, a los balones divididos, en una enorme valentía de los locales para abalanzarse sobre el área. Aturdido, el Madrid le perdió la cara al encuentro; su rival atacaba con los laterales en posición de extremo y los cuatro atacantes en el área rival: Grosskreutz buscando la espalda de Carvajal, y Reus y Mkhitaryan alternando movimientos de ruptura y apoyo cuando el balón ganaba línea de fondo. Particularmente, Reus hizo ballet posicional en las cercanías del área durante la primera hora larga de juego. Metió los dos goles pero jugó mejor. Con el Madrid recogido en su campo, Hummels fue el mediocentro. Lo que uno se puede imaginar cuando tiene la pelota: nadie conduce ni divide como él.
Ancelotti estuvo muy certero desde el banquillo. Isco, clave
En la segunda parte el Real mejoró en el arranque, aunque tímidamente. En esos primeros minutos, la entrada de Isco le dio a los blancos una mejor ubicación en el interior zurdo. El malagueño fue creciendo y entendió a la perfección cómo irse, venir, conducir para acular y pausar para esperar. Le quitó oxígeno al rival para dárselo a los suyos. De igual modo, con el Dortmund despreocupado por cualquier espacio cedido, Carletto afinó aún más la puntería desde el banquillo. Como el plan de tener la pelota no iba a optimizarse por el contexto emocional del choque, Ancelotti quitó a Di María, puso a Isco de extremo y a Casemiro de interior diestro. Junto a estos cambios, replegó estrechando las líneas, dejando libres los costados. Así, la conexión Hummels-Reus era más complicada, por lo que las bandas tenían que incorporarse a dos alturas para que la pelota tuviera destinatario. El Real contuvo muy bien en el tramo final, generándose espacios por fuera para contragolpear. Fue todo vibrante, digno y agradecido. Ni siquiera se pudo decir que al Dortmund le quitaron el mes de abril porque el test de competitividad ha vuelto a dar positivo.
jdiazra 9 abril, 2014
Luego del penal fallado el Madrid mentalmente se vino abajo y empezaron las dudas en sus jugadores y los errores. Por momentos vi que Modric rompía líneas de presión y luego no encontraba receptor de sus pases , o estaban muy lejos o mal posicionados para recibir, en muchos momentos del partido me dió la sensación de que los de arriba estaban muy arriba y los demás atrás replegados, equipo roto entre líneas. Si es cierto que Ancelotti en partidos anteriores se había tardado mucho en los cambios , en este partido actuó rápido y con efectividad. Isco vaya personalidad en un partido tan díficil, no le pega la presión, sale y juega con naturalidad. Y Casemiro me sorprendió mucho y para bien, salió con mucha intensidad y mucha agresividad, como debe jugarse este tipo de instancias y que considero que le falta en muchos tramos del partidos a los jugadores del madrid, intensidad defensiva. Una mala noche te saca de la copa de europa, pero esta mala noche (la peor) del madrid lo pone entre los 4 mejores de Europa y eso es algo positivo.
Saludos