Los muros están ahí puestos desde 1877, y desde entonces se llama Stamford Bridge, pero fue en el siglo XXI cuando el auto-apodado Special One se sentó en el banquillo de los locales y se inventó una personalidad para su grada. El campo del Chelsea es exactamente igual que José Mourinho: pasional, guerrero y entregado al a-toda-costa y al a-cualquier-precio. Incluso su arquitectura respalda su estilo de juego; parece chiquitillo y oscuro, es ideal para comprimir el tiempo y el espacio, y que los 22 hombres fallen sin cesar. Este club ha ganado una Copa de Europa aislada y, sin embargo, ya rebasa en tradición a todos menos unos pocos. Ayer pasó por la historia de Mou.
Thiago aculó al PSG demasiadoSe podría cargar contra el Paris Saint-Germain y su actuación, pero no tendría sentido. Sería un síntoma de testarudez absurda ignorar que estas cosas pasan constantemente en la Copa de Europa y resultan casi inevitables. Esquivarlas, como hace el FC Barcelona y punto, es motivo de elogio; lo contrario es lo normal, y el PSG es humano. Poseía un 3-1, visitaba un estadio complicado, hallaría enfrente un rival de nivel más o menos parecido al suyo y se le olvidó su manera de jugar e hizo lo que sale de modo automático: retrasar líneas e intentar sobrevivir. Como Motta y Verratti derrochan arrestos y lo suyo es pasarse el balón, intentaron hilar posesiones en algún instante que otro, pero el equipo no estaba en ello. A poco que el Chelsea apretaba, y siempre lo hacía cuando debía, el ritmo se precipitaba y los franceses perdían o arriesgaban el balón. Nunca pasó aquéllo que Laurent Blanc hubiera deseado. Nunca.
Hazard se lesionó al cuarto de hora y Schürrle le sustituyó.
El Chelsea técnica y tácticamente es un conjunto limitado cuando lleva la pelota, así que buscó soluciones simples para liderar el encuentro. La mala defensa de los parisinos le permitió que así lo hiciesen. En el primer tiempo, con Motta intentando sacar a los suyos y Thiago Silva reculando para que todos se juntasen atrás, Oscar encontró un espacio a la espalda del interior derecho (Verratti) que dio la iniciativa a los locales. Motta corrige más hacia la izquierda que hacia la derecha, Jallet estaba pillado por el extremo y Alex no es expeditivo, gracias a lo cual el mediapunta vivió cómodo, participó bastante e inquietó lo suyo. La única respuesta visitante era Lavezzi, que jugó muy bien, se metió hacia el medio e hizo daño a Luiz. El improvisado pivote brasileño dio la cara, incluso fue protagonista, una de las razones de la remontada, pero aun así fue fácil dañarle entre líneas. Aunque sin consecuencias.
En cuanto Motta dio un paso atrás, Mourinho retrasó a Willian.
Frank no pudo aportar muchoA pesar de que era el Chelsea quien necesitaba marcar gol, el tiempo parecía jugar en contra de Blanc. Sus futbolistas iban deshaciéndose más y más a medida que pasaban los minutos. Mourinho lo detectó y subió la presión en el 45, quitándole al PSG hasta la pelota, y luego en el 66 hizo el decisivo Demba Ba por Lampard que cambió el choque. Thiago había metido tan, tan atrás a los suyos que hasta Motta había dejado de luchar y había decidido solaparse con él, a veces Sirigu parecía custodiado por una línea de siete alineada sobre su área pequeña, y lo que hizo Mou fue poner a Willian, su as más creativo, como segundo pivote para que dirigiese la posesión. Willian jugó a placer; su equipo no tenía sistema, pero él se mostraba tan claro y estaba tan libre que se lo inventaba. Fueron los mejores compases blues. Olieron a gol.
Pastore subió la calidad de las contras del PSG, pero Cavani falló.
No obstante, el gol no llegó, lo cual no es sorpresa en este Chelsea, y Mourinho optó por un juego más directo y frontal que, en teoría, contra Thiago y Alex no parecía lo más recomendable. Además salió Pastore y la contra parisina mejoró ostensiblemente, dando a Cavani la opción de sentenciar la eliminatoria en un par de ocasiones. Y justo cuanto más descontrol había, anotó Demba Ba de rebote y se lió la mundial.
José Mourinho ha vuelto a llevar a su plantilla un escalón por encima de lo presupuestado, como hizo con el Porto y el Inter en su día. Es un entrenador colosal que recorta distancia entre los muy buenos y los buenísimos, el técnico perfecto para ganar cuando no eres el mejor. Su poder es increíble. En el bombo estarán Cristiano Ronaldo, Messi o Diego Costa y Robben o Wayne Rooney, y al que le toque el equipo del viejo Eto´o, Torres y Demba Ba… le saldrá una úlcera inmediata.
jdiazra 9 abril, 2014
Esa carrera que hace por la banda para darle indicaciones a sus jugadores a falta de pocos minutos para el final del partido es épica, de leyenda, lo define tal cual como es de Técnico, no se le escapa ni un detalle y vive su profesión con una pasión desbordante que lo impulsa despiadadamente a ganar partidos y con ello el éxito. Que entrenador!!!