Por lo visto, ganar por dos goles de diferencia en un partido de ida es un marrón. Y ya no digamos si ese triunfo se produce como visitante; ahí la eliminatoria se te pone tan de cara que todo se vuelve antinatural. Te quedas con todo hecho, sin nada que ganar. Y claro, la Champions no es eso. La vieja Copa de Europa es sufrimento y se las arregla para abrir lo que ya parecía cerrado. El 0-2 del Emirates condicionó a lo bestia lo vivido anoche en Múnich.
El Arsenal logró lo que pretendía: soñar hasta el último minuto
El Arsenal saltó al campo queriendo alargar el 0-0. Su objetivo era llegar vivo al minuto 75. Por eso, su presión inicial no fue demasiado intensa. Bastó que el Bayern le cogiese la espalda con un par de envíos directos hacia Mandzukic Pep rescató al viejo Robben de otras etapaspara que Wenger dijera “stop”. Si a esto sumamos que el rival ganaba 2-0 y su entrenador es Guardiola, lo que se veía sobre el campo era del todo previsible. Además Pep diseño un partido estándar, resumido en la figura de Arjen Robben. El holandés recibía siempre fuera. El Bayern se preparaba para presionar a partir de los regates de sus extremos. El plan tenía la ventaja de que el Arsenal, y más con Ozil en la derecha (actuación irrelevante), se quiebra a la hora de tapar las bandas. Lahm y -sobre todo- Alaba comenzaron a aparecer por todos lados. El Bayern centraba y tenía ocasiones para marcar. No lo hicieron porque Koscielny y especialmente Mertesacker sacaban todo en el área.
Sin brillantez -no pretendida pero tampoco alcanzada-, el Bayern controlaba las salidas de un Arsenal que solo respiraba a través de los carrerones de Oxlade y la superioridad de Giroud con respecto a Dante. El brasileño detesta tener que marcar a puntas “armario” porque no los puede anticipar. Así, con aroma a partido funcionarial, llegamos al descanso. Algo tenía que suceder tras la reanudación.
Mertesacker pudo más que Robben y Alaba en la primera mitad
Para salir del letargo, Wenger tomó dos decisiones. Una, sustituir al amuermado Ozil, que acabó lesionado. La otra, presionar. El Arsenal metía por fin gente arriba en la salida desde atrás del Bayern. La respuesta alemana al pressing enemigo volvió a ser Mandzukic. Pep está aprovechando muy bien la presencia de un «9» puro en su plantilla. El croata se hace importante cuando el Bayern es presionado. Los locales superaron el reto propuesto por los ingleses y muy pronto abrieron el marcador. Todo parecía finiquitado y visto para sentencia…
… pero no. La Champions es juguetona y sabe cómo hacerse respetar. Lahm, que en los últimos meses ha adquirido ese tufillo a jugador de época, se mandó una pifia de esas que solía regalar a finales de la década pasada. El Arsenal había cumplido su objetivo: soñar. La fe activó a Cazorla entre líneas y reavivó a Giroud. Pep reaccionó buscando la máxima seguridad de su posesión con Kroos y Bastian atrás y Thiago por delante. Lo cierto es que el dominio inglés duró poco o quizás ni existió. Pasados diez minutos el Bayern volvió a llegar y si no marcó fue porque Mertesacker y Koscielny –a pesar de su penalti– cumplieron de manera excelente. El fútbol fue justo al no castigar al Arsenal con la derrota. No la merecían. El conjunto de Arsene Wenger se va de esta Champions compitiendo con gran dignidad y humanizando al Bayern. Algo es.
JairJoaquín 12 marzo, 2014
Como aficionado al futbol estoy preocupado, MUY preocupado por Mesut Özil.
Otro fenómeno Robinho porfavor no.
Mesut es demasiado para el futbol como para extinguirse así como así y sin embargo por las pruebas de esta temporada parece que tampoco es tanto como para liderar un proyecto exitoso