Los Keita son en Mali lo que los García en España, es decir, mucha gente. La gran extensión del apellido en este país que se despliega generoso desde las orillas del Níger se debe en gran medida al héroe protagonista de la «Epopeya de Sundiata», un relato épico que narra las aventuras de Sundiata Keita. Fundador del Imperio de Mali, un estado poderoso y sofisticado que administró durante siglos un territorio tan extenso como toda la Europa occidental, el “Rey León” es una de las figuras más importantes de la épica universal cuya grandeza sólo se ve oscurecida por la escasa atención que prestamos al continente africano. Hoy en día los griots malienses, una suerte de juglares similares a los antiguos aedos griegos, los bardos celtas o los escaldos escandinavos, siguen cantando las hazañas de Sundiata Keita como lo hicieran sus antepasados, ante una audiencia agradecida y respetuosa con la preciada tradición oral de los mandingas.
Honrando al mito hoy se apellida Keita una porción relevante de la población del África occidental y un buen puñado de sus más ilustres representantes. Es Keïta, por ejemplo, el cantante albino Salif, una de las voces más importantes que ha producido el continente africano, de quién se asegura que es descendiente directo del mismísimo Sundiata Keita. También es Keita el escritor Modibo Sounkalo, pionero de la novela negra africana, y lo fue Seydou, el padre de la fotografía en el continente negro y uno de los retratistas más importantes del siglo XX. Pero el Seydou Keita que nos ocupa es el veterano centrocampista que regresa a nuestra liga tras haberla dignificado con su fútbol durante años.
Seydou Keita puede ser una gran noticia para el Valencia.
Vivero fecundo en este deporte, Mali ha sido una cantera generosa con el fútbol español reciente, al que ha ofrecido sin ir más lejos el talento pausado y el pie sedoso de Frédéric Kanouté y ese sentido táctico más oscuro, no menosKeita tapaba su espalda y la de los demás selecto y preciso, de Mahamadou Diarra. En Seydou Keita, el que voló más alto de los tres en tanto que integrante del equipo más ganador que hemos conocido, hay mucho de lo segundo y alguna pincelada de lo primero. Interior de gran despliegue físico, su zurda siempre fue sensible y su juego dinámico y cabal. En ataque, amenazante por el golpeo, la ruptura y ese salto prodigioso que le catapultaba hacia un cabeceo rotundo. En defensa también imperaba en el juego aéreo pero su mayor virtud era la responsabilidad: cuidaba de su espalda y de las de los demás, y manejaba con agilidad espacios y balones en disputa. La Liga española lo reconoció como un centrocampista excelente y siempre sospechó que todavía pudo ser más si Pep Guardiola no le hubiera confiado el cuidado de los rincones más sombríos de su gran obra azulgrana.
Antes de eso Sevilla había conocido a un futbolista ubicuo que dejaba su huella en todas las fases del juego con una presencia vistosa y efectiva, libre de volar hacia el área rival tras pesar en la zona ancha. Barcelona, en cambio, nunca le concedió esa libertad porque le necesitaba para equilibrar un equipo de talento monocromático. Pep Guardiola jamás le abrió el pasillo del desmarque más que a modo de rendija, y el contraste con la calidad técnica de un mediocampo excepcional se encargó de atribuir un deje de torpeza a un futbolista que nunca torció una bota. Sin embargo, el míster lo adoraba, y le confió gran cantidad de minutos cruciales que valieron puntos, victorias y títulos. Seydou Keita fue un recurso fundamental en la gran epopeya competitiva de nuestra era.
Aún sin tanta libertad como en Sevilla, en Barcelona fue clave.
Según recitan los griots, Sundiata Keita regresó a Mali tras un largo exilio. El héroe, en origen un niño tan débil que era incapaz de andar por su propio pie, se entrenó durante años para enfrentarse al cruel brujo que aterrorizaba a su pueblo. Así creció “fuerte como un león”, convirtiéndose en un guerrero experimentado que logró derrotar al tirano. El Rey León garantizó desde entonces un largo período de paz y prosperidad a un vasto imperio que llevaba mucho tiempo sumido en el caos y el desgobierno, un desenlace que sentaría muy bien en el Valencia. Protagonista de un agitado mercado de invierno, el club ché ha alumbrado en cuestión de días un proyecto nuevo que encuentra en el fichaje de Seydou Keita el movimiento más creíble que ha puesto en manos de Juan Antonio Pizzi. La experiencia guerrera se le presupone al maliense, queda por ver si esas garras siguen siendo lo bastante feroces como para liberar de sus fatigas al nuevo reino que lo acoge.
@Quisibo 7 febrero, 2014
Marc ha escrito varias de mis columnas favoritas de Ecos, y no miento si digo que esta es la que mas me ha gustado. Maravilla!!!!