La lluvia vació una grada que ya casi nunca se llena y condicionó un partido al que el Sevilla supo adaptarse más y mejor. Su primer tiempo fue bastante bueno, batió a su rival en lo que decide el fútbol que se pasa por agua (la intensidad) y mereció irse al descanso con una renta hasta de más de un gol, pero un golpe en contra del azar igualó el marcador y el equipo perdió la compostura. Es decir, a Unai Emery volvió a pasarle lo mismo de siempre contra el Barcelona; sus pupilos iban tan al límite en lo emocional que el primer palo les quitó el don del razonamiento. Tras éste, regalaron sin tregua.
La salida con 3 falló de nuevoVayamos al inicio. El Sevilla dibujó un 4-4-2 en defensa con Rakitic paralelo a Bacca en la punta y Gameiro de volante derecho. Al ver los culés amenazada su salida por dos hombres, sus centrales se abrieron y Song se incrustó entre ambos, un ajuste que al Barça dejó de reportarle el beneficio de la continuidad cuando Xavi dejó de ser divino pero en el que el sistema sigue insistiendo. Ni Busquets ni Song son ni especialmente creativos ni portadores de un pase largo diferencial, el equipo acaba perdiendo la pelota como la pierde cuando sale normal y, en ese momento, cuenta con un hombre de menos en el centro del campo, siendo Xavi e Iniesta los únicos habitantes. Si a esta inercia sumamos un césped castigado por el diluvio, agregamos más imprecisión a la ecuación y un inicio, la verdad, bastante cómodo para los locales. En el minuto 20, el reparto de llegadas era de cinco a cero. Solo les faltó un poco más de calidad.
Carlos Bacca volvió a demostrar ser uno de los fichajes del año.
Durante la superioridad, Bacca machacó. El ariete, como sus amigos Falcao y Jackson Martínez, es un astro en estilos basados en el balón aéreo a una boya aislada, y con la ventaja táctica antes expuesta, con un Piqué descentrado y errante y con un Bartra al que la suplencia le ha arrebatado su estado de gracia, lo del colombiano fue un paseo. Dejadas, regates, caídas a banda firmadas con el pase de la muerte… Exhibición es la única palabra que se ajustó a su desempeño. Él se mantuvo en el segundo tiempo, pero fue peor alimentado. Perdió foco.
Moreno reflejó sus carenciasHay que apuntar que, incluso en esta mitad de dominio hispalense holgado, la propuesta de Unai contuvo riesgos. En las dos veces en las que el Barça hiló pases y se plantó en la frontal del área se observó un movimiento de cierre excesivo de Alberto Moreno y Diogo Figueiras, aguantaban poco la anchura y comprimían la primera línea de cuatro sin esperar a Vitolo y Gameiro para que les hicieran la cobertura, algo que Xavi aprovechó para encontrar sobre todo a Alexis en sendas situaciones de 1 x 0 que, eso sí, el chileno no supo rentabilizar. El Sevilla vivía al filo de la navaja.
Iborra y Carriço «defendieron» a Xavi e Iniesta e ignoraron a Leo.
El 1-1 de Alexis, que no fue producto del juego pero podría haberlo sido por lo recién comentado, no metió al Barça en el partido pero sí sacó al Sevilla. La imprudencia se apoderó de sus hombres, cada uno veía asequible robar la pelota por su cuenta y el grupo se separó mientras presionaba. En una transición aislada marcó Messi el de la remontada y al segundo tiempo los de Martino saltaron con la lección aprendida: «igualamos la intensidad atrás y que Leo destruya, que tendrá espacios». No es que se convirtiese en una muralla, Gameiro y Vitolo no anotaron de milagro, pero lo del primer periodo ya no se veía. Y, en efecto, Messi tenía pasillos para correr. Cualquier pase, conducción o robo del Barcelona derivaba en una transición ofensiva clara. Era tan simple como alejar a los extremos del «10» y que un centrocampista le pasase el balón a la espalda de Carriço e Iborra, que, confundidos, se creían que sus tareas era Xavi e Iniesta.
Iniesta pasa por ese típico mes suyo en el que es imparable.
Andrés sigue calibrando el difícil momento que atraviesa el Barcelona. El manchego está tremendo, pasa por ese mes de magia celestial que a lo largo de su carrera solo ha podido prolongar en uno de sus cursos (2008/09), y ésta es la primera vez en la que el equipo no transforma su gracia en un fútbol opresor. El Barça cuenta con un centrocampista que no pierde un balón, que no para de crear superioridad numéricas, que bate líneas en cada jugada… y no es capaz de traducir tan anti-naturales ventajas en un fútbol de calidad. Al menos, y esta es la parte positiva, sí las usa para sobrevivir. Se agarra a la competición aunque eso signifique quemarse las manos. Que un grupo que se acerca a los seis años de edad futbolística (equivalente a ¿120? de edad humana) siga ganando por hambre es tan meritorio como liderar la tabla con la plantilla del Atlético de Madrid. Mientras, se da tiempo para encontrarse en una versión colectiva más potente que, inevitablemente, llegará. Lo actual no es realista. Es un valle de los que deben superarse como sea.
otsuka 10 febrero, 2014
" Que un grupo que se acerca a los seis años de edad futbolística (equivalente a ¿120? de edad humana) siga ganando por hambre es tan meritorio como liderar la tabla con la plantilla del Atlético de Madrid"
Amén a esta frase -bueno, y al resto del análisis-. Lo del Barça ya me resulta casi más interesante a nivel humano que táctico o técnico. Uno busca fallos, deficiencias cuando seguramente lo que tendríamos que hacer es analizar los motivos de la supervivencia. Los 120 años que propones como edad emocional del Barça me parecen muy ajustados; se podría decir otra cifra pero lo innegable es que este equipo es, provisionalmente, muy viejo. Quizá una comparación con con Fauja Singh sería forzar la metáfora pero podríamos ver en el Barça a un fondista más cerca de los cuarenta que de los treinta intentado exprimir virtudes que no le llegan para competir con atletas más potentes. Estos jugadores, con todo desmoronándose a su alrededor, se agarran a cualquier cosa, a lo que sea, a un brillo individual, a una ventaja táctica pasajera y siguen sumando. El proyecto debería haberse caído ya pero no termina de hacerlo… a ver si van a estar construyendo algo sobre las cenizas de lo viejo.
Por buscarte un poco las vueltas, te diría únicamente que las lesiones de Iniesta están distorsionando ese mes mágico. El Barça no ha podido disfrutar casi en ningún momento de la temporada de sus máximos talentos juntos y en plenitud. De hecho, creo que este partido es el primer partido en el que Leo Messi e Iniesta coinciden a gran nivel. ¿Me equivoco? El equipo está bastante mal pero a poco que se logre integrar este caudal ofensivo deberían cambiar muchas inercias, aunque solo sea castigar cualquier error en el rival. Lo que no tengo muy claro es qué debería tocar el Tata Martino para facilitar la mejora, toda vez que repetir el Iniesta 2013 en banda parece una pérdida de tiempo. Imagino que es una de esas situaciones en las que el entrenador sabe que la respuesta terminará apareciendo y que su tarea es no estorbarla demasiado…