Era difícil alejar el fútbol del contexto emocional del choque, pero se consiguió. Con sus armas, Atlético de Madrid y Real Sociedad se intentaron dañar, quedando claro que los rojiblancos eran, antes de comenzar, un colectivo superior. Intentar sumar el recuerdo de su figura o sacar provecho de la posible sensibilidad del oponente. Lo segundo quedó para otros tiempos, y lo primero podemos entender que sucedió, pero podría pasar por otra notable actuación del líder del campeonato. La sensación es que el guionista volvió a sentarse en la butaca local. Un texto de serie, con una puesta en escena en franca progresión visual.
Si les digo que el Atlético de Madrid se adelantó y replegó para contragolpear hasta que apareció un actor muchas veces (in)esperado, no sorprendería. Programa, programa, programa, que diría Anguita.Filipe, Turan y Tiago, ausentes Como tampoco sorprendió que el rival, la Real de Arrasate, planteara un tipo de defensa muy parecida a la dispuesta por Pizzi o Emery en el último mes de competición: un repliegue de todas las piezas, estrechado en sus márgenes, dejando las bandas vacías para que los pivotes colchoneros se vieran obligados a pasarla allí, donde no hay extremos y donde tendrían que subir los carrileros o caer un delantero a banda. A estas dos últimas circunstancias, con Juanfran e Insúa subiendo y Diego Costa cayendo indistintamente a ambos costados, con aire infinito en los pulmones, el Atlético le añadió la variante que más le gusta a su entrenador, diabético del riesgo como un allenatore de los 80: balón frontal y aéreo, acudiendo al rechazo. Los hubo, todos propiciados por un buen Iñigo Martínez.
La Real salió convencida de su plan, ya conocido en el Calderón
La Real conseguía, cediendo la pelota, que no se la quitasen y que no corriera Costa, que es quien profundiza, más teniendo en cuenta que Arda, Filipe y Tiago lo veían desde casa. Cuando Costa cae a una banda, el rival se hace más fuerte en el área si Raúl García empieza de suplente. Y cuando los laterales suben, en el rechazo hay dos hombres alejados de su control, lo que obliga a los pivotes a dar un paso más y cerrar el grifo. Cuando esto sucede y las ocasiones no se producen, es una batalla entre delanteros contra Godín y Miranda. Vela y Griezmann son extraordinarios, pero Miranda volvió a llevar a sus pares a la última convocatoria de la asignatura.
Sorprendentemente, Costa profundizó como antaño, cuando le dibujaba las flechas y atenciones a FalcaoC.Vela, muy solo frente al muro, estando Villa siempre en el área, fuera de la asociación. Simeone, al no tener al turco, Filipe y Tiago, quizás temía más pérdidas del asturiano entre líneas. Para colmo, David consiguió hacer del área zona de castigo desde un envío lateral. Nuevamente, la defensa estrecha y acumulativa del rival se saldaba con un 1-0 en contra para irse a descansar.
Aunque esté asumido, al aficionado, sea cual sea, no le termina de convencer y gustar que su equipo, en casa, pues fuera se entiende casi consuetudinariamente, repliegue con 1-0, con total convicción y naturalidad. Es el plan de juego y no hay respuesta posible. Así es Simeone; con Eriksson o Bilardo en su mesita de noche. La Real, obligada por el resultado, recibió la pelota del grado de la evidencia, que no de buen, pues esperando contragolpea como los ángeles.
La entrada de Diego rehizo el fútbol del Cholo. A otro nivel
En esa fase del partido, los txuriurdin volvieron a tenerla, con su rival pertrechado, acordonando el área con cinta mechada de pólvora. Zurutuza y Prieto apenas intervinieron, pese a los esfuerzos de Pardo y Gaztañaga –apunta maneras-, que lo intentaron sin apenas producción. Mientras, Courtois, de negro. Ni un arañazo. La calidad de Vela, individualidad como no hay cinco en el campeonato, tiró de slalom, pero el área quedaba lejos igualmente.
Villa, que se lesionó en la primera parte, había dado entrada a Raúl García, solvente desde el costado diestro o como receptor del balón aéreo. Después entró Diego Ribas. Y el Atlético de Madrid sufrió una transformación. Como si se hubiera recuperado de un estado de amnesia ocurrido en junio de 2012, el partido se paró en sus botas. Todo balón acompañado en sprint hacia línea de fondo ya no se centraba al área, se pasaba atrás, buscando al brasileño, que detenía las agujas hasta encontrar la continuidad de la jugada. En 20 minutos, resuelta toda la oxidación posicional de momentos pasados. No le busquen explicación. Se llama Diego por algo.
Abel Rojas 3 febrero, 2014
"Se llama Diego por algo"
^^
Impacto brutal de Diego. Y enorme partido del Atlético de Madrid desde el minuto 1. Impresionante que haya salido de su bache de frescura como líder, eufórico y con Diego Ribas. Impresionante.