El Bayern Munich volvió a ganar en el Emirates. No fue lo de hace un año porque los de Guardiola aún no alcanzaron la perfección de la era Heynckes y el Arsenal no es tan blando como entonces. Compite mejor. Por eso ganó en Dortmund y pelea por ganar la Premier. Ayer dejó todo sobre el césped y no perdió por errores propios. Simplemente hubo un equipo mejor.
De hecho los locales arrancaron muy bien. Asumiendo los riesgos de siempre pero con una puesta en escena muy ilusionante. En defensa mandaba a sus pivotes (Flamini y Wilshere) sobre sus homólogos teutones (Javi Martínez y Kroos), que junto a Ozil y Sanogo como delanteros conformaban una presión incómoda para el Bayern. Tras recuperarla, el equipo salía en bloque, con mucha permuta ofensiva y Wilshere descolgándose hasta el área. Así llegó el penalti errado por Ozil. El Arsenal dominaba, aunque fuera con más pasión que cabeza.
El inicio de los de Wenger, el ejemplo del su intachable esfuerzo
Dos motivos explicaron los problemas del Bayern para pasar a campo contrario. El primero es conocido y tiene que ver con lo que no es Javi Martínez. Pep, animal competitivo antes que nada, adora la aportación defensiva del navarro –por eso lo puso de titular– pero sabe que ejecutando triángulos de posesión es lento. Le cuesta soltarla rápido. El otro motivo tuvo que ver con Thiago Alcántara, de actuación más bien gris pero al que hay que liberar de culpa. Guardiola le situó entre líneas para castigar al Arsenal donde le duele y la pelota no le llegó.
Imposible como tenía el avanzar por dentro, el Bayern fijó su mirada en la derecha. Pese a no recibir con demasiada ventaja, Gotze y Lahm se imponían a Monreal/Gibbs y Cazorla en sus duelos. Santi no es intenso cerrando y eso convierte en crack a la mayoría de laterales diestros que enfrentan los gunners. Pese a ello, el cambio real del partido llegó cuando Thiago descendió unos metritos sobre el césped, liberó la atención del Arsenal sobre Kroos y dejó su parcela de terreno a Robben. Ahí aterrizó el Bayern Munich.
Kroos y Arjen Robben liquidaron el partido con sendos partidazos
Empezaremos con Kroos. Su ejercicio fue brutal, perfecto, la cúspide de su carrera hasta la fecha. 65 minutos de centrocampista dominante como hay pocos en el continente, nada que ver con el ya de por sí precioso “mediapunta de Heycnkes”. Toni agarró la pelota y comenzó a pasarla con criterio y seguridad, sin que perderla fuera una mínima posibilidad. Guardiola ha cambiado a este futbolista. Ya no es el complemento de Bastian. Ahora manda él.
Por su pasado de futbolista «simple», lo de Robben fue más especial. No mejor pero sí más llamativo. Guardiola colocó al holandés de falsísimo extremo izquierdo, mucho más pegado a Mandzukic (ariete) que a la cal. En realidad se puede decir queArjen Robben y Kroos, enormes Robben gozó de libertad pero la mayoría de recepciones eran por delante de Mertesacker. Pep intuyó que el alemán no saldría a achicar tanto como su compañero Koscielny y la verdad es que lo clavó. En cualquier caso, ya decimos, Robben flotó por donde quiso: apareció en el punto de penalti para forzar la pena máxima, cayó a la derecha, filtró balones en profundidad a Alaba en la izquierda… Sensacional. Él y Kroos giraron el encuentro y metieron al Arsenal atrás. Un Arsenal que ya solo salía a través de las carreras al espacio de Oxlade. El inglés asustó a un Alaba que en algunos momentos se tuvo que zampar la banda él solito. Resistió, claro.
Robben mostró una de sus versiones futbolísticas más amplias
Al descanso se llegó con 0-0 y el Arsenal con un jugador menos por expulsión de su portero Szczesny. Un escenario ideal para el tiburón Guardiola, que no deja pasar una. Pep recompuso a su equipo de la siguiente forma: Javitxu pasó a jugar de central junto a Dante. Lahm dejó su puesto de lateral derecho a Rafinha y ocupó junto a Kroos el doble pivote. Robben, “delantero” en el primer acto, ahora sería extremo derecho a la vieja usanza. En la izquierda se turnaban Thiago, Gotze y compañía pero en el fondo daba igual; a partir de ese instante todo sucedería en la orilla opuesta.
Tras la roja a su portero, Wenger recompuso el equipo con un 4-4-1 con Ozil de volante izquierdo. Guardiola, que conoce a Mesut y sabe que solo se puede concentrar para defender de manera puntual, puso toda la carga en esa banda, tal que así: Robben encarando, Rafinha subiendo y Lahm cayendo a ese lado –movimiento que ejecuta a las mil maravillas–. El Bayern realizaba 8 de cada 10 ataques por ese sector. Si no se ganaba línea de fondo se enviaba al centro para el disparo de Kroos, que también se exhibió en el chut. El Arsenal sobrellevaba la agonía con mucho corazón; sin errar ni regalar nada pero consciente de que el contragolpe era totalmente imposible. Por ello el Arsenal hoy no merece crítica. Cayó ante un buen Bayern, un notable Guardiola, un enorme Robben y un magistral Kroos. Lógico.
Manu 20 febrero, 2014
Qué triste lo que pasó tanto con el Arsenal como con el City. Esas expulsiones ante equipos que ya 11 contra 11 tienden a monopolizar el balón, a menos que te entrene Mourinho, son lapidarias.
El Arsenal, hasta ese instante había hecho un buen partido en relación a sus posibilidades. Pero es difícil tumbar al Bayern cuando tienes a Sanogo jugando de '9' y a un Özil que pareciera que enviaron al hermano malvado a jugar. La presión alta que inclinó el comienzo del partido hacia ellos se cortó a los 10' y el Bayern creció a partir de ahí, con Lahm atacando repetidamente a un Gibbs que antes de lesionarse ya estaba sufriendo mucho, y un Kroos descomunal repartiendo balones. Qué pie que tiene el alemán. Antes de su golazo, Szczesny ya le había sacado un remate el primer tiempo.