Decía Andoni Goikoetxea que para poder decidir hacia donde debe ir el Athletic Club de Bilbao primero hay que saber de dónde viene. Seguramente esta reflexión sería igual de certera si cambiáramos el nombre del club por el de cualquier otro, pero no son tantos los casos en los que cumplir esta premisa es necesaria e imprescindible. El Athletic es una institución con una identidad muy arraigada, una personalidad muy fuerte, un entorno genuino y una historia de la que continuamente se retroalimenta. Causa o consecuencia de ello, probablemente un poco de ambas, el estilo de juego no es un asunto baladí en Bilbao. Los debates son recurrentes, las comparaciones odiosas y los falsos mitos abundan, por lo que para mirar al espejo del pasado hemos conversado con Eduardo Rodrigálvarez y Jon Rivas, dos de los periodistas que más y mejor han contribuido a retratar “de dónde viene” el club bilbaíno.
La influencia británica marcó los inicios del Athletic Club en todos los sentidos posibles.
“El estilo del Athletic hay que entenderlo por la actitud, por el coraje, por la entrega… Esto es lo que tiene que permanecer, independientemente de que juegue Txetxu Rojo o Ramón Senarriaga”, arrancaba Rodrigálvarez. Estableciendo esta filosofía como una cuestión innegociable sea cual sea el tipo de fútbol que se practique, no resulta complicado relacionarla con la idea de juego que marcó los primeros años del club: el “kick and rush”. Importado desde Inglaterra como las camisetas rojiblancas que Juan Elorduy compró un día en Southampton, el tradicional estilo británico fue la obvia consecuencia de que, como en la mayoría de clubes españoles, los primeros entrenadores fueran ex-jugadores de la pionera First Division.
“En los años 20 o en los años 30 en Bilbao se jugaba con mucho barro y en Madrid, por ejemplo, se jugaba con un campo durísimo donde la pelota botaba muchísimo, lo que por supuesto condicionaba la forma de jugar de cada equipo”, apunta Jon como un factor a tener muy en cuenta. William Barnes (1914-1916, 1920-1921) aprovechó esta circunstanciaCon su forma de ser, Pentland se convirtió en un ejemplo a seguir en los años venideros para acabar con el “passing game” escocés reinante durante los años de autogestión de los jugadores, cambió los métodos de trabajo e instauró “el juego rápido y de pases largos, llevando el balón de ala a ala y con chutadores rápidos en el centro”. Con esta idea, el Athletic ganó las tres Copas del Rey que disputó dirigido por el técnico londinense, incrementando la cifra a los ocho títulos y potenciando esa relación tan especial que aún mantiene con la competición. Sin embargo, el hombre que condujo el club al profesionalismo fue Fred Pentland (1925-1926, 1929-1933), una de las figuras más representativas e importantes de su historia. Cuenta Jon Agiriano que, por entonces, el “kick and rush” de Barnes se había “deformado por la falta de calidad”, ayudando a malinterpretar la verdadera esencia de este estilo. Fue la primera vez que ocurrió, pero desde luego no sería la última en la que, por ejemplo, se confundiría un balón en largo con un “patadón”. Sea como fuere, la influencia de Mr. Pentland fue más allá de mejorar los entrenamientos, la organización del club o las nociones tácticas de sus futbolistas. Fue más allá de ganar dos Ligas y otras cinco Copas. Fue más allá de ser el “Valdano de la época”, como lo compara Rodrigálvarez por su “intención de trascender” y su propensión a escribir artículos de fútbol en prensa. Mr. Pentland instauró una manera de ser, de hacer y de comportarse. “Cuando se pierde un partido no se debe decir nada. Cuando se gana, menos”, rezaba una de sus frases más recordadas. El Athletic aprendió a ganar con y cómo él.
Conforme los años fueron pasando, la identidad del Athletic se reforzó y su estilo evolucionó.
Aunque “El Noticiero Bilbaíno” señalaba en su crónica de la penúltima Copa de Pentland (1932) que “una vez más la furia vasca venció a la táctica y serenidad catalanas”, lo cierto es que el técnico inglés estaba, en palabras de Agiriano, “obsesionado con la correcta ocupación de los espacios, primero en torno al 2-3-5 y luego con el 2-5-3″. Es decir, su Athletic A San Mamés le costó ser capaz de valorar el fútbol distinto al suyo era un equipo trabajado y ordenado según su pizarra, pero por lo que llamaba la atención y recibía elogios era por la convicción, fuerza y garra con la que desplegaba su juego sobre el campo. Los durísimos años que estaban por llegar para toda España y, en especial, para Euskadi, no hizo sino reforzar la ligación emocional entre el público de San Mamés y un estilo de juego que, además de ser exitoso, reafirmaba una identidad guerrera que se encontraba silenciada. Tal era ese sentimiento que a jugadores históricos como Panizo, un adelantado a su época, le costó ganarse al respetable de La Catedral. Así nos lo cuenta Jon Rivas: “La gente estaba acostumbrado a ese juego hasta que en los años 40-50 llegó un jugador llamado Panizo que jugaba distinto, que se daba la vuelta, que pasaba el balón atrás y que combinaba. A la gente de San Mamés no le gustaba demasiado, pero un día vino a jugar San Lorenzo de Almagro, le dio un baño al Athletic, y la frase que todos repetían al salir del campo era ‘joer, si juegan todos como Panizo’. A partir de ahí comenzaron a apreciar el fútbol distinto”.
En un documental de la ETB, Carmelo Cedrún contaba cómo en aquellos años 50 aún intentaban jugar con un balón que potenciase su fortaleza física (en casa, metían el balón de cuero en un barreño de agua para que pesase más; fuera, como el rival siempre estrenaba balones, Cedrún los pinchaba hasta encontrar el más viejo), pero esos factores externos comenzaronEl Athletic de Clemente recuperó el juego más directo y vertical a través de la intensidad a mejorar. Los balones o los campos siguieron teniendo su relevancia, sólo hay que pensar en Atotxa o San Mamés en la era triunfal del fútbol vasco, pero cada vez se reducían más las diferencias. A su vez, el estilo del Athletic seguía evolucionando. “Hay que tener en cuenta que si el fútbol británico ha cambiado, pues tendrá que cambiar también el Athletic. Por el club han pasado futbolistas de una grandeza absoluta. Ya me dirás qué tiene que ver Sarabia con el fútbol británico de su época”, reflexionaba Rodrigálvarez. En ese escenario surge Javier Clemente (1981-1986, 1990-1991, 2005-2006), un técnico que aún hoy genera debate tanto dentro como fuera de Bilbao. Etiquetado como muy defensivo por la mayoría y catalogado como ofensivo por Pep Guardiola, se puede decir que para muchos fue el regreso más purista al estilo con el que el Athletic se había convertido en un grande. Este hecho, sumado a que durante casi treinta años de cierta evolución sólo habían conquistado tres Copas, llevó a despertar un sentimiento de nostalgia que perduraría en el tiempo adaptando el recuerdo de ese conjunto al discurso de cada uno. Como contrapeso a esto, Jon Rivas remarcaba la calidad de aquel Athletic: “En los últimos títulos de Clemente jugaban futbolistas como Sarabia, Dani, Argote, Sola… Jugadores que lo que hacían era tocar la pelota. El primer año en que ganó la Liga el Athletic fue el máximo goleador y se veían goleadas todas las semanas. Repasas los partidos de aquella época y ves como Gallego o Urtubi eran unos jugadorazos, lo que pasa es que tenían ese plus de entrega y de esfuerzo que igual no se daba en otros equipos”. Siendo así, la lectura que queda es que el equipo de Clemente no recordaba al de Fred Pentland por su “kick and rush”, sino por su carácter.
Entonces, ¿es posible que se haya malentendido la esencia del estilo del Athletic? Quizás el fútbol vertical, vertiginoso e intenso no era clave porque ganara partidos, sino porque expresaba la indomable actitud del club que ganaba campeonatos. Es cierto que los debates de estilo continuarán y que San Mamés ha tenido siempre una línea muy marcada, la cual al asociativo Jupp Heynckes (1992-1994, 2001-2003) le costó alguna que otra pitada hasta realizar “el partido perfecto”, pero también lo es que no ha tenido ningún problema para negociarla. Si el Athletic les representaba con orgullo, dar más o menos pases es secundario. Si el Athletic reafirmaba su identidad con el balón, poco importaba si éste vuela o es raseado.
Tras una mala época, Marcelo Bielsa y Ernesto Valverde han vuelto a despertar el orgullo de Bilbao.
De ahí que entrenadores tan diferentes en las formas como pueden ser Marcelo Bielsa y Ernesto Valverde no lo parezcan en la práctica. Sus Athletics son emocionales. Pasionales. Ven el fútbol de cara, lo afrontan con intensidad y atacan de forma vertical. Así La conexión entre club y ciudad es clave para todos los técnicosdespiertan el sentimiento de pertenencia de la gente de Bizkaia. Axel Torres suele comentar que, en el estilo de cada equipo, hay un poco de la ciudad que representan, y en el caso de Bilbao es un hecho innegable. El Athletic es el orgullo de su gente, porque el Athletic Club son ellos. “Yo creo que hay muy poca gente que no interiorice el Athletic como una parte fundamental de Bilbao. Hay mucha gente en la ciudad a la que el fútbol no le importa ni lo más mínimo, pero siempre está atento al Athletic. La ciudad es colateral al club y el club es colateral a la ciudad”, considera Eduardo Rodrigálvarez. Precisamente por esto, los técnicos extranjeros que llegan sienten que una parte indispensable de su trabajo es sumergirse en la ciudad. “Pido a los jugadores que pongan el corazón en el juego por el honor de su hermosa tierra, por sus directores, prensa y público, y por el gran juego del foot-ball”, decía Mr. Pentland. Él fue el primer entrenador bilbaíno que no nació en Bilbao, pero no fue el único (Howard Kendall, Jupp Heynckes, Luis Fernández o Marcelo Bielsa) que convirtió la necesidad en virtud.
“Hay mucha inmediatez en el fútbol. La gente recuerda, como mucho, lo que pasó ayer. Pero para ser del Athletic yo creo que hay que conocer la historia y saber qué pasó desde 1898 hasta estos tiempos”, opina Jon recordando la frase de Goikoetxea. En parte, para Rodrigálvarez, recordar y reinterpretar esa historia fue la clave del éxito de Bielsa: “Yo creo que Marcelo logró una cosa muy importante que es que les hizo pensar a los jugadores que eran tan terriblemente importantes como para conseguir grandes metas, que era algo que estaba un poco olvidado desde las últimas ligas en los 80″. Les recordó quienes debían ser. O, mejor dicho, quienes eran. Porque el futuro del club, como cada remontada del equipo de Valverde, ya está escrito en los libros de historia. Por eso mismo, Jon Rivas cree muy certera la nota que dejó Bielsa cuando se marchó, la cual cerraba así: “Finalmente quiero recordar con cariño a los niños de Bizkaia, porque con su ingenuidad transmiten de forma natural lo que significa el sentimiento por el Athletic y garantizan que el vínculo seguirá siendo masivo, duradero e indestructible”. Ése es, ése es el estilo Athletic Club de Bilbao.
“El Athletic ha ganado muchos partidos por los jugadores, y otros tantos por el club”.
Eduardo Rodrigálvarez.
Munitxo 29 enero, 2014
Pedazo artículo, Miguel!! el último texto que dejó el señor Marcelo Bielsa, me ha emocionado . Espero que hoy haya muchas banderas del Athletic, en los balcones de Bilbao, tenemos un partido importante y creemos en la remontada.