Ocurrió en las primeras escaramuzas de la antigüedad y sigue dándose en las discotecas de nuestras Nocheviejas: la movilidad sibilina por el costado siempre ha servido al ser humano para burlar las defensas frontales y atacar directamente el corazón de su oponente. El flanqueo tampoco es raro en el fútbol, que encuentra en el aprovechamiento de los carriles laterales un requisito fundamental para desbordar al rival. Generoso en variantes y posibilidades, el deporte rey concibe muchas formas de activar las bandas en favor del ejercicio ofensivo, desde los ya raros inquilinos de la cal hasta laterales de gran profundidad pasando por todo tipo de diagonales a cargo de interiores, mediapuntas y esos abnegados delanteros que ya no recuerdan los tiempos en los que el nueve echaba raíces en el área.
Por norma general el delantero centro activa el costado cayendo a banda desde su hábitat natural entre los centrales. Tanto es así que la diagonal hacia afuera se ha convertido en una de las señas tácticas que definen la ortodoxia del nueve puro. Pero el fútbol raras veces se casa con una sola receta y nos ha ofrecido grandes muestras de equipos cuya punta de lanza, que no un nueve estricto, partía del costado para acabar en el centro. Este fue el caso de un punta francés que cabalgaba desde la izquierda con altivo donaire, prefería llegar al área de cara y no siempre la pisaba. Incuestionable referencia ofensiva de su equipo, Henry era más productivo en el juego y el remate partiendo del costado que afincado en el medio.
@DavidLeonRon 3 enero, 2014
"Henry era más productivo en el juego y el remate partiendo del costado que afincado en el medio"
No sé si estoy de acuerdo en esto. O mejor dicho, sí pero parcialmente. Un tiempo sí y un tiempo no. Para mí el mejor Henry no debía partir de banda. Su juego era tener libertad para encontrar la posición exterior de manera natural, engañando al lateral derecho y huyendo del central. Henry debía tener campo para moverse.
En el Barcelona, sin embargo, a Henry le vino muy bien el nivelazo de Messi e Iniesta en la 2008-2009. Uno atraía a lo bestia y le filtraba pelotas desde la derecha (gol al Bayern, gol al Madrid, etc) y Andrés le ponía la pelota franca y limpia.
Ese Henry no tenía ya las condiciones para jugar libre y por todo el campo y no le vino nada mal abrirse de forma fija. Aunque a cambio pasó a ser un jugador mucho más limitado y que sufrió lo suyo para poder desbordar.