Cesc lo había hecho de nuevo; tras una larga serie de partidos fantásticos fuera de su posición teórica volvía a tope de moral adonde el Barça más le necesita y ya llevaba 90 minutos para el olvido, los 45 del Calderón y la primera mitad de ayer en el Ciutat. El caso es que entre el cansancio del Levante y la iniciativa de Leo Messi lograron meterlo en el encuentro hasta edificar un dominio sólido de su equipo que, parecía, iba a acabar con otro gol del «10» a pase del «4», pero el Tata Martino lo quitó en el minuto 73 y el Barça perdió eso a cambio de nada, pues aquéllo que buscase el entrenador no salió en la práctica. A Caparrós sí le salió lo suyo, con una pizca de buena suerte.
El 4-4-2 local fue arriesgadoEl primer tiempo fue un 0-0 de manual maquillado por dos goles a balón parado. No había nada en las áreas; las defensas se imponían a los ataques; y eso que el Levante asumió cierto riesgo con su 4-4-2. El trabajo de los puntas no era el de Villa y Costa de la semana pasada, no se situaban entre Busquets y los interiores culés, sino entre los centrales y el «16», y resultó bastante improductivo, pues Mascherano y Piqué encontraron con facilidad al propio Sergio o a Xavi y dejaron al Barça contra 8 más Keylor de forma continua. No hubo ahí una ventaja táctica levantinista, ni el Barça cometió fallos en salida ni se vio forzado a hacer salida de tres y perder una pieza en el medio (mapa de pases de Busquets con la zona del tercer central intacta). El problema culé estaba más arriba.
Alexis recuperó su «antiguo rol de Jesús Navas» y no funcionó.
El ataque culé de anoche fue casi un calco del visto el año pasado durante la regencia de Jordi Roura: circulación lenta, poco movimiento entre líneas, si acaso se percutía por banda pero luego no había nadie en zona de remate y al final Messi quedaba obligado a bajar al lado de Busquets para intentar el milagro. La única diferencia fue que a veces, al estar la defensa local adelantada, se jugó en largo, aunque sin la precisión ideal. Fue raro porque esta etapa el Barça ya la ha superado; quizá la explicación resida en el vuelta de Messi, que no terminó de ser bien leída por el resto. Por ejemplo Alexis y Pedro sufrieron un montón al ¿tener que? abrirse y fijar más en banda. Así sí se ven sus defectos.
En cualquier caso, como todos los equipos que tienen un Dios, desde que éste regresa de una lesión hasta que pilla el ritmo se pasa por una etapa conflictiva. Él condiciona mucho y no siempre puede compensar los desajustes. Concretando aquí, Messi es un futbolista de movilidad modesta al que se le busca persistentemente y eso reduce los espacios. No hay intercambio de posiciones, no hay desmarques agresivos… la defensa oponente se mueve menos y controla mejor el terreno. ¿Cómo compensa Leo ese precio táctico? Con su regate. Recibe donde sea, se va del primero, atrae marcas y «desmarca a sus compañeros». Aunque tiene pinta de que está al llegar, aún no está en ese punto. Dicho de otro modo, el pinchazo no importa; Messi pronto los ahuyentará. Lo que chocó fue el viaje al pasado. Hace tres partidos Cesc, Alexis, Pedro y Alba desbordaban con soltura sin la necesidad de obras messianicas, con Xavi desvinculado de los primeros pases y Busquets, ayer otra vez apartado por el capitán, dirigiendo la posesión.
El Levante cedió demasiados metros al inicio del segundo tiempo.
En el segundo periodo el Levante rectificó su dibujo y, confuso, perdió metros. Caparrós leyó que los dos delanteros no estaban reportándoleLeo y Fàbregas gestaban el 2º beneficio alguno; en defensa eran eliminados y en ataque no asustaban a los entonados centrales del Barça, así que retrasó a Rubén al mediocampo para ganar un hombre extra. Esta medida prudencial fue interpretada por su equipo (que está lejos de tener el empaque de la era JIM) como un «¡vamos para atrás!»; en general reculó y en particular los volantes, Pedro López e Ivanschitz, hicieron más de laterales que de otra cosa. Con el Levante hundido, Leo pudo arrancar, acelerar, amenazar, atraer y encontrar a Cesc en la frontal para tirar la pared. No salía del todo, pero se quedaba muy cerca. Encima, el Levante no tiraba contras. El Barça dominaba muy tranquilo. Su victoria parecía cuestión de tiempo.
Sin el talento en el último pase de Cesc, Caparrós pudo respirar.
Entraron Sergi Roberto, Tello y Dongou. El primero puede que para tener una segunda vía de conducción que permitiera a Messi no tener que bajar siempre, el segundo porque se mueve muy bien en el sistema del año pasado que ayer se estaba aplicando y el tercero a la desesperada. En el Levante sobre todo entró Ángel, que cazó tres balones largos y tiró, entonces sí, un par de contragolpes que hicieron que, con empate a 1-1, la distribución de disparos en los últimos 15 minutos fuese de 3 a 3. El FC Barcelona ha pinchado cuatro veces en esta Liga y solo en una fue superior a su rival en el último cuarto de hora. Curiosamente fue contra el Atlético de Madrid, si bien se debió a un fallo de Simeone. Fue el único problema ayer sufrido que necesita una solución nueva. Para todo lo demás (de anoche) este Barça ya ha demostrado respuestas. Solo le falta creer de verdad en ellas para no abandonarlas a las primeras de cambio; repetir siempre lo mismo; que las virtudes o el buen hacer de un Simao, un Diop y un Juanfran no le haga renunciar a Sergio Busquets como destino del primer pase, a los interiores arriba y a todo lo que ello implica. Messi es la guinda mortal; no la excusa para ceder responsabilidades. Y si Leo baja, la solución no es que el «6» y el «8» bajen a su vez para dejarle espacio; sino que suban para llenar el que él deja. Lo demás genera lentitud y espesura.
vi23 20 enero, 2014
Bastante de acuerdo. Soy el único al que Sergi Roberto le recuerda a Gabri?