Con su acidez, sarcasmo y particular simpatía, Javier Aguirre es uno de los técnicos más expresivos del fútbol español. Preguntado hace poco más de un mes, tras vencer al Valladolid, por si había escuchado el cántico de «¡Álex titular!» que había entonado Cornellà, él respondió (ver vídeo) a su manera: “Yo quería que me dijeran a quien quito. Es la segunda parte del cántico: ‘¡Fuera Víctor Sánchez, fu-e-ra Víc-tor Sán-chez!’. Porque jugar con doce está jodido. Yo he estado muy atento por si había segunda parte y me decían ‘¡Fuera Córdoba, fu-e-ra Cór-do-ba!’. ¡Y no me la dijeron! Me dan la parte uno de la ecuación, pero no me dan el dato dos. Es jodido, eh. Pediré a la FIFA que nos deje jugar con doce… A ver, buscaremos, buscaremos la solución”. Tan sincero como siempre, Aguirre no mentía. Álex Fernández está comenzando a tener minutos.
Desde niño, sus condiciones destacaron sobre las del resto.
Su desembarco en la Liga se ha producido sin hacer demasiado ruido, pero hasta hace bien poco el centrocampista madrileño era una de las promesas más sólidas de la Fábrica. Su curriculum le avala. LíderDestacó en sus años de juvenil en el R.Madrid del Real Madrid juvenil que hizo doblete en 2010, Balón de Oro del Europeo Sub-19 que conquistó España en 2011 y pieza clave en el Castilla que ascendió a la Liga Adelante en 2012; Álex Fernández no es uno más. Ni siquiera lo era en la última gran generación (1992) del club, con nombres como Dani Carvajal, Pablo Sarabia o Álvaro Morata. Él destacaba sobre el campo ya fuera por su físico, por su calidad o por su color de pelo. Se asociaba bien en corto, ocupaba mucho terreno, era intenso en la presión y llegaba al área con frencuencia. Admiraba a Xabi Alonso, idolatraba a Steven Gerrard y se le comparaba con Paul Scholes. El cocktail parecía perfecto, pero en las dos últimas temporadas dejó de mezclar. Debía dar el salto, aunque éste no fuera el esperado.
El destino fue todo un acierto. El RCD Espanyol no es sólo un club que por identidad y obligación debe apostar por futbolistas jóvenes, sino que el estilo de juego del equipo concuerda perfectamente con las característicasLos cambios no incluían a Álex en la alineación del box-to-box pelirrojo. Sea como fuere, hasta aquella rueda de prensa, Javier Aguirre no le estaba dando demasiado chance. Era un chico muy joven y sin experencia en la categoría, pero la afición perica entendía que su técnico había tenido oportunidades para darle más minutos. En verano perdió a Juan Forlín y Joan Verdú, pero los sustituyó por David López y Abraham. Los resultados, que habían sido muy buenos al inicio, dejaron de acompañar en otoño y el técnico mexicano cambió. Quitó un centrocampista, metió a Jhon Córdoba y pasó a dibujar un 4-4-2 sobre el campo. El delantero colombiano comenzó a sumar y el equipo reaccionó (7/12 puntos), pero Cornellà seguía sin ver el juego que le hacía estar más cerca de Europa que del descenso.
Álex Fernández destaca especialmente por su gran polivalencia.
Con dos delanteros Aguirre buscaba tener más presencia arriba para compensar el bajón de Stuani, pero se topó con lo contrario. La presión no era tan alta, el equipo fue perdiendo metros y, por ende, debía atacar desde más atrás. En esas, sobre todo sin Verdú, al Espanyol le cuesta. Sus centrocampistas, incluso los externos, tienen piernas pero no toque. Les cuesta construir, tienden a simplificar la salida y, aunque Córdoba hace un buen trabajo, el equipo no parece estar tan cómodo sobre el césped como lo estaba antes. Álex Fernández no es, por tanto, una petición caprichosa del respetable.
A su favor juegan dos factores. El primero, lo describió elocuentemente (ver, de nuevo, el vídeo) su entrenador el mismo día en el que se preguntaba cómo darle cancha: «Álex me sirve para el 4-3-3, para el 4-4-2 o para el 4-5-1. Me sirve para el 3-3-3-1, el 4-1-4-1, el 4-2-4, 4-2-3-1, 5-3-1-1 o el 5-3-2. Me sirve perfectamente para todos los sistemas. Es un chabo muy versátil». Su polivalencia no es nueva, pues en el Castilla incluso jugó en banda, pero ha sido la clave que le ha valido ir teniendo minutos. Arrancó enero en el doble pivote, pasó al enganche ante el Celta y en Copa, frente el Madrid, jugó de mediapunta. Y lo hizo bien. Bastante bien. Acompañó en la presión a Víctor Sánchez y, sobre todo, mostró su segunda carta: su claridad con el balón en los pies. Álex no es un virtuoso técnico ni su cerebro es el de un gran organizador, pero tiene cierta calidad y es capaz de sumar en posicional. No obstante, es el futbolista con mejor porcentaje de acierto en los pases del equipo (84,3%) con diferencia sobre el segundo (Moreno con 78,9%). Argumentos para ser importante tiene. Le pide su afición, su técnico le necesita y, de momento, él responde.
javimgol 25 enero, 2014
El tema cantera en el Real Madrid es bastante complicado: se ensalzan jugadores a veces por un futuro potencial (o quien les represente) más que por el valor real y presente del jugador. La mayoría del gran público no ve al Castilla, a diferencia del primer equipo, pero sí que recibe mucha información sobre él. Supongo que en otros grandes el caso será similar.
Álex en el Castilla que ascendió daba buenas vibraciones, pero el año pasado para mí fue de los más flojos del filial merengue, la verdad. Me sorprendió mucho que fichara por un club como el Espanyol, y más aún que allí fuera protagonista.
Su sitio ideal para mí es el doble pivote. Es donde ha jugado más tiempo. Le veo algunos problemas para jugar en la mediapunta. La primera es que no se si tiene capacidad para recibir tanto de espaldas como de cara. La segunda, que pierde metros de influencia con el balón al recibir tan arriba. Y la tercera, que si ya está arriba, se pierde parte de su llegada, ida y vuelta.
Álex Fernández es un jugador que combina físico con calidad, es decir, ha nacido para ser un centrocampista de los de toda la vida. El problema es que no es un portento en ninguna de las dos facetas. Pero a Aguirre le puede arreglar un descosido.