2011 fue un gran año de fútbol por motivos mil veces rescatados y otros mucho menos recurrentes. Uno de ésos más modestos fue el Villarreal de Juan Carlos Garrido; un torbellino de juego móvil, improvisado y al mismo tiempo equilibrado que nos presentó a Bruno Soriano, dio valor a Borja Valero como mediocentro, consagró a la fantástica dupla Nilmar-Rossi y aupó a Santi Cazorla en el que, por ahora, ha sido el mejor curso de su carrera. Aquel equipazo tenía muy poco que envidiar a cualquier creación previa de Pellegrini en la misma entidad amarilla. Y no pudo ni arañar al FC Porto de André Villas-Boas.
Su Porto nunca tuvo que pararVillas-Boas nos volvió locos. Su historia personal generaba empatía y, lo más importante, pronto creó un equipo brutal. Con Fernando de 5, Moutinho de interior izquierdo, Guarín en el derecho, Hulk, Varela y Falcao. O sea, con una base de un nivel físico inigualado que fue aprovechado para presionar de verdad 90 minutos por encuentro y que supo dar vida a un sistema que creaba espacios con mucha facilidad, basado en las diagonales de Moutinho y Guarín. Empezaban en el medio pero terminaban en la banda, y a partir de ese «tercer hombre» en el costado, el Porto fue una constante máquina de desbordar. No se paraba nunca, siempre había una solución, aquel 3×2 no llegó a ser bien defendido por nadie. Fue el primer equipo que aplicó esa jugada con grandes resultados. Le dio un toque de originalidad tan puro que estando allí Hulk, Moutinho y Falcao, el hombre del proyecto fue el entrenador.
Embriagado por el éxito, Villas-Boas tomó una decisión a la que ahora, con la perspectiva que da el tiempo, debemos tildar de errónea: fichar por el ya decrépito Chelsea FC. Y ocurrió lo prácticamente inevitable.
Su espejo más perfecto por momento, impacto y perfil, Jurgen Klopp, siguió en su club, explotó al máximo su proyecto, vivió la historia más bonita de su carrera y pase lo que pase en el futuro, cuando abandone Dortmund elegirá destino. André se privó de presentar a su Porto en la Champions y es visto como un juguete roto por el duro presente.
No era tan inevitable lo de White Hart Lane. En su primer año le salvó el impresionante nivel del a la postre nombrado MVP de la Premier, pero no hubo más que éso. Bale haciendo de mediocentro porque, si no, la pelota no llegaba arriba fue la herencia dramática del Tottenham 2012/13. Y lo de esta campaña ya no se sostenía. Más allá de la sensación de vacío de su gestión, de que en apariencia no haya sabido sumar nada, lo que mosquea es que Villas-Boas nunca haya intentado plasmar en Inglaterra lo que demostró en Portugal. Teniendo a Capoue, Dembélé y Paulinho, ¿por qué no diseñar algo más cercano al Porto tri-campeón? ¿por qué el técnico del equipo más intenso ha construido sistemas de ritmo lento teniendo piezas para lo contrario?
Los interrogantes sin contestar acerca de Villas-Boas se amontonan. Incluso surgen algunos sobre su importancia en la gloria de Los Dragones. Hay clubes tan definidos, tan optimizados, tan claros en su personalidad y, a veces, incluso con plantillas tan superiores a las de su competencia, que igual para sacarles todo el jugo no se requiere ser lo que todos entendemos por, en general, «un gran entrenador». Y cabe la opción de que el Porto entre en esta categoría. No obstante, ningún grupo se dirige solo, y sea lo que sea aquéllo que demandasen Moutinho, Hulk y Falcao en aquel año 2011, Villas-Boas supo dárselo con nota. Sigue siendo insultántemente joven y ya acumula mucha experiencia. Tiempo tendrá para resarcirse. Quizás el primer paso sea dejar de traicionarse y aceptarse como lo que sí ha demostrado ser: un excelente arquitecto de transiciones.
@SharkGutierrez 19 diciembre, 2013
Cabe la posibilidad de que Vilas-Boas se equivocase o se precipitase a la hora de afrontar un nuevo reto. Realmente me parece que han habido muchas cosas que no le dejan triunfar en Inglaterra: introducir su idea. Es decir, que no respeta -puede sonar fuerte- esa jerarquía tan necesaria en los clubes. Llegó a Londres y quiso jubilar a Terry y Lampard, al mismo tiempo. El problema en el vestuario fue mayúsculo: la gente simplemente no cuajaba con lo que pretendía.
La oportunidad del Tottenham se presentaba bastante golosa; simplemente no ha sabido gestionar una plantilla ciertamente descompensada. No otorgó unos roles definidos a unos chicos que, tenían una virtudes esplendidas para correr y acudir al espacio, pero en cambio, lo desencajó y parecía tan juguete roto como lo es él ahora mismo. Además, ha habido cierta descompensación en los fichajes. No comprendo demasiado el exceso de mediapuntas en la plantilla y tampoco entendí mucho su forma de defender. Con dos centrales lentos como los te los Spurs esta temporada, se me antojaba debilidad manifiesta.
Se marchó Parker y no tienen un centrocampista de verdad -pese a Capoué o Paulinho-. Es decir, parece que ha desaprovechado a muchos jugadores no adjudicándoles un rol determinado; formó un galimatías. Por último, tampoco entendí la necesidad de fichar a un jugador como Soldado y más, jugando a ritmo lento: no se puede domar un potro a cañonazos, porque al final, el cañón se atasca y termina viniéndose en su contra.