Como cada lunes, escuché hace tres días a David de la Peña en ‘This is Fútbol COPE’ comentar que el ataque estático del Napoli había caído algún punto en su claridad. Faceta que el club campano había mejorado a inicio de campeonato y que se había erosionado en el último mes. La lesión de Zuñiga y la suma de cierto bajón de Hamsik más su lesión reciente habían perjudicado la convincente puesta en escena del Napoli de los primeros 60 días de competición. Y aunque el reto que tenía enfrente la grada de San Paolo no tenía tanto que ver con crear a partir de esa fase del juego, Benítez obró en consecuencia. En consecuencia de una decisión propia que deja posibilidad de debate.
Mertens por Insigne. El pequeño italiano sería suplente. Ante tal elección, el Napoli dibujó un planteamiento inteligente y lógico en los primeros 20’. Con Dzemaili y Behrami como volantes centrales, la salida de los napolitanos ha de ser menos elaborada o lateral, pues la dupla suiza es más de trabajo que de creación. Al no estar Zuñiga, lateral derecho, Benítez tiró de agresividad y mandíbula para contagiarse del imperial eco de San Paolo y marcar el 1-0 en esa fase de presión tras la pérdida; marcas adelantadas fuese cual fuese la posición del adversario y de la pelota.
SSN salió acorde a su grada. Pressing, movimiento y recuperación
Mertesacker está perfectoEn ese tramo de partido, los celestes –amarillos ayer- jugaron muy bien. El primer movimiento del partido fue una declaración de intenciones: un fuera-dentro de Callejón y posterior ruptura de Higuaín a la espalda de Mertesacker –de aquí en adelante, MerteKaiser-. Como complementos a los movimientos interiores de Callejón y Mertens, Armero y Maggio rompían por fuera. La idea principal residía en conformar ataques de pocos pases, vertical, sin importar la pérdida del cuero, recuperándolo con una inmediata respuesta de su doble pivote, que no dejaban girar a Özil ni Cazorla. Convicción y alevosía en los de Benítez, que en jugadas de Pandev o Armero tuvieron su correspondiente profundidad. Una nueva gran actuación de MerteKaiser sostuvo la zona de castigo.
No hubo gol y el Arsenal dio un paso adelante. Como Behrami y Dzemaili daban dos pasos para encontrarse a los hombres de Wenger en posiciones incómodas, de espaldas a la jugada, había un espacio –imagen- que Giroud comenzó a aprovechar para orientar la transición hacia la espalda de Armero, donde caía Rosicky para sacar a los gunners hacia campo enemigo. Desde el 21-23’ hasta el final de la primera parte, el guión se normalizó: el Nápoles bajó la intensidad, replegó sus líneas, cedió la pelota y esperó su oportunidad para contragolpear con Callejón y el ‘Pipita’.
Giroud sacó a su equipo de esa fase de dominio napolitano
Tras la reanudación, Rafa dio entrada a Insigne, cambiándolo de banda con Callejón. Una de las cualidades de camino más recto para definir a un crack es que mejora el potencial de tu juego haciéndolo más simple: «dame la pelota y mírame». Comenzó a moverse y el Napoli recuperó la fe con la que salió en el arranque del choque. Clavado en la izquierda, el insigne Lorenzo bailó a Jenkinson con su diestra y retrasó al Arsenal unos metros. Volvió a aparecer Armero, apareció Callejón sobre el lado débil, su lado más natural aunque en este Napoli nos diga lo contrario, y San Paolo volvió a emitir el eco más abismal del fútbol europeo –no existe un sonido igual cuando se da un gol importante-.
El gol de Callejón fue el último coletazo del grupo más doliente de toda la fase de grupos. Entre todas las historias que nos deparará la Champions a partir de febrero, esta será recordada por la reinvención homérica de Klopp, la fiabilidad del Arsenal en el Signal Iduna Park o el último alarido de una grada sin parangón. Alguien tenía que caer.
Abel Rojas 12 diciembre, 2013
Me alegro mucho de que se recalque a Mertesacker. Los centrales que se fajan, que analizan, que ceden protagonismo, que tiran de posición, que defienden como se debe, merecen elogio en esta época que amenaza con destruir el término "central" y sustituirlo por el de "anticipador".
Un día voy a cabrearme y voy a diferenciarlos. Si no lo he hecho ya es porque soy consciente de que sonaría ridículo.