1-CAPITANES.
En el fragor de la batalla la figura del Capitán emerge destacada para doblegar al destino. Su influencia no guarda relación con la del estratega que dispone los peones alejado del combate. El Capitán es un soldado más en primera linea del frente, aunque en ningún caso un soldado cualquiera. Aun tratándose de un formidable luchador, carece no obstante de la destreza o cualidades del guerrero excepcional. Él es la cabeza visible que sirve de guía y estímulo para el resto. Es el alma del grupo. El emblema donde buscar aliento ante la indecisión o el miedo.
Diego Alatriste fue bautizado Capitán, sin serlo, por los supervivientes de una tropa de los Tercios de Flandes que no dudaron en la elección tras haber perdido en batalla a todos sus superiores. Una inercia similar a la que impulsó a Crispin y Goliath a seguir los pasos del Capitán Trueno en su cruzada en favor de los oprimidos o la que incitó al comando del capitán John H. Miller en su sacrificada búsqueda del soldado Ryan. La integridad y arrojo de dichos capitanes fueron los factores determinantes para que ellos y los suyos lograran vencer en un contexto manifiestamente desfavorable.
El barrio neoyorkino de East Low Side durante la Gran Depresión y el área de Huyton en el Liverpool thatcherista son dos escenarios que forman parte del mismo argumento: el de dos jóvenes que jamás dejaron de creer frente a la adversidad. Steve y Steven. Rogers y Gerrard. Capitán America y Captain Fantastic. Dos muchachos que terminarían convirtiéndose en los líderes de dos comunidades sumidas en la deseperanza: Los Estados Unidos devastados por la crisis del 29 y el Liverpool F.C. descorazonado por las tragedias de Heysel y Hillsborough.
Superhéroe y futbolista rubricaron, desde muy temprana edad, el compromiso con sus respectivas causas. Si el americano, impedido por un físico raquítico, fue rechazado en cada una de sus muchas tentativas para alistarse en el ejército, el británico tampoco consiguió superar, por razones físicas, las pruebas de la prestigiosa Lilleshall School tras ser citado por la Federación con catorce años: «Aún creo que lo hicieron por mi falta de altura. Para mí, fue un insulto y aún lo llevo clavado en mi memoria», admitía Gerrard.
Pero ni Steve y Steven claudicaron. En ambos casos, su tenacidad describiría la misma secuencia que tantas veces se repetiría a lo largo de sus vidas: no ceder hasta alcanzar lo imposible. Merced a su obstinación, Rogers consiguió ingresar en el ejército formando parte de la Operación Renacimiento en cuyo transcurso adquirió un físico portentoso tras ser inyectado con el suero del supersoldado.
Gerrard, por su parte, reincidió con firmeza en su deseo de jugar en Anfield, matriculándose en el colegio católico Cardinal Heenan, pese a residir en otro distrito y pertenecer a una familia protestante pero a sabiendas de que sus equipos entraban en el radio de acción de los ojeadores del Liverpool. Para sorpresa de todos, a los dieciséis años, el pequeño Steven dio un espectacular estirón conformando una envergadura envidiable. Un año después, firmaría su primer contrato con la entidad red.
2-ESCUDOS.
Si hay un poder que caracteriza tanto a Capitán América como a Steven Gerrard ese es el escudo. Una relación que dista de una mera coincidencia léxica. Aunque en el caso del Capitán América el poder se materializa en el popular disco de adamantium y vibranium, capaz de resistir cualquier acometida y de ser utilizado como arma arrojadiza, el objeto no deja de ser también una referencia simbólica: La del héroe cuya fuerza emana de la institución por la que lucha y cuya abstracción es su propia insignia.
El caso del futbolista inglés en nada difiere. La afición de Anfield considera a su capitán una personificación del blasón del club. Paradigma de «one-club man» (jugadores que juegan en un mismo equipo durante toda su carrera),Gerrard, paradigma del inhabitual One-club man Steven fue adoctrinado por su familia en la devoción al Liverpool. A los nueve años, ingresaba en la academia de los rojos y ya era un asiduo al estadio. Con tan sólo dieciocho, debutaba en el equipo de sus sueños. A los veintitrés, ya se enfundaba el brazalete de capitán. Desde entonces, Gerrard ha sido tentado, casi sin excepción, por las más poderosas escuadras del continente pero, en cada ocasión, el dorsal 8 ha sido fiel a la oración proclamada desde niño en el templo: “You´ll never walk alone”. Aunque sus reiteradas negativas implicaban renunciar a títulos, galardones y dinero, para Steven constituía un imposible abandonar al equipo de su vida.
«¿Podría volver a mirar a mi padre a los ojos?, ¿podría mirarme de nuevo en el espejo?, ¿podría fallar a The Kop?». (S. Gerrard)
Otro sacrificio certificó al Capitán América como un servidor de su país. En un acto de martirio el superhéroe quedó sepultado en el hielo del ártico tras evitar una masacre. Durante décadas permaneció bajo las aguas como una cenicienta de literatura pulp o como esa leyenda que cuenta que Arturo no murió si no que duerme. Las mujeres faéricas de Ávalon le recogieron en una barca -se repite la imagen del agua como elemento de tránsito- y le transportaron a su isla encantada donde dormita en una cama de oro o, según otras versiones, escondido dentro de una cueva, esperando la mayor hora de necesidad de los britanos. Si Arturo representa al caudillo del concepto de Camelot o Albión, el pasado mítico, Estados Unidos criogenizó al superhéroe neoyorkino como un referente nacional al que recurrir en tiempos peores .
El Capitán América fue concebido, por Joe Simon y Jack Kirby, con una finalidad propagandística en los días previos a la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Desde el primer número, en que propinaba un puñetazo en portada al mismísimo Adolf Hitler, el personaje adquirió una enorme popularidad como icono patriótico y ejemplo para los desplazados en la contienda.
Pero sería un error circunscribir el simbolismo de dichos personajes a una simple vinculación identitaria. El reconocimiento del que se han hecho valedores apunta a un compromiso de mayor alcance. Y es que en los dos casos su fidelidad no se limita exclusivamente a una institución representativa de un territorio, sino a una serie de valores a los que, presuntamente, dichas entidades estaban asociados.
3-EL DEBER.
La lealtad del Capitán America hacía su patria nunca fue incondicional. Durante la Segunda Guerrra Mundial Steve Rogers había peleado por un país al que consideraba garante de la libertad y la justicia. Lucía con orgullo los colores de la enseña americana porque los creía el reflejo de una visión idealizada de la vida: el sueño americano. En la miniserie “El hombre fuera del tiempo” Mark Waid narra el desconcierto que azotó al Capitán América tras despertar de su letargo de más de cincuenta años, incapaz de reconocer la nación admirable en la que vivió antes de quedar congelado.
El guionista Steve Englehart, fue el encargado de culminar el desmoronamiento de la fe del Centinela de la Libertad frente a una sociedad asolada por los conflictos sociales, la Guerra de Vietnam, el racismo y la corrupción. Inmerso en esta nueva coyuntura el Capitán América se enfrentaría a una inmenso organismo clandestino,La fe ciega del Capitán América se desmoronó el Imperio Secreto. Cuando Steve Rogers intuyó que tras los mandos de dicha organización se encontraba el presidente de los Estados Unidos, decidió renunciar a su identidad y adoptar temporalmente la del Nómada, un héroe sin asociación alguna con Estado Unidos. Años más tarde, en el crossover Civil War de Mark Millar, el Capitán volvería a oponerse a las políticas del Gobierno, liderando la facción disidente que se negaba a aceptar el Acta de Registro Superhumano y que obligaba a la comunidad de superhéroes a revelar su identidad y ponerse a su disposición.
No obstante, el desapego del superhéroe hacía las instituciones que representó en sus inicios, no constituye ninguna deslealtad. Si hay un principio que legitima el arquetipo de capitán, que le dota de relevancia y le convierte en un ejemplo para los que le rodean, es el sentido del deber. El buen capitán responde a un Código de Conducta que tiene carácter imperativo. Esta ética deontológica es el distintivo de Steven Gerrard y Steve Rogers. Ambos actúan en base a un modelo de comportamiento, a una forma de vivir que encontró amparo en dos entornos diferentes: la América en lucha contra el nazismo y el fútbol de antes, previo a su asimilación como negocio global, sintetizado en el viejo Liverpool.
En la actualidad, los dos son náufragos en un tiempo ajeno. El Capitán América lucha por los ideales de un país que ya no existe. El jugador inglés es el superviviente de un fútbol ausente que aún resalta más en un escenario en donde impera la apariencia, la vanidad y la codicia. Una esencia atemporal a la que tuvo que recurrir el propio seleccionador inglés, Fabio Capello, tras meses de turbulencia desatada por el affaire de la capitanía originado por John Terry. Tras probar fortuna con Ferdinand, el brazalete fue entregado definitivamente a Steven Gerrard. “Se trata de un «jugador importante para Inglaterra, que transmite cosas e inspira a los otros jugadores”, manifestó el técnico italiano.
Gerrard ha renunciado a las mieles de la opulencia para disfrutar de la pertenencia al equipo de su niñez, felicita y elogia al rival nada más caer eliminado como hizo en la semifinales del 2008 contra el Chelsea o desdeña el valor de la victoria frente al deber cumplido. Tras quedar eliminado de la Eurocopa con Inglaterra manifestó: “No sentimos angustia. Siento que los jugadores han dado todo lo que tenían desde el primer día”. Certeza que rubricó al descartar a su selección como candidata en la Copa del Mundo de Brasil: “Eso no significa que vayamos allí y hagamos un gran torneo para que el país se sienta orgulloso. Podemos hacerlo sin ganar”.
Su conducta es el reflejo de aquellos héroes de la First Division que iluminaron su niñez y cuyo arrojo y nobleza se degradaron a tal punto que en el año 2000 la Cámara de los Comunes se vio obligada a advertir a la Federación conminándola a tomar medidas. Y es que al igual que su homólogo superheróico el compromiso de Gerrard trasciende al de su propio equipo. En el fondo, no es más que el homenaje a su primo John-Paul, una de las 96 víctimas de la tragedia de Hillsborough y que hasta su muerte fue su inseparable compañero de pelota en Ironside Road en donde cada tarde emulaban a los Dalglish, Barnes y Ian Rush. El viejo Liverpool de siempre.
«Nunca lo había dicho antes: yo juego al fútbol por John-Paul». (S. Gerrard)
4-LA ENTREGA.
Un capitán no se distingue, aunque disponga, por una habilidad o destreza especial, sino principalmente por el valor de su convicción que amplifica sus cualidades y las del grupo. Rogers, seleccionado por su rectitud para ser inoculado con el suero del supersoldado del doctor Erskine, aumentó tras el experimento todas sus capacidades físicas e intelectuales. Su fuerza, velocidad, resistencia, agilidad, reflejos y capacidad de curación son superiores, con creces, a los de un ser humano medio, si bien no alcanzan los límites acostumbrados en la mayoría de superhéroes. Esta circunstancia, en cualquier caso, tampoco le sitúa en un plano de inferioridad como él mismo se encargó de recordarle a Iron Man en la película Los Vengadores:
“Hay gente sencilla que vale diez veces más que tú. Tú no eres de los que se sacrifican, de los que se echan a un alambre de espinas para que otro pase” (Capitán América)
En un caso análogo, Steven Gerrard también ha dado muestras de ser uno de los mejores centrocampistas del mundo pese a carecer de cualidades portentosas o de un talento innato. El jugador del Liverpool es ante todo un futbolista completo: posee un gran remate tanto a balón parado como en movimiento; de un gran recorrido que le permite involucrarse en defensa y en ataque; distribuye juego con criterio; es un buen recuperador de balones; cubre con naturalidad la posición de compañeros desubicados; su conducción con el balón es más que notable; dispone de un buen remate de cabeza y siempre ha destacado por ser un excelso llegador con gran acierto de cara a portería.
«Ante cualquier cosa que le pidas, él da el 100%. Si se necesita que juegue de arquero, lo hará «. (Rafa Benítez)
Pero si hay una virtud que destaca en un gran capitán esa es su determinación. El espíritu irreductible de Steven, apurando hasta el último esfuerzo y espoleando con brío a sus compañeros, ha resultado vital para revertir marcadores imposibles en numerosas ocasiones. Algunas de esas gestas forman ya parte de la leyenda de los aficionados como la final de la Copa de la UEFA 2000-2001, en la que marcó el segundo gol de su equipo en la victoria 5-4 contra el Alavés. O la mítica final de la Champions League 2004-2005 celebrada en Estambul contra el Milán, remontando el 0-3 del descanso con un primer gol suyo. O la no menos frenética FA Cup 2006-2007 frente el West Ham United, en la que, tras ir perdiendo 2-0, Gerrard dio la asistencia que supuso el primer gol, marcó el segundo para empatar el partido y luego el tercero, quizás uno de sus mejores goles, para volver a empatar a tres. En los penaltis el capitán resultó igualmente decisivo.
Hazañas comparables, por inviables, a las llevadas a cabo por el Capitán América ante retos como su desafío a Thanos (El Guantelete del Infinito, num 4), un rival virtualmente omnipotente pero al que consigue embaucar lo suficiente,El Capitán y Steven unen hazañas casi imposibles al menos, como para que Estela Plateada le sustraiga el Guantelete del Infinito, o su concurso determinante en el enfrentamiento de los Vengadores contra Korvac (Avengers, núm 177) en el que habiendo fallecido ya varios superhéroes, incapaces todos de doblegar a su oponente, tan solo la acción del Capitán América , haciendo gala de habilidad e inteligencia, logra golpearlo haciendo posible el definitivo ataque por parte del resto del grupo. En cualquier caso, la entrega de un buen capitán no se ciñe al sacrificio individual en el desempeño de su labor sino que se extiende hacia el resto de sus compañeros en forma de ánimo, respaldo y referencia. El Capitán América siempre se reveló como un líder nato, tanto en numerosas formaciones como All-Winners Squad, los Invasores o los Vengadores, como ejerciendo de tutor o maestro de compañeros de aventuras como Bucky, Rick Jones o Sam Wilson (el Halcón).
Steve Gerrard también ha tenido clara su influencia en el grupo: “Intento jugar y guiar con el ejemplo; así puedo ayudar a mis compañeros a actuar de la forma correcta”. Aunque con Michael Owen (a quien cuesta no asociar con el pequeño Bucky) tuvo una especial empatía desde que iniciaron su andadura con tan solo nueve años en el centro deportivo Vernon Sangster, Gerrard nunca ha escatimado su apoyo a ninguno de sus compañeros para los que siempre ha tenido palabras de aliento, como las dedicadas a Reina y Fernando Torres a los que no dudo en calificar de mejor portero y delantero del mundo; mensajes de apoyo en momentos complicados, como su defensa a ultranza de Luis Suárez tras su sanción; o simplemente de gratitud y comprensión, como como la que mostró con Xabi Alonso a quien deseó suerte en su nueva etapa pese “a quedar destrozado por su marcha”.
“Puede que Gerrard no obtenga toda la atención que obtienen Messi o Cristiano. Pero si no tienes un jugador como Gerrard, esto puede afectar al equipo entero. Es uno de los mejores del planeta”. (Zinedine Zidane)
Steve Rogers y Steven Gerrard, escudos protectores para los suyos, ejemplos de apego al deber y fuente de generosidad sin contrapartidas. Héroes de otro tiempo. Capitanes.
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Pablo 13 diciembre, 2013
Buen título.
Con respecto a Gerrard, no es un jugador que me vuelva loco. En líneas generales el jugador inglés es muy rendidor, suficiente, correcto pero poco imaginativo: es difícil que haga algo sorprendente. El único que recuerdo que salía de esa línea era Owen, que realmente era un talento innato, con mucha frescura. Hay algo mecanizado en el jugador inglés que no me gusta nada.