Quien tiene a Cristiano es «suyo». Quien lo disfruta, al mismo tiempo le pertenece. El portugués es un futbolista de extrema regularidad y casi inigualable poder de definición; es tan fiable que hasta en un mundo tan egocéntrico como el fútbol todos respetan su jerarquía. Es difícil que eso suceda; es algo que solo ocurre con los irrebatibles. Esa confianza que el resto deposita en él, en cierto modo, desequilibra el juego. Se busca antes a Ronaldo marcado que a Bale, vigente MVP de la Premier, en franca ventaja, por ejemplo. Su calidad, de manera muy habitual, supera la dificultad y da el triunfo. Es positivo.
Eso hablando del juego en sí. Luego, su responsabilidad va más allá. Antaño había un crack y un goleador, pero en esta época ambos roles parecen haberse fundido en una sola figura y Cristiano es un símbolo de esta inercia. Y el Madrid está diseñado para que él meta los goles, por eso tiene a Benzema en la punta. Así que cuando Cristiano no está bien, el Real lo nota muy intensamente. Ayer cambió hasta de sistema.
Ronaldo jugó prácticamente de segundo punta junto a Benzema.
Nico Estévez no fue continuistaEl partido de Mestalla tenía como noticia principal el estreno de la era post-Djukic. Nico Estévez, un hombre de la casa, ejerció como interino y tomó decisiones propias. En lo táctico, metió al Valencia atrás y esperó. En lo técnico, optó por Guaita de portero por su control aéreo, por Bernat en el lateral para crear peligro y por una línea de tres mediapuntas de mucha velocidad, mucho ida y vuelta y poca pausa. Todo resultó muy coherente. Ancelotti por su parte centró a Ronaldo y, en la práctica, jugó con algo parecido al 4-4-2 asimétrico de principios de Liga, con Isco casi volcado a la izquierda. Como Cristiano no estaba para hacer su fútbol, que es dominar todo el ataque, lo fijó donde más le renta: en el área de castigo.
No le salió bien al italiano. Ronaldo absorbía demasiado juego como «9» de espaldas a portería y no respondía, porque el pase frontal daba ventaja a los centrales y él no tenía chispa para imponerse. Tampoco Isco o Di María permitían a Modric y Alonso dar un pase seguro hacia delante. Isco sabía que se lo estaban pidiendo e intentó ofrecerlo en el primer tiempo, pero no encontró un espacio suyo. Y Di María, que era importante abierto para crear la línea de pase fácil, nunca estaba en la banda. O sea, que ni había referencias en los costados ni por dentro había quien recibiese la pelota y la protegiera, así que Modric y Alonso nunca podían adelantar su posición y juntar al equipo. Nadie les daba tiempo. Y se quedaban demasiado lejos de los otros cuatro cuando el Valencia recuperaba y tiraba la contra. ¿Lo aprovecharon los chés? Lo cierto es que poco. Sus intentos eran tan laxos que entre el talento de Alonso, la inmensa energía de Modric y la atención de Nacho apagaron casi todos los fuegos. Solo Bernat, una bala, aprovechó las autopistas.
El Madrid solo creaba peligro tras regalos de Oriol Romeu.
Lo que sí hizo bien el Valencia fue detener la sangría de pérdidas en el segundo periodo. Durante el primero habían perdido tantos balones en salida entre Oriol Romeu y Víctor Ruíz que el Real pudo meter un par de goles más pese a no mostrar ni creatividad ni profundidad. Apenas controlando eso, los locales se metieron de lleno en el partido. A nadie le hubiera extrañado verlos sacar un punto. Pero Ancelotti supo actuar.
Jesé Rodríguez giró el partidoJesé y Carvajal x Isco y Arbeloa; pasando a 4-2-4 puro con Di María en izquierda y Jesé contra Bernat. Estévez quiso reaccionar doblando esa banda con Guardado, pero el canario se impuso de igual modo. No solo creó ocasiones donde antes no las había y resolvió con su gol; su impacto fue mayor porque consiguió activar ofensivamente a Luka Modric. El croata no había tenido la opción de marcar la diferencia, nadie le había dado nada, y Jesé le esperó abierto en banda, pausó la pelota arriba, aguardó a que Xabi y Luka ganasen 20 metros y solo entonces atacó. Y con Modric más cerca del tomate, el Valencia tuvo más problemas.
El próximo técnico del Valencia CF no lo tendrá nada fácil.
El futuro entrenador ché afrontará una misión complicadísima. Se encontrará un sistema inestable y mal interpretado y un vestuario sin confianza. Hay calidad, pero no tanta como en otras campañas, lo cual vuelve difícil que un par de golpes de suerte le metan en dinámica positiva. Por su parte, el Madrid puede ver el vaso medio vacío o medio lleno. Por un lado, la inercia de juego que había mostrado en el último mes ha sido puesta en duda. Por lo que sea, ha enlazado dos encuentros de bajo nivel. Aunque por el otro, al fin y al cabo salvó con 3 puntos a domicilio un examen delicado en uno de esos días que invierte en que Cristiano se ponga a punto. En uno de esos en los que está sin estar. En los que no puede comandar, él se cree que sí y sus compañeros no saben qué hacer. Por descontado, decir que merecen la pena sería quedarse muy cortos. Sobre todo si se dan en diciembre.
Abel Rojas 23 diciembre, 2013
Recuerdo que el año pasado Ronaldo tuvo el problema muscular en el calentamiento contra el Dortmund. Llegaba lanzado a ese partido y no mostró su nivel. Luego empezó a aparecer y desaparecer del once titular para que se recuperase y el Madrid salió 0-0 de los primeros 20 minutos con el Borussia en el Bernabéu y perdió la Final de la Copa del Rey tras fallar un sin fin de ocasiones. No es que sea sorprendente que eso le suceda al equipo, es normal que le pase porque Cristiano "se lo merece", pero no deja de ser digno de mención.