Es difícil recordarlo porque a menudo la historia borra las verdades que le quitan brillo o magia, pero la lesión de Villa en la Eurocopa de Austria y Suiza no le hizo ni la menor gracia a Luis Aragonés. España fue a aquel torneo como una selección normal que jugaba en un 4-4-2 normal. Llevaba la iniciativa por sistema pero la cedía si el resultado y el rival se la quitaban, como había pasado toda la vida en todos los equipos sin excepción. Torres y Villa eran claves. De hecho, eran la gran pareja del proyecto, tanto en lo mediático como en lo futbolístico. El «9» y el «7». El que sería Balón de Bronce y quien había sucedido a Raúl y metido los goles en la fase de grupos. El sello.
La baja de Villa fue un mareoTras la triste noticia, El Sabio tenía dos opciones. La primera era suplir a Villa con el futbolista más parecido a él que había en la convocatoria, que quizás era Sergio García. La otra era rediseñar el esquema para incluir, en vez a otro segundo punta, al mejor jugador que había en el banquillo, que era Cesc. El catalán había completado un año tan potente en la Premier League que Europa no daba crédito a su suplencia en beneficio de Xavi, que entre la mala suerte de su lesión en 2006 y su irregular juego en 2007 y 2008, a sus 28 años tenía menos crédito internacional que Fàbregas a sus 21. Así se pasó del 4-4-2 que eliminó a Italia, entonces vigente campeona del mundo y siempre motivo de frustración hispano, al 4-1-4-1 que había convencido a muy poca gente en la clasificación o en los amistosos donde había aparecido.
Ipso facto, el 3-0 contra Rusia, recordado como el partido más brillante del ciclo hasta la Final de 2012. Nació la España de la posesión infinita.
En 2012 Villa cayó otra vez y volvió a cambiar el plan español.
4 años después, ya convertida en Mito pero con un evidente desgaste que la llevaba a perder cualquier amistoso de cierta enjundia, España se quedó de nuevo sin Villa, su único goleador fiable. F. Torres y Güiza habían capitulado como delanteros de primer nivel, Llorente había sido exprimido por Bielsa y las dos finales y Soldado y Negredo explotarían justo al año siguiente. España parecía no tener capacidad para marcar más de un gol en un partido. Y no se exagera. La papeleta estaba allí.
El discurso nacional se había fortalecido y radicalizado, pero faltaba un giro de tuerca más, la locura del 4-6-0. Aquéllo nunca hubiera existido si Villa no se hubiese lesionado. Se hizo porque, sin Villa, las opciones que quedaban para la delantera ofrecían un servicio claramente inferior al que podían dar Busquets, Xabi Alonso, Xavi, Iniesta, Silva y Cesc. El resultado de aquella solución fue el sistema defensivo más perfecto de la hemeroteca de este deporte; un paréntesis surrealista e inimitable en la historia del fútbol.
Hacer de este caso la regla general sería absurdo. Padecer una lesión resta opciones a un entrenador y por lo tanto debilita. Pero de todo se puede extraer un lado positivo, del mismo modo que Varane apareció por las bajas de Pepe y Sergio Ramos y, recientemente, Bartra por las lesiones de Puyol, Mascherano y Piqué. Y mientras Messi, Khedira y Schweinsteiger se recuperan, jugarán Cesc, Pedro, Illarramendi, Isco, Di María, Thiago Alcántara o Götze. Si de ahí no sale nada bueno -no se dice mejor, sino bueno-, algo mal estarán haciendo el Tata Martino, Ancelotti y Guardiola.
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Mañana:
Análisis táctico de la baja de Khedira en el Madrid de Ancelotti.
@JuanDV14 17 noviembre, 2013
Muy de acuerdo con lo que comenta Abel en el articulo. Y en varios jugadores importantes de esta selección así se ha visto en momentos clave de su carrera.
El mismo Cesc se asienta como titular en el Arsenal con la lesión de Vieira primero y de Gilberto Silva después.
El caso de Iker con Illgner y con César en Glasgow.
Iniesta empieza a sumar más minutos de calidad en partidos decisivos (Benfica y Milan en la UCL 06) con la lesión de Xavi.
Solo en una cosilla discrepamos 😉 Yo creo que si Luis hubiera optado por un 9 creo que habría sido Güiza
PD: Me encantó "El lado bueno de las cosas"