El 9 de julio de 1789, la Asamblea Nacional francesa fijó los conceptos básicos que todavía definen el espectro político moderno. A la derecha del rey se sentaron los firmes partidarios de la continuidad monárquica, ordenados y compactos ellos, y a su izquierda una heterogénea mezcolanza de partidarios del cambio de régimen, hijos de mil escisiones y coaliciones fallidas. Conservadores y progresistas se llamaron, y si admitimos el símil futbolístico diríamos que en el Everton el orden se invierte. Los conservadores -del balón- se sitúan a la izquierda y los que quieren progresar -hacia el área rival- a la derecha. El que sigue en su sitio es el rey, Ross Barkley, cuya autoridad para decidir por dónde sigue la jugada en cada momento es absoluta.
El rol más sacrificado en este sistema ofensivo es el del extremo zurdo -Osman, antes de ayer-, cuyo papel se concentra en el apoyo interior y un recorrido bastante limitado. Así asegura, junto al mediocentro de su lado, tanto la superioridad interior como la cobertura a la espalda de Baines ante una posible pérdida: el lateral vuela libre y el rey no sólo administra el carril central a sus anchas sino que cuenta con la permuta inmediata con el extremo cuando cae al costado. El sistema de Roberto Martínez funciona bien, quizá demasiado para dar paso al Deulofeu que conocemos, un futbolista poco permeable al juego que desarrollan los demás inquilinos del ala izquierda toffee. Queda la derecha, pero ahí tendría más espacio que balón…
Bastian 21 octubre, 2013
El nuevo Bojan