Y al tercer día –de Champions–, el Manchester jugó. Duró veinte minutos y no pasará a la historia del club aunque quizás sí a la de Moyes, por aquello de ser la primera vez que su equipo gusta con él de entrenador. Old Trafford volvió a divertirse durante un rato con el fútbol de toda la vida, jugado por los de toda la vida: un Rooney de manual y los toques mágicos del eterno Giggs. La Real llegó tarde a la cita, como le viene pasando en esta Copa de Europa, más amarga de lo soñado.
Moyes al fin fue feliz con su equipo durante quince minutos
El encuentro arrancó en modo pesadilla. El casi siempre seguro Íñigo Martínez se hacía un auto-gol cuando no llevábamos ni cien segundos de partido. Siendo sinceros, la cosa había merecido acabar en la red antes, pues laEl arranque, un dolor para los de Arrasate jugada de Rooney estará sí o sí entre los prodigios de esta Champions 2014. A la Real el golpe le debió doler bastante porque durante un cuarto de hora largo estuvo a merced de su rival. Los de Arrasate carecían de intensidad en la presión y hacían comodísima la noche al United. Carrick y Giggs tenían metros para pensar y mandar entre líneas a Rooney, que recibía como quería. Pero sin duda lo más destacado estaba en los extremos: tanto Kagawa como –sobre todo– Valencia disfrutaban de muchísimo (muchísimo) tiempo y espacio para maniobrar y poner centros al área. Ayudaban tan poco Griezmann y Vela en el repliegue que cabe preguntarse si no fue una orden táctica de su técnico. Si lo fue, desde luego salió mal. El Manchester pudo sentenciar en ese tramo.
Pasado el temporal, la Real fue entrando en el choque. Del 20 al 45 solo el balón parado de Griezmann llevó algo de peligro a la meta de De Gea, cierto, pero al menos los donostiarras ya comparecían y obligaban a Carrick a demostrar su gran nivel defensivo. Los visitantes renacieron a través de un buen Zurutuza y la energía de Carlos Martínez, que comenzó a cerrar su banda. Muy poca cosa pero se había logrado cerrar la sangría antes del descanso.
La Real logró llegar viva al descanso pese a hacer muy poco
La Real salió con otros aires en la segunda mitad. No hubo más cambio que una mayor convicción, que en fútbol a veces es más que suficiente. Los de San Sebastián adelantaron líneas desde el arranque y a los treinta segundos ya había caído el primer centro. Bergara y (especialmente) Zurutuza se plantaron en la frontal, cazando rechaces y segundas jugadas que permitían subir a los laterales vascos. Las incursiones de De la Bella llevaron a Moyes a marcarse un Smalling por Rafael, a la postre acertado. El United resistía porque despejando en el área chica son maestros.
La valentía txuriurdin tuvo sus consecuencias, claro está. Con Zurutuza tirando diagonales y jugando casi en zona de mediapunta, los espacios para Kagawa y Rooney se volvieron inmensos…. Y Wayne tenía la noche. El crack inglés enganchó varias contras espectaculares con la colaboración especial de Giggs, que filtraba pelotas sin parar. Fue un milagro que el Manchester no cerrara ahí el partido. Arrasate tiró entonces de Rubén Pardo, que en la corona del área es de pase clarividente, pero no terminó de funcionar. La Real hincaba la rodilla, en el partido y posiblemente en la propia Champions. Aunque ha terminado compitiendo en cada duelo, nos queda la sensación de que esta Real tiene para un poquito más. Al menos ayer no quedó nada que lamentar: delante estaba Rooney.
Josue Campomar 24 octubre, 2013
Yo alucino con Giggs….cuarenta tacos y que clase…Rooney si, pero yo destacaría a Giggs que casi casi podría ser el padre de Rooney 😀