A la Juventus la temporada de la conquista europea se le está atragantando en sus inicios. Tras dos Scudettos, la ilusión de la entidad se centra casi de forma involuntaria en la Champions, el torneo que medirá el éxito de la campaña. Por esto, los empates ante Copenhage y Galatasaray han destemplado a la Vecchia Signora, que mira con ansia y un puntito de miedo al doble enfrentamiento ante el Real Madrid. Y con miedo, ya se sabe, a este deporte no se puede jugar. Anoche venció al Milan porque su plantilla es superior y porque Allegri, ese inquieto estratega, anda metido en otra revolución rossonera. Lo de este hombre tiene mérito, aunque casi nadie se lo vaya a reconocer nunca. Su trabajo no es fácil.
El Milan tuvo a Ibrahimovic y Thiago Silva. Sobre esas dos grandes piezas construyó un sistema defensivo sumamente peculiar con el que, tras la marcha de los dos cracks, competiría durante un par de años más. Un dibujo más que conservador en el que ningún jugador, por más italiano que fuera, podía llegar a disfrutar sobre el campo. Era imposible. Allegri ha decidido que aquello se acabó, que hay que buscar una nueva forma de jugar. Y en esas está. Su Milan es otro.
El AC Milan 2013-2014 quiere jugar a una cosa nueva y distinta
Los cambios tienen que ver sobre todo con el centro del campo y la presión. El Milan pretende robar bastante más arriba –tampoco era difícil– y con la pelota promueve la libertad de hasta tres futbolistas: Montolivo, Robinho y Balotelli (ayer Matri). Además, sus interiores (Muntari y Nocerino) se abren muchoDe Jong no tuvo cerca a Muntari y Nocerino y juegan bastante por delante de la pelota. Tienen tendencia ofensiva y cuando defienden no se pegan al mediocentro (nada de trivote). Estas nuevas intenciones fueron aprovechadas por la Juventus para hacer daño. Como los de Conte salen con tres atrás y el Milan coloca dos delanteros, la superioridad era inmediata. Los interiores milanistas no podían ayudar ya que les tocaba a ellos hacer par con los carrileros juventinos, Asamoah y Padoin. Así pues, Chiellini conducía libre y encontraba una y otra vez a Tévez, que recibía cerca de un De Jong al que estaban dejando solo. Y claro, no se puede esperar que Zapata y Mexes ganen algo al Apache. En diez minutos la Juve contrarrestó el rocambolesco gol de billar de Muntari nada más iniciarse el encuentro. El Milan no era el cerrojo típico de estos días. Había espacios.
¿Por qué Allegri anda a estas alturas destapándose los pies? La respuesta es muy sencilla: el Milan va en busca de la creatividad con el balón. Al menos en la medida que lo permite su plantilla. Lo que es innegable es que Montolivo y Robinho gozan de plena libertad. En el caso del italiano, la verdad es que exhibe una presencia en el juego que no tenía hace dos años ni por asomo. Al Milan le faltó la brutalidad de Balotelli para consumar sus buenas asociaciones; Matri no asustó a nadie. Cuando vuelva Mario se debería ser optimista con el ataque rojinegro, si bien hay que decir que la dependencia de Robinho es alta… y depender de Robinho no mola. Nunca juega mal (a Pirlo lo mareó con tres movimientos) pero a menudo juega poco.
Montolivo y Robinho necesitan la intimidación de Mario Balotelli
La divertida primera mitad dio paso a una segunda de nivel bajísimo, con el miedo como principal protagonista. El Milan no se creyó capaz de ganar en terreno enemigo sin su gran estrella y decidió replegar. Se volvió a ese trivote bajo y juntito de fechas pasadas. Lo cierto es que los visitantes dominaron con el viejo estilo. La Juve andaba grogui, mostrando las peores sensaciones de la era Conte. El entrenador bianconero tiró de Pogba en la derecha y la habilidad de Giovinco, sin grandes resultados. La Juventus estaba bloqueada y sin juego. Atenazada. Por suerte para ella, un equipo que defiende cerca de su portería con Mexes, Constant o Zapata tarde o temprano cometerá un error. Así fue. De ahí al final, goles de rebote –no hubo un solo tanto normal, increíble–, expulsiones, más rebotes y, en general, preocupación para ambos técnicos, que tienen faena por delante.
Pablo 7 octubre, 2013
Extraño un poco los grandes equipos italianos.