La pasión por el fútbol es así. Estás escuchando un pequeño extracto de un concierto de Xoel López e Iván Ferreiro cuando, de repente, en esa sucesión de canciones, te da por pensar en Álex López. Quizás porque los tres son gallegos, quizás porque tu subconsciente sólo busca una excusa para hablar del jugador más destacado de un Celta que cuando merece ganar sólo empata y que cuando es inferior al rival termina ganando; pero el hecho es que vas escuchando lo que oyes, recordando lo que has visto y la relación aparece de forma instantánea. Lógica. Evidente.
«¿Quién no tiene el valor para marcharse? ¿Quién prefiere quedarse y aguantar? Marcharse y aguantar…»
La canción elegida por Xoel e Iván para abrir esta sesión ligera en Porto do Molle fue «Turnedo», un tema amargo que parece describir buena parte de la temporada debut de Álex LópezÁlex López no estaba cómodo en el 4-2-3-1 de Paco Herrera en Primera. Él llegaba con el cartel de ser el segundo nombre más repetido por quien conocía al Celta de la Liga Adelante, pero desde el principio estuvo lejos de su nivel. Se le notaba incómodo. Dudoso. El cuerpo le pedía irse hacia adelante sin nada ni nadie que le atase, pero debía quedarse intentando ser el jugador que no es. El Celta no había cambiado de esquema, pues el 4-2-3-1 con Oubiña y Álex en la base era el mismo del ascenso, pero en Primera no se podían asumir los mismos riesgos y el que tuvo que adaptarse fue él. Álex ya no podía pisar la playa, sino que debía asumir mucha responsabilidad con balón a un ritmo que le superaba y, además, encargarse de imprimir solidez y seguridad a un equipo que, al igual que él, no sabía defender. Herrera contempló esta opción como un mal menor, pero para Álex fue algo más que eso.
«Ya se que quizás no es el momento ni es el lugar ideal, pero dejarlo pasar sería un triste final…»
Lo mágico de la actuación de los dos artistas gallegos es que las canciones se entrelazan sin que ni siquiera haya comas, generando así una sola historia con varios episodios. El segundo de ellos, el perteneciente al genial «Que no» de Deluxe, podría ser perfectamente un soliloquio recitado con rabia por Álex en uno de los primeros meses del 2013. Eran tiempos convulsos, problemáticos. El Celta ya ni jugaba bonito ni jugaba bien. Paco se marchó, vino Abel Resino y las cosas empeoraron aún más. Su adelantadísima defensa terminó por destapar de forma muy evidente las carencias de Álex, pero en el problema individual y colectivo se encontraba la solución momentánea.
El técnico toledano cogió la goma, no dejó ni un trazo de lo que había sido el Celta hasta la fecha y se adaptó a la dramática situación. Se pasó de llegar con cinco jugadores a hacerloCon Abel Resino volvió de forma muy exitosa a la mediapunta con dos, esperando muy atrás al rival y buscando en sus futbolistas un perfil más intenso que asociativo, algo que se reflejó en el cambio táctico que, a la postre, les otorgó la salvación: Insa entró en el doble pivote y Álex pasó a la mediapunta, donde ya había jugado con Paco tanto en Primera como en Segunda. Considerando el contexto, la medida fue todo un éxito. Insa fue elogiado por su derroche con razón, pero de quien se colgó el Celta fue del corazón de Augusto y de, por supuesto, Álex López. En la mediapunta el ferrolano tenía menos protagonismo, pero potenciaba sus cualidades en los dos sentidos del campo. En ataque estaba más cerca del área, lo que le permitía asomar por la frontal y exhibir su calidad; en defensa no quedaba liberado de trabajo, pero éste pasó a ser más físico que intelectual. Él no había cambiado porque no podía. Era imposible. Afortunadamente, Abel lo hizo por él.
«Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa y ahora está tan cerca, casi ya la puedo oler…»
Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. Como en «Tierra», el magnífico tema que cierra la trilogía, Álex López está más cerca que nunca del sistema perfecto para exprimir todo su talento. El 4-3-3 de Luis Enrique ha pasado el lado fuerte del equipo a la izquierda con Rafinha como principal protagonista, lo que unido a que Oubiña es el encargado de cerrar deja al ferrolano con las labores de un box-to-box que termina destacando en cada fase del juego. Una demarcación que no es nueva para él, ya que precisamente ahí se ganó un puesto en los onces del Celta. Era como volante zurdo, pero ya se sentía muy cómodo como reconoce al ser preguntado por su adaptación al nuevo dibujo: «Estoy muy contento, creo que puedo jugar en varias posiciones y en las que quiere el entrenador que juegue me siento cómodo porque son las mismas del sistema de tres por dentro que ya hacíamos con Paco Herrera el primer año».
Con el bagaje de quien ha aprendido y sufrido otros oficios, el centrocampista gallego sabe que éste es el momento de presentarse ante el gran público. En los tres partidos oficiales del proyecto de Luis Enrique ya lo ha hecho con creces, siendo el jugador que mejor define al nuevo, intenso, agresivo, dinámico y ofensivo Celta de Vigo. Sin lugar a dudas, las cosas han cambiado mucho en doce meses. Álex López ha pasado de ser el sacrificado del sistema a ser quien recoge los frutos del mismo. Y claro, ahora no deja de gritar aquello de «y no me da la gana de pensar que nada es para siempre».
@DavidLeonRon 9 septiembre, 2013
De las canciones de Quintana no entiendo nada. Lo único que sé es que el partido que jugó Alex López frente al Granada es casi casi de Selección. Obviamente el nivel del jugador no ha sido así de continuo nunca pero es un comienzo. A ver hasta dónde lo lleva Luis Enrique.