Hace diez años Xabi Prieto no pudo disputar ningún minuto de la eliminatoria ante el Olympique de Lyon. Desde el banquillo contempló como el campeón francés se imponía por un gol en ambos partidos, poniendo fin de este modo a la aventura europea del equipo con el que Reynald Denoueix había disputado la liga a un rival que no era de este planeta. El joven donostiarra contaba por entonces veintiún años y lideraba el relevo generacional que el entrenador normando vislumbraba para el futuro inmediato de un vestuario veterano al que se auguraba un futuro más exitoso del que conoció.
Xabi se hizo fijo cuando la mejor Real Sociedad en años expiraba.
Hace seis años un tobillo maltrecho condenó a Xabi Prieto a asistir impotente al empate a tres en Mestalla que certificaba el primer descenso de la Real Sociedad en cuarenta añosA pesar de las ofertas, Xabi se quedó en casa. Sumida en una profunda crisis, la entidad no encontró fácil el camino de vuelta y se mantuvo en la categoría de plata hasta dar en su propio vivero con la generación que la devolvería a los altares. Por entonces el diez donostiarra ya era fijo en el costado derecho del equipo de su vida, donde siempre lució algo fuera de lugar. Muy alto y algo lento, con más regate que desborde, no es lo usual en la banda. Pero funcionaba, porque era un excelente jugador de fútbol, y sobre todo porque vestía en su pierna derecha un guante de seda txuri-urdin que no estorbaría en ningún lado. Alguna vez le propusieron el golpeo a pierna cambiada desde la banda contraria pero fueron sus centros milimétricos desde la derecha los que definieron a un diez cuya presencia en Segunda División sólo se justificaba desde la firme voluntad de regresar a la élite con los mismos colores que vistieron su despedida. Y el capitán lo consiguió.
Hace tres años Xabi Prieto marcó por dos veces el penalty contra el Celta que rubricaba el esquivo regreso de la Real Sociedad a la máxima categoría. La frialdad del lanzamiento,Xabi pasó a ser mediapunta con Montanier corregida y aumentada por el enorme temple de su repetición, evidenciaba en el futbolista donostiarra una cualidad que siempre le ha acompañado: la serenidad. Xabi Prieto nunca jugó con prisa, su comprensión del juego y la confianza en una técnica envidiable le permitían observar el fútbol con la perspectiva del que entiende que el ejercicio de la precisión tiene su momento justo y no es cuestión de agallas. Fue siempre lo que Nietzsche, antes filólogo que filósofo, hubiera definido como un futbolista apolíneo: depositario de la prudente templanza que elogiaron los grandes autores clásicos y los pensadores cristianos que les sucedieron. Descontento con esa tradición tan enraizada en la cultura occidental, el autor alemán despotricó contra el imperio de Apolo reclamando a la civilización un viraje dionisíaco que revalorizara, en el otro lado de la balanza, el arrebato y la vitalidad desbocada: la fuerza más genuina del espíritu, el carácter combativo que ha definido la conversión del capitán donostiarra en un mediapunta de Champions.
El cambio a la mediapunta ha sido todo un sorprendente éxito.
Dentro de unas horas Xabi Prieto acudirá a una nueva cita con el Olympique de Lyon y lo hará acompañado de no pocos artífices del ascenso de 2010. Del rol entre líneas que su segundo entrenador normando le asignó esperamos el temple y la calidad de siempre, esa pausa aguda y precisa, apolínea, que ahonda en el peligro del ya virtuoso ataque txuriurdin. Pero también aguardamos una pizca de Dioniso en el choque y la disputa, en el ganar balones de espaldas, conquistar rechaces y morder la salida rival. Como en Gerland. La Champions espera a uno de los suyos.
@SharkGutierrez 28 agosto, 2013
Me encanta Xabi Prieto. Tuve suerte de verle en el Gran Canaria hace unos años en directo y es que pocos elegidos tienen un golpeo como él. Sobre todo, ofrece siempre una solución fácil, plausible y nunca estéril. Es de lo que, cuando está y no está, se nota…aunque ahora, en esta Real tan «bloque», sin Illarra y con Granero, asista a una su moderna gestión, un traje de luces, con los grandes. Como cuando fueron campeones o subcampeones en la era moderna. Xabi, es una de las estrellas más brillantes en el cielo de Guipózcoa…y porque no decirlo: una pausa en movimiento.