Guardiola y Mourinho son una película diferente. Y no porque ya no sea nuestra hay que dejar de admirarla. Son entrenadores de carisma singular y armas diferentes metidos en una lucha parecida que va a ocupar entre una y dos décadas. Cada uno de ellos es un incordio para el otro, pero al mismo tiempo son la mayor prueba de su grandeza. Lo de anoche es un fiel ejemplo. El título conquistado por Guardiola, sin Mourinho enfrente, valdría la mitad.
En cualquier caso, lo de ayer no fue un Pep-José de verdad. Es cierto que respetaron sus roles, pero no estaban preparados para alcanzar el nivel que les corresponde, por más que la emoción compensara el asunto. La realidad es que el Bayern Múnich no atacó demasiado bien y que atrás concedió bastantes ocasiones a un equipo que no diseñó rutas de ataque. De hecho, sin contar la segunda parte de la prórroga, concedió más claras de las que supo crear. Y en cuanto al Chelsea, no tener plan para descuartizar tan débil transición ataque-defensa no es su estilo. El partido se pareció más a la penúltima final de la Liga de Campeones que a la eliminatoria que jugarán en la próxima primavera.
Mourinho alineó arriba a sus cuatro futbolistas más rápidos.
El Bayern M. no usó el 4-3-3Pues eso, que entre bajas de peso, experimentos fallidos y la extraña e ilógica necesidad de triunfo gestada en Alemania, Guardiola medio se vio obligado a tirar del esquema de Heynckes y salió con el 4-2-3-1 parido por Van Gaal hace 4 años. Kroos era el fijado y Lahm el más suelto en el doble pivote. En cuanto al Chelsea, otro 4-2-3-1 en el que los cuatro atacantes fueron los más rápidos del plantel: Schrrüle, Oscar, Hazard y Torres. De los creativos, Mata, Willian y De Bruyne, no hubo noticias.
Si el Chelsea en clara inferioridad de talento y con menos rodaje físico resistió firme fue porque el Bayern no supo imponerse por dentro. O sea, por lo mismo de lo que adoleció el equipo de Heynckes en la Final de Múnich contra Di Matteo. Kroos y Lahm no podían verticalizar -es curioso que Oscar aporte más control defensivo que ofensivo-, Müller no tenía donde caer y murió de espaldas y Robben hizo el partido que ha hecho toda su vida contra un sistema de ayudas decente: más o menos presencial pero casi inútil. La única diferencia con respecto a aquel choque de 2012 fue Ribéry, que es quien más se ha creído eso de que el Bayern es el mejor. Lo cierto es que, posiblemente, él sí lo sea a esta hora. Alaba le dio aire y él lo aprovechó para obtener varias posiciones de chut que implicaron toda la inquietud. El resto, centros laterales que en Gran Bretaña no molestan, aunque el del 120 entrase. La persistencia roja (17 chuts en la desequilibradísima prórroga) bien lo merecía.
Javi Martínez asentó la superioridad bávara en el segundo tiempo.
Más allá de Ribéry, en una partida de cartas marcadas y base táctica igualada destacaron Eden Hazard por su calidad -es muy superior a cualquier zaguero del Bayern- y Javi Martínez. Los empresarios suelen decir que extrapolar a un país un negocio que ha triunfado en otro es garantía de éxito siempre y cuando la copia sea perfecta y minuciosa, y el Bayern Múnich de Robbery, el de los laterales y los cien centros, necesita más las correcciones defensivas del español que la dosis de creatividad de Lahm, que a su vez es mucho más apropiado para lo que expuso Pep en la pretemporada y parte de lo oficial. Javi cerró el grifo de un tirón. Y el Chelsea, que se quedó 10, se quedó ahí clavado.
Peter Cech y Manuel Neuer decoraron la primera fiesta y despidieron el modo antiguo. En la reedición del duelo esperamos a Götze, Thiago, Willian, De Bruyne y Juan Mata. Un mejor ataque, una mejor defensa y una mejor contra. Un Guardiola contra Mourinho genuino y optimizado. Esta Champions 2014 se presume pareja. Incluso más que la anterior.
Jorge 31 agosto, 2013
"lo de ayer no fue un Pep-José de verdad. Es cierto que respetaron sus roles, pero no estaban preparados para alcanzar el nivel que les corresponde"
Totalmente de acuerdo, el partido fue un querer y no poder por parte de ambos equipos, una buena muestra de que ambos están "en obras". No obstante una segunda parte y una prórroga preciosas para el espectador neutral. Esperemos una reedición a ida y vuelta en Champions porque puede ser apasionante.
Por cierto se habla del partido de hazard y ribery pero a mi también me emociono el de Lampard, eterno y tácticamente perfecto.