La temporada que arrancó hace escasos 15 días es la del décimo aniversario de la llegada de Roman Abramovich a Stamford Bridge, el primer gran magnate que desembarcó en el fútbol europeo del siglo actual. Una aventura de muchos ceros, bastantes títulos y unos cuantos fichajes que sitúo a Fulham Road como parada obligatoria para considerar la Premier y la Champions como objetivos posibles en ese punto de la capital inglesa. En su afan por llevar ambas competiciones a las entrañas del estadio, Roman no escatimó esfuerzos ni inversiones y durante estas diez temporadas le ha dado tiempo a rellenar estanterías o a firmar el fichaje más caro de la historia de la Premier League.
Son muchos años ya viendo al Chelsea. Una escuadra en constante progresión que no ha dejado de jugar la competición más importante del continente y que ha peleado un gran porcentaje de cada título disputado. En el año I después de Roman, Claudio Ranieri colocó al equipo en las semifinales de la Champions; la del Porto de un tal Jose Mourinho y el Mónaco de Morientes. Un conjunto con grandes jugadores, atraídos por la opulenta chequera de Abramovich. Un plantel siempre variopinto en sus nacionalidades, como si cumpliera alguna ley consuetudinaria. De Makélélé a Duff, de Crespo a Gallas, de Essien a Carvalho. Un ejemplo más de la globalización del fútbol, los nuevos tiempos de las redes de captación y la compra del futbolista emergente de ligas o equipos menores.
Se cumple diez años del Chelsea de Abramovich. Varios títulos después, el ruso sigue en la brecha
Sabiendo que es imposible no relacionar al Chelsea como club con su más importante protagonista, nace una pregunta a junio de 2013. Los londinenses son recientes campeonesMourinho busca sentar bases a más largo plazo de la UEFA Europa League y sorprendentes ganadores de la Champions 2011-2012. Ambos triunfos conseguidos sin su máximo benefactor. ¿Qué ha ocurrido para que Jose Mourinho vuelva a Stamford Bridge y todo aliento blue sienta lo mismo? El entrenador de Setúbal es, sin ninguna discusión, el personaje más relevante de toda esta historia. El verdadero progenitor de una identidad y de toda una grada. Vuelve el profeta que no pudo levantar la más prestigiosa pero que dejó la herencia de un bicampeón de Premier, un estilo futbolístico de profundo calado y un grupo de futbolistas que hicieron carrera bajo las órdenes de un manager at his prime.
Tras la marcha de Carlo Ancelotti, el Chelsea echó en falta un camino; un eslabón que le hacía competir todos los títulos sin perder atenciones sobre ningún partido. La figura que consiguió dejar vacío el estómago de todo futbolista que vistiera tal uniforme. Y para ello vuelve el portugués, rebautizado como The Happy One, en una de las muchas facetas que destacan en él: la de absorber atenciones en todos los frentes. No es sin embargo el mismo de siempre. Su discurso y su energía son diferentes y su actual proceder argumental, basado en el largoplacismo, confunde cuanto menos.
La plantilla de este Chelsea 2013-2014 y el contexto que le rodea dibuja una paradoja que Mourinho intenta convertir en su lógica: necesita tiempo sin restar exigencia. Su plantel es muy joven en el tercio del campo másSin ferguson, intentará imponer su experiencia desequilibrante. La parte fuerte del vestuario no coincide con la de mayor talento, y de la transmisión de los veteranos y del propio entrenador ha de recortarse el período que Mourinho ha establecido como plurianual. Su visión es la de echar raíces y conceder años a una serie de jugadores con exitosas carreras por delante. Si a eso añadimos que Mou vuelve a una Premier sin Alex Ferguson, un rival directo como el Manchester City tiene nuevo entrenador y el Arsenal apenas ha invertido en nuevos jugadores, desde nuestra posición se ha de descartar cualquier opción que no sea ver al Chelsea compitiendo el campeonato inglés hasta la última jornada. La Champions parece haberle dado el tiempo necesario con un grupo asequible para poner a punto al equipo allá por febrero.
Vuelve Mourinho a un conjunto que aún habiendo ganado ya la deseada Champions, le necesita
El gran Chelsea bicampeón, el que rompió los récords de puntuación con apenas una derrota y 95 puntos en el contador, se caracterizó por marcadores bajos, grandes especialistas para el quite y otros tantos para cabalgar. Un bloque de enorme fiabilidad defensiva, preparado para competir a cualquier ritmo de juego y versátil en su concepción táctica, pero basado en un 4-3-3 de mediocentro único y extremos súper verticales. En una de las recientes y múltiples entrevistas, Mourinho reconocía que la plantilla estaba concebida -y se ha reforzado para construirse- sobre el sistema más utilizado en el fútbol actual y por el Chelsea de los últimos dos años tras la marcha de André Villas-Boas: el 4-2-3-1.
Por todo lo visto en pretemporada y en las tres primeras jornadas que los blues han disputado en el campeonato inglés, es este Chelsea un conjunto de cuatro velocidades. Una primera que respeta o más bien presta atenciónBase sólida y experta. Jóvenes muy talentosos a la posición en su primer tercio, con dos centrales de notable capacidad física pero acostumbrados a defender en línea ante rivales exigentes y con garantías para gobernar espacios amplios ante rivales que ceden la pelota –Cahill, Terry, Luiz-, un lateral de gran pasado ofensivo y actual rendimiento correcto aunque mejorable (y de mejorable competencia en la figura de Ryan Bertrand) como Ashley Cole y un comodín de enorme comprensión del juego, sobresaliente competitividad para ejercer de “tercer central” sobre el campo y especialista diferencial a balón parado: Branislav Ivanovic partirá con gran ventaja sobre Azpilicueta.
La segunda velocidad será uno de los termómetros de toda la temporada. El puesto de mediocentro siempre ha traído debate desde la marcha de Makélélé, el paulatino declive de Frank Lampard, que mantiene su esencia de centrocampista inglés, y las lesiones de Michael Essien. Hace mucho tiempo que en Stamford no se aprecia un talento posicional por delante de la defensa. Ni con Villas-Boas ni con Di Matteo se reforzó tal circunstancia y se respetó la idea de dos pivotes móviles, sin peso en la creación de juego, capacidad para trabajar en todas direcciones, ↑↓← →, y mucho, mucho gol. La llegada del tierno van Ginkel sí que encaja en el largo plazo (centrocampista de amplio recorrido, gran técnica de pase y colocación pero con escasa virtud para el choque y el robo). El Chelsea no será, de nuevo, el Chelsea de los centrocampistas. Al menos con la pelota.
Las cuatro velocidades: 1. Atender la posición 2. Trabajo, llegada y gol 3. Desequilibrio y 4. Pegada
La tercera velocidad, que no tercera marcha. Aquí hay que colocar bien el respaldo de la silla y carraspear un poquito. Teniendo en cuenta que Mourinho ha manifestado que han de salir jugadores de la plantilla, esta velocidad queda en asterisco hasta confirmar definitivamente su composición. Sea como sea, el grueso de los que la completan a día de hoy comparte perfil: técnica de pase, movimientos interiores, libertad posicional y gran talento ofensivo en general. Tan sólo Schürrle y Moses representan matices en la línea de ¾. El de Setúbal ha de buscar un paso más en algunos de sus hombres: cifras en Hazard (su capacidad para generar jugadas de gol va de serie), mayor constancia en Oscar, adaptación de Mata al perfil diestro y convertir a Kevin De Bruyne en un figurón. A todos esos se les ha sumado Willian, otro talento de alma lúdica y desequilibrio ofensivo. La nómina se las trae.
Y la última y cuarta velocidad, también en ámbar parpadeante con evidente preferencia para que uno o dos peatones puedan cruzar el paso. Uno de los grandes problemas del Chelsea que divide su juego en dos bloques –aquel 6+4 errante de la etapa de Di Matteo- es que su ‘9’ anda lejos del primer orden mundial de la posición, de ahí que los mejores goleadores del equipo sean Lampard, Hazard, Ramires o incluso Ivanovic. Sin pegada para abrir marcadores, el equipo ha de infligir un ritmo alto para tomar prontas ventajas sobre los rivales. Entre tanto, ayer se confirmó la llegada del mito camerunés, Samuel Eto’o, una oportunidad de mercado que, sin ser el voraz delantero que llegaba casi a gol por encuentro, es un movimiento necesario. Añade competencia en un puesto crucial y encaja a las mil maravillas con el temperamento de su entrenador y de la exigencia que necesita un club con gente joven y objetivos tan ambiciosos. Samuel contagia, sacude, vive para ganar.
Con la Supercopa de Europa ante el Bayern Munich de Neuer, Schweinsteiger, Robben o Ribery, un nuevo duelo entre Mou y Pep se da cita para coronar el sorteo de la fase de grupos de la Copa de Europa y un verano de muchos cambios en un fútbol continental que tiene al Chelsea como uno de los grandes favoritos a reconquistarlo todo o, al menos, lo que es seguro, competirlo todo.
AfroMan 30 agosto, 2013
Yo le tengo confianza al Chelsea para mañana. Aunque que más que si gana o no el Chelsea, quiero ver que Hazard empiece a aparecer más en partidos importantes, para mi lo tiene todo, sólo que a veces no se implica del todo en el juego. Y aun así es de los mejores del Chelsea cada partido.
Y sobre la linea que sigue a los defensas, yo me pregunto que hubiese pasado si Modric hubiese venido al Chelsea… Yo pienso que encajaria bien, le daria mucho juego al equipo
Etó está viejo, pero pienso que junto a lukaku deberían ser los hombres de punta del chelsea, torres no marca y demba ba, en su momento me hizo mucha ilusión al ver cada semana lo que hacia en NewCastle, pero al menos en Stamford Bridge no termina de convencer..