Se marchó a Londres llevando el 4 de La Masía a la espalda, casi una advertencia de quién era. Apenas consolidado en el viejo Highbury, mandó a paseo su insustancial número 15 para retomar su dorsal favorito, el que le recordaba de dónde venía y lo que le gustaba hacer. Así, dando pases, triunfó. Entonces, un día cualquiera y por motivos ya olvidados, alguien decidió para él un nuevo camino: el del gol. Muchos aplaudimos aquella metamorfosis. Una transformación que le haría desequilibrar finales de Mundiales y Eurocopas y que le había convertido en un futbolista determinante. Años después, Cesc Fábregas busca desandar lo andado. Ha llegado el día en que su hogar le pide que regrese el niño que partió. Tras dos temporadas con mejor rendimiento del reconocido y peor del soñado, Cesc iniciará una campaña clave en su carrera, la primera cuyo desenlace estará íntimamente ligado al de los suyos.
Volvamos atrás en el tiempo. 6 de enero de este mismo año. El Espanyol visita al Camp Nou. Como es costumbre, se espera que los de Aguirre planten resistencia a base de pierna dura y sacrificio. Pronto se comprobará que no iba a ser así. En 28 minutos, el Barcelona pasa por encima de su vecino, anotándole cuatro goles. Los visitantes apenas logran cruzar la línea divisoria. Dos años después, el Barça parece haber encontrado la fórmula para volver a defender bien –lo que en su lenguaje significa atacar correctamente–. El mecanismo lo explicamos en el artículo «Vuelve a ser de Iniesta» y es conocido por todos: mucha banda izquierda, Andrés como líder del juego, Busquets en su pico de creación y el dúo Xavi-Messi intercambiando posiciones. ¿Cesc? Limitado a correr “para Iniesta”, se mostraba feliz de no participar en la creación. Su peso en la elaboración era casi marginal y todo eran rupturas y jugadas de gol. Así, el Barcelona ilusionó con justicia durante unos días, hasta que nos enteramos de que a ese libreto le faltaban cosas. Concretamente, profundidad. El pressing de los grandes rivales ahogaba el tiki-taka de Cesc y obligaba a Iniesta a bajar, lo que sumado al juego estático de Messi como 9 nos dejaba un equipo corto y sin piernas. Sucedieron cosas y aquel modelo de Tito fue enterrado por las circunstancias.
El Barcelona de los centrocampistas, el brevísimo y dulce oasis de la etapa de Tito Vilanova
Como esas semanas fueron un oasis dentro de una temporada muy sufrida en lo táctico, tomaremos aquello como el punto de partida más fiable de cara al futuro. Al plantel se ha sumado ni más ni menos que Neymar, en cuyos hombros recae la esperanza de reactivar aquel plan. Se cree, no sin motivo, que Ney aportará todo lo que se llevó por delante a Cesc: asociación rápida en espacios cortos y ruptura al espacio. En el análisis del brasileño destacamos estas cualidades como dos de las principales del genio canarinho. Neymar es (sobre todo) asociación y el movimiento profundo que mejor maneja es precisamente el que parte desde la izquierda. Hasta aquí perfecto, pero no todo encaja.
Con Fábregas, Iniesta hacía lo que se le antojaba. Mandaba él. Andrés llegaba libre al centro porque bajaba desde el extremo; una posición que pasaría a ser para Neymar. Es cierto que el ex jugador del Santos puede ocupar ocasionalmente el espacio del interior izquierdo, pero verle en esa zona al inicio deEl cambio de Neymar por Cesc pinta positivo pero tiene pequeñas pegas los ataques parece antinatural. Queda por comprobar también la rutina de movimientos que seguirá el nuevo crack culé. A Cesc le encanta moverse aunque no contacte con el balón en demasiados momentos. Si tiene que tirar una diagonal hacia línea de fondo para devolverla atrás lo hace. Neymar es solidario en su juego pero, como mago que es, quiere que sus esfuerzos terminen en acciones con la pelota. Andrés habla el mismo lenguaje que Neymar y va a disfrutar junto a él pero a priori el 10 de Brasil reducirá su libertad sobre el césped. Por último, está el aspecto defensivo, poco comentado hasta la fecha. Scolari arrancó a Neymar las mayores palizas físicas de su vida, palizas que consistían casi todas en perseguir a un oponente hasta su campo. El Barça defiende distinto. Lo que buscan los blaugranas es el robo “central” inmediato. Sin ser ni la mitad de lo visto en la 2010-2011, el mayor nivel defensivo de la era Tito se dio con Cesc. El de Arenys tiene quite e intensidad, sabe apretar tras pérdida. Neymar no tiene esto (cosas de no ser centrocampista) y ahí el Barça se debilita… todavía más. Busquets debe andar inquieto.
Pese a que, como decimos, existen dificultades y contraprestaciones en la integración de Ney al Barça de los centrocampistas, la lectura final es clara: Neymar alberga un potencial de fenómeno mundial que sobrepasa (con mucho) el nivel de Cesc. Si el de Mogi das Cruzes la rompe, Cesc no será competencia.
Neymar ocuparía el puesto de Cesc en el triángulo Jordi Alba-Iniesta-Fábregas del año pasado
La secretaría técnica del club confirmó el pasado el pasado martes que el Barcelona no afrontará el fichaje de ningún delantero centro, estructurando por primera vez su plantilla sin la presencia de un “9”. Una lectura que se deriva de esta decisión es el mensaje de confianza que manda el club a Alexis Sánchez. El chileno será el futbolista azulgrana más capaz de ejercer como delantero. No el único, pues Cesc ya demostró con España que maneja ese rol. Lo que ocurre es que, en el caso de que Messi se desplace ligeramente a la derecha, tanto Leo como Neymar van a reclamar un ariete que estire y sea profundo e incisivo. No querrán que un tercer hombre invada su espacio. Con las dos estrellas sudamericanas, si hay un punta el más indicado es Alexis. Y si Messi es la pieza central del ataque, parecido: Cesc como extremo son movimientos interiores y de eso el Barça ya tiene. Tello, Pedro o el propio Alexis pisan la cal con más garantías que un Fábregas al que se le cierran las puertas de la delantera. Resumiendo: Cesc es falso 9 sin Messi y «extremo» si cuenta con una referencia por delante que ate centrales (como pasó con Soldado).
Siendo ilógica la presencia de Cesc en la línea ofensiva, queda la última opción. Esa que lleva años negando y que no es más que su verdadero reto. La marcha de Thiago al Bayern aclara un poco más el panorama y le limpia un hipotéticoCesc interior es el reto eterno de Fábregas en el FC Barcelona adversario en su lucha por la posición de interior, la única que puede depararle estabilidad en el Camp Nou. Xavi competirá en la 2013-2014 con 34 años y ya espera relevo. El problema es que Cesc hace mucho que dejó atrás cualquier atisbo de generación de juego. El ejemplo del pasado mes de enero es claro y contundente. El Barça de los centrocampistas empleaba hasta cuatro jugadores en la elaboración y ninguno de ellos era Cesc, que tenía una relevancia escasísima a la hora de crear. Y cuando intervenía en el dispositivo de juego, la maquinaria se ralentizaba. Sus gestos se volvieron lentos y sus comportamientos son cada vez más de mediapunta. ¿Significa esto que el futbolista cambió para siempre? Esta es la pregunta del millón. Hacer volver al Fábregas primerizo requiere una inversión total del entrenador, pues el asunto traspasa las barreras deportivas y se adentra en lo social. Cesc ha sido pitado en el Estadi y su figura sufre cierto desgaste. El proceso, de ser, será durísimo.
Asentarse como auténtico centrocampista es el gran reto de Cesc Fábregas desde hace tiempo
Asoma una solución intermedia, planteada en varias ocasiones por nuestro compañero de Perarnau Magazine, Rafa León, que consistiría en aliviar la incorporación de Cesc con Andrés Iniesta. En este caso, el manchego pasaría a ser la mente pensadora del centro del campo. Hay muchas opiniones en torno a esta medida. Iniesta no desconoce la fórmula; se crió ejecutándola y ocasionalmente ha sabido aplicarla con éxito. Ante el Mallorca en 2011, por citar un partido positivo. Iniesta sabe orientar ataques y decidir, amén de garantizarte la no pérdida ante presiones altas del contrario. Dicho esto, no se puede obviar que lo mejor de su repertorio está en la aceleración. Desde el interior derecho su verticalidad se desperdicia. Por otro lado, la “inconstancia” de Iniesta exigiría ayuda de Cesc en el juego, algo que tampoco sería del todo nuevo. Recordemos que aquel 4-2-2-2 comienzos de la 2012-2013 ya insinuaba la necesidad de repartir el número de pases entre los dos interiores. Así pues, estaríamos en las mismas: Cesc ha de merecer la sucesión de Xavi y ha de ser tocando balón. No cabe otra.
Tata Martino. 23 julio, 2013
Última oportunidad para Cesc esta temporada. Si no me cumple como interior lo mandó a Manchester.