Allá por noviembre, el juego de James Rodríguez llamaba la atención de toda Europa. Motivados por su excelente rendimiento, en Ecos dedicamos un extenso análisis a su figura. El artículo llevó por nombre “una zurda de los 80”, un título que hacía referencia a la calidad de su pierna izquierda y a un estilo futbolístico propio de los talentos de esa década. Meses después, un compatriota suyo, Juan Fernando Quintero (18 de enero de 1993) ha deslegitimado dicho título. Si la siniestra de James tiene aroma a fútbol “viejo”, la de Quintero tiene un efecto aún más potente. Con un toque, el nuevo fichaje del Oporto te transporta a una época de magia y fantasía mucho más artesanal. Es tan especial el chico que al verle uno tuerce el gesto; ¿cabe Juan Quintero en el fútbol del S.XXI? ¿Hay espacio para este genio en los laboratorios de la Champions League? Es lícito dudar. Mientras tanto, soñar es gratis.
La cultura histórica sudamericana se levantó en base a dos posiciones: el mediocentro y el enganche; el “diez”. La competencia de uno termina donde arranca la del otro y juntos tratan de dominar el juego. Como su amigo James, Quintero parece mediapunta a simple vista pero… es otra cosa. Al menos él pretende ser algo distinto. Quiere ser más. Para ejemplificar, usaremos su reciente ubicación en el Mundial sub-20.
Juan Quintero es un jugador especial como pocos, una zurda distinta, propia de otros tiempos
De partida, el seleccionador colombiano situaba a Quintero por detrás del punta, una estructura que perdía su forma escasos segundos después debido a la poderosa naturaleza de nuestro protagonista. No exageramos si decimos que lo de Quintero y el bajar a recibir es algo obsesivo. Este es sin duda alguna el rasgo que le define, su razón de ser: intervenir en el juego; cuanto antes y el mayor número de veces que pueda. Vivir por delante del esférico es algo que le incomoda y que rechaza de inmediato. De hecho, no es raro verle desaprovechar algún balón entre líneas, saliéndose del hueco donde pilló la pelota. No tiene ese instinto natural para girar, no le da placer. Lo suyo es jugar de cara. Ahí es excitante.
Mirando hacia la portería contraria, Juan Fernando es un jugador diferente. La calidad de su primer control ya nos habla de algo fuera de lo común en lo técnico. Dos cualidades destacan en él, dos aptitudes complementarias que le hacen absorber mucho pelota y condicionar –a lo bestia– el juego de susQuintero tiene regate y pase, algo extraño en creadores de juego equipos. Por un lado está su bellísimo golpeo de balón. Fiable en largo, es en los toques cortos donde alcanza su punto más preciso. Su pase raso vertical corre como un tiro hacia el receptor, colándose por el boquetillo más pequeño que haya. Aquí vuelve a salir a escena la comparación con su paisano James. Si el del Mónaco es fabuloso en esto, Quintero es aún más virtuoso, más imaginativo, más “maradoniano”. Claro que su inventiva en el pase se agranda por la capacidad de quitarse de encima rivales con un golpe de cadera. Es su otra característica: el regate en espacios reducidos. En seco es capaz de romper la cintura a su marcador. Su mano a mano es impredecible, pues sale por ambos perfiles y gira a gran velocidad, como si de una peonza se tratase. Esta mezcla de creatividad máxima en los envíos y gambeta debería hacer “imparable” a un futbolista que agarra la pelota en su propio campo, donde la presión del oponente no es tan intensa. No es así. Quintero tiene defectos.
Visualmente, el del Oporto entra por los ojos al primer contacto con el balón. Su fútbol es especial
Antes de nada hay que aclarar que Quintero es un niño de 20 años sin experiencia en la élite. Está en edad de acumular mil y un defectos, más si tenemos en cuenta que los jugadores de creación tardan su tiempo en madurar. Lo que sucede es que las carencias de Juan son, digamos, demasiado específicas y están Quintero vive demasiado de su calidad a la hora de generar juegotan arraigadas a su juego que cuesta imaginar que algún día se desprenda totalmente de ellas. El primer punto negativo es un mal 100% sudamericano, un vicio que recuerda al de otros enganches del continente como P.H.Ganso. Se trata de la tendencia a quedarse clavado en el sitio en el que el jugador recibió el balón. El futbolista controla la pelota y no continúa moviéndose sino que se queda parado. Si pensamos en grandes centrocampistas europeos como como Xavi, Schweinsteiger, Ozil o Iniesta, enseguida nos damos cuenta de que al participar parece que flotan. Su movilidad es permanente a la hora de “jugar” con la bola. Quintero, como Ganso, no es capaz de esto. Ellos controlan el cuero y buscan la solución técnica. Como es muy bueno, Quintero puede encontrarla pero el error está cometido y en escenarios tan exigentes como la Copa de Europa –donde van a ir a taparle–, es un defecto grave. A su favor, la querencia a participar en absolutamente todos los lugares de la cancha; en la izquierda o en la derecha, Quintero interviene (de ahí sus numerosos cambios de orientación en ambos sentidos).
Este “inmovilismo” repercute en su manera de afrontar la elaboración de juego. Quintero, hemos dicho, la pide compulsivamente y en cualquier espacio a lo ancho del césped. Sin embargo, una vez que la caza “se detiene”. Ahí se juega todo a la calidad individual. Su comportamiento es muy poco académico. Nuestro compañero Eduardo José «Kundera» ligó con buen tino su nombre al del mito colombiano, Valderrama. Por personalidad e hipotética jerarquía futura, sin duda es el gran sucesor que dio el país. A nivel futbolístico, hay diferencias. Y es que Quintero se precipita donde “el Pibe” era maestro; a la hora de jugarla atrás tiende a arriesgar, siendo muy directo en ocasiones. No busca lo suficiente al compañero cercano a la hora de gestar la acción. Las famosas paredes de Valderrama en el círculo central Juan todavía no las encuentra. Resulta curioso porque a medida que se acerca al área del rival va creciendo su gusto por la pared rápida. Ahí el instinto y la necesidad le fuerzan a apoyarse en los demás. Pensando aún se equivoca.
El joven cerebro debe aprender a leer el ritmo que necesita cada momento del juego
¿Y en defensa? Pues en defensa, la nada. Sin el balón, Quintero no corre. Ni siquiera en situaciones de contragolpe se menea; ahí tiende a pararse a la espera de que le cedan la pelota para conducirla él, muy al estilo Messi. Su nula aportación defensiva nos sirve de hilo conductor para plantear su futuro en su nuevo club, el Oporto. Siendo como es, pensar en él como interior en un 4-3-3 (el sistema de los portugueses) es imposible. Ahí Quintero es “falso extremo”, con un lateral largo (los tienen en plantilla) que le libere de la banda y un interior robusto que le proteja y le compense. Como explicamos al principio de este análisis, Quintero no es James Rodríguez. Su juego empieza mucho antes y se confunde con el de un mediocentro casi. El gusto de Juan por bajar a recibir puede tener su aquel si tenemos en cuenta que el Oporto ha perdido también a Moutinho, el líder en la sala de máquinas. En ese sentido, que baje no será incoherente. ¿Lo malo? El Porto abandonaría gran parte de su identidad agresiva al prescindir de un extremo. James no es que fuese un puñal pero pegado a la izquierda sabía ser profundo y centrar y en la derecha jugueteaba con Danilo. No es de extrañar que en las últimas horas, el entrenador de los dragones haya comentado la posibilidad de pasar a jugar con un mediapunta, dos hombres abiertos y un «9». Está por ver.
El anuncio oficial de su pase al Oporto inaugura la carrera de Juan Fernando Quintero en la élite. Jugará la Champions y comenzará a descubrir cuánto hay de verídico en su juego. Quintero no es un Riquelme. No es un Aimar ni un Banega. El ex del Pescara es una pieza exótica de un talento salvaje pero raro. Su fútbol es uno de los más egocéntricos de cuantos han cruzado el charco en la última década. Se intuye que no habrá término medio en su trayectoria: o la revienta o quedará en dulce amago. Si existe Dios del fútbol, que por favor nos conceda su victoria; será un deleite para todos.
@SharkGutierrez 15 julio, 2013
Por lo que comentas David, hay más sombras que luces en su juego, pero por otro lado, su juventud maquilla y -en cierta forma- le protege de ello. Hay un apartado que quiero preguntar a la comunidad (equipo de Ecos incluído). ¿Quienes escoltarán a Quintero a su espalda? Porque están Fernando, André Castro (Sporting) y Defour. Posteriormente, la delantera están Varela, Atsu e Izmailov (entre otros).
¿Creéis vosotros en un rombo estrecho, con Fernando mediocentro, Defour y André Castro interiores y Quintero MP? Luego arriba están Varela (diagonal interior), además de Iturbe y Atsu. ¿Cómo lo véis vosotros?
De Quintero solo puedo comentar las ráfagas de su juego, que no es mucho y tampoco me atrevo a definirle hasta verle algo más. Pude verlo apenas en la Libertadores con el verdepaisa y a ratos con Colombia. Poco más.