Si fueras tan inteligente como para aprobar cualquier examen, ¿habrías estudiado horas y horas a lo largo de tu vida? Si pudieras volar entre las nubes, surcando los cielos, ¿te someterías a la tediosa espera del bus? La respuesta resulta clara y concisa: “no”. Sin embargo, como humanos fuimos castigados con numerosas limitaciones; si queremos aprender hemos de estudiar y si queremos ir de un sitio a otro, nos tienen que llevar. Somos como somos y estamos cargados de defectos.
A menudo acostumbramos a ver al futbolista como un dios, un superhéroe capaz de realizar proezas infinitas sobre el césped. Estas maravillas nos conducen a la idealización y a un error de análisis que solo cometemos en materia deportiva. Este error podríamos llamarlo “la cualidad hipotética” y consiste en añadir capacidades extra a un jugador, aptitudes que no posee y que, de tenerlas, le convertirían en un ser todopoderoso. El jueguecillo mola pero está lleno de falsedad. Para probarlo, volvamos a la cuestión inicial. El obligado esfuerzo por aprender creó en el estudiante un hábito de trabajo. Si ese estudiante no hubiera sufrido ante sus libros, su voluntad y constancia serían muy distintas. En otras palabras, sería un vago y, definitivamente, una persona diferente. Con el futbolista ocurre lo mismo.
Un futbolista equivale a su capacidad física, técnica y psicológica
El mejor ejemplo es sin duda Andrés Iniesta. Su fútbol pasa por ser el más refinado y cerebral de entre los grandes cracks del balón. “Iniesta es el que mejor juega” es una frase recurrente en los últimos años. Su única carencia parece ser el gol, el remate a puerta. Ahí Andrés se vuelve increíblemente torpe y obtuso. Pero, ¿y si fuera un genio en la definición? ¿Buscaría recibir la pelota en mismas zonas que ahora? Iniesta se ubica siempre a una altura más cercana al mediocampo que al área. Ahí entra en contacto con la bola y tira de regate; un regate altruista cuyo objetivo es limpiar la jugada, no definirla. La portería no está en su cabeza. Si lo estuviera, su comportamiento sería otro, así como su ego o su esencia. No existe Andrés Iniesta con gol.
La Copa Confederaciones de Marcelo nos ha sobrecogido a todos. Con la connivencia de su entrenador, Luiz Felipe Scolari, el brasileño ha reinventado el concepto de lateral. Está claro que Marcelo es algo demasiado especial. No se vio en las últimas dos décadas (por lo menos) un carrilero que encontrase tantas y tan diversas soluciones ofensivas con la pelota en los pies. Marcelo se cuela por cualquier rendija y desborda con la habilidad de los mejores atacantes. Si un lateral es capaz de todo esto, ¿puede atender sus obligaciones defensivas a nivel psicológico y/o físico? Si alguien es capaz de llegar arriba y decidir, adorará hacerlo y raro será que disfrute en tareas de sacrificio. No, Marcelo no puede defender.
Iniesta no sueña con goles; Marcelo no deja de imaginarlos
La evolución de un deportista también está marcada por sus capacidades técnicas, físicas y mentales. Leo Messi limitó sus esfuerzos a medida que fue controlando su inaudita técnica y su remate entre palos; cada vez se mueve menos.
Kiko Narváez fue un maestro del control y el juego de espaldas pero ¿se habría alejado del gol y del área si su esbelto 1,88 hubiera sido tan explosivo como el del francés Thierry Henry?
Sergio Busquets aprendió a jugar en una baldosa porque su pase a cuarenta metros tardó en ser preciso. Si lo hubiera traído desde la cuna, su carrera quizás sería distinta.
PD. Hay un ejemplo polideportivo que no nos resistimos a mencionar. ¿Sería Lebron James ese huracán de baloncesto colectivo si la naturaleza le hubiera dado la muñeca de Kobe Bryant?
No hay un Lebron con tiro, ni un Iniesta goleador, ni un Gattuso con calidad.
Nacieron así.
rs42 6 julio, 2013
Yo de verdad no puedo comprender por qué a Iniesta un poco mas joven no lo pusieron a practicar el disparo y la definición horas, días y meses. Es que yo creo que no ha habido un jugador de ese nivel con menos gol y menos amenaza para el portero en la historia. La portería es su kriptonita.