Si hay algo que en los últimos años haya crecido al mismo ritmo que la selección española de fútbol, tanto en juego como en éxitos, esas son las categorías inferiores de la misma. Así, de la mano de la victoria y sin darnos cuenta, hemos vivido con prisa, precipitados, a una velocidad de vértigo. En 2011 por estas fechas nos sentamos en el sofá, echamos un vistazo al plantel y suspiramos de alivio porque con la primera Eurocopa y el Mundial digeridos, comprobamos que esa generación caracterizada por la calidad y marcada a fuego por un estilo inconfundible no acababa ahí. Tenía reemplazo. Y desde entonces, el pensamiento más repetido cada vez que nos hemos sentado nuevamente en el sofá para deleitarnos con esta selección sub21 bien podría resumirse en un “y lo que viene después…”. Hemos vivido corriendo para alcanzar el “después”. Casi al contrario que los que pisan el verde.
No obstante, quizás la mayor singularidad de este “modo de vida” es que, a diferencia de las buenas vibraciones que imperan en el sentir colectivo, el último gran precedente de esta generación no se relaciona con el triunfo, sino con una gran decepción. La España que llegó el pasado verano a los Juegos Olímpicos, heredera directa de la que un año antes lograra el título de campeona de Europa sub-21, cayó eliminada en la primera fase, castigada por un mal que aún hoy azota a esta categoría de futbolistas: la falta de profundidad. Y de gol. En Londres, España no fue capaz de anotar un solo tanto en 270 minutos. Ayer, en Israel, y con el último verano en la memoria, los nuevos jerarcas de la sub-21 buscaron sacudirse ese estigma.
España salió con Muniain y Tello muy abiertos.
La selección rusa se plantó en el terreno de juego en 4-1-4-1 con la plena intención de anular el tránsito interior rival en base a una primera línea de presión alta y al descarado y persecutorio marcajeEl mediocentro ruso marcó al hombre a Isco individual de Tsallagov –el mediocentro ruso- sobre Isco. A raíz de las primeras pérdidas de los interiores españoles en la recepción de espaldas, España se vistió de inseguridades e Iñigo Martínez le remendó el traje. El desplazamiento largo del central zurdo sobre Tello, muy abierto en perfil diestro, permitía a España asentarse arriba por la vía rápida. Además, el fuera-fuera del jugador del FC Barcelona era garantía de segundos para la incorporación de los jugadores de segunda línea. Pero, pasados los diez primeros minutos, Lopetegui vio el espacio. La mencionada marca del ‘2’ ruso sobre Isco provocaba que, en el apoyo corto del de Benalmádena, la selección rusa subiera la línea y desprotegiera la espalda de su mediocampo, generando un espacio a explotar. Y el elegido para las labores de mediapunta fue Muniain, a cambio de mover a Tello a la izquierda. Sin embargo, la realidad es que Muniain, actualmente, no aprovecha un regalo ni aunque se lo des ‘abierto’. España, sin soluciones por delante de balón, necesitaba un nuevo líder.
De la incertidumbre nacieron los nombres del partido. Uno en cada parte, uno para cada necesidad: Illarramendi en la 1ª, para atajar el desorden, e Isco en la 2ª, ante la más absoluta urgenciaTello volvió a la derecha en la 2ª parte de genialidad. El jugador de la Real, que en los primeros minutos había estado excesivamente sujeto a la posición, tomó responsabilidades con balón y permitió que España fuera ganando altura por dentro sin conceder espacios en caso de pérdida, con la ayuda de Thiago atajando bien al espacio. Tras el descanso, Isco despertó de su letargo. Y esta vez, a diferencia de en la 1ª mitad, la buena mano de Julen Lopetegui tuvo mucho que ver. Devolvió a Tello a su posición favorita e inicial y volcó a Isco sobre la izquierda a fin de que pudiera recibir con espacios, alejado de la marca, con la posibilidad de generar ventajas tanto colectivas, combinando con Muniain y sumando a Alberto Moreno por fuera, como individuales. No obstante, y a pesar de que el acierto fue rotundo, la selección española tenía dificultades para ocupar área, y la inferioridad en la frontal pesaba en exceso cuando Isco ganaba línea de fondo.
Lopetegui movió el banquillo con Morata y Canales.
Era como si el estigma de esta generación hubiera estado presente durante todos y cada uno de los minutos que sumaba el choque. Y en el 65, aun con Isco haciendo magia, era notable la ausencia de un jugador que acudiera al desmarque interior, de un hombre que abriera la férrea zaga rusa, de un perfil que atajara de lleno la falta de profundidad interior de esta generación. Era un rol que podía desempeñar Sergio Canales saliendo desde el banco; pero la fórmula correcta fue más resolutiva y radical, como concebida expresamente para acabar con la falta de gol que prometía sumar 90 minutos más a los acumulados en los JJOO. Álvaro Morata y su cabezazo a balón parado en el minuto 82; la fórmula para evitar que engordara, más si cabe, el estigma de la selección sub21.
merchancito 7 junio, 2013
Voy a escribir mis impresiones así de manera corta y antes de leer el artículo, a ver qué pasa ^^
Buen partido de los nuestros que entendieron el uso de la posesión en el segundo tiempo, gracias al paso adelante de Thiago y la caída a banda de Isco. La entrada de Morata dio mucho aire en forma de espacio por dentro gracias a sus movimientos. A día de hoy -y perdonad el atrevimiento- mucho Benfica y disputar final de EL y todo lo que queráis, pero creo que Morata es más jugador, tiene más cosas en general y le viene a esta sub-21 mejor en lo particular que Rodrigo.
Thiago es mediapunta. Punto. Ni interior de posesión, ni mediocentro, ni pimientos en vinagre. Este chico ha nacido para derribar la última línea con sus pases. Puede jugar y rendir bien en otros roles para adaptarse a su equipo o a su entrenador, pero yo tengo a Thiago y lo que buscaría a toda costa es potenciar esta capacidad. En la segunda parte se vino un poquito más arriba -merced al "estirar" de Morata- y España empezó a hilar más rápido y con más intención de matar.
El triángulo Iñigo Mtnez-Bartra-Illarra es muy serio. Pero destacaría al mediocentro. Sobrio, ni un pase de más, ni uno de menos y con un desempeño táctico de la posición impropio de su edad. Decía @Abel -muy acertadamente- que el oficio de 5 es "de viejos", pero este chico es que juega como si tuviera 30 tacos. A ver cómo evoluciona y qué decisiones toma en su carrera, pero de verdad que tiene un futuro tremendo.
En resumen:
– El potencial asociativo del mediocampo no necesita que el 9 baje a dar ese toquecito de espaldas (Rodrigo), sino un 9 que estire y fije la linea defensiva rival arriba (Morata)
– Thiago de 10 puro con libertad e Isco en la banda. Haría falta encontrar el compañero copetitivo de Illarra y ante la duda de Canales, me gustaría ver a Koke ahí.
– Mejor los movimientos "hacia arriba" de Morata que los de Rodrigo "hacia abajo".
Ahora a leer.
Saludos.