Abajo de casa, al lado del parque o en el Sánchez Pizjuán, pero en la banda. En Sevilla, el bueno siempre jugaba en la banda. Fue la fiebre del «7», un virus que asoló la capital de Andalucía durante 13 años, la mitad en verde y la mitad en colorado. Faltó que la gente se negase a conducir por el carril central de la calzada, era algo casi doctrinal. A Pellegrini lo hubiesen encerrado, a Luxemburgo no le habrían dado de comer y a Maturana le hubieran pegado una colleja de las gordas. Cuando uno gana y el mundo entero reconoce sus formas, lo demás no existe. Los cinco trozos de tierra sabían que el Sevilla FC campeón atacaba por los costados. Lo amaban. Nunca lo cambiarían.
El equipo de Juande Ramos fue la sublimación de la apuesta porque el medio no se usaba ni para salir. Poulsen tenía alergia y su compañero, fuera quien fuese, era más de recibir desde arriba -vía Kanouté- que desde abajo. Así que el central se la pasaba a Dani Alves y el brasileño corría hacia dentro o por fuera, y se la pasaba a Navas cuando quería para que Jesús hiciese lo infalible: regate, centro y testarazo de Luis o Frédéric, que por alto dominaban como jirafas. Era absurdo defender a Navas; entonces y hoy. Se va a ir, lo hará por fuera y sacará el centro. Inevitablemente. Navas da forma a la simpleza imparable, al arte de lo sencillo. A la fiabilidad absoluta. Por eso mientras su Sevilla fue rico él fue letal. Pero el tiempo le quitó la banda izquierda, sumó años al malí y vistió a Dani de azulgrana. Se quedó solo. Y el Sevilla le pedía títulos.
Sin Alves, Navas pasó a recibir el balón mucho más atrás.
Navas se salía en días grandesLo brutal es que Jesús Navas hizo frente a la surrealista exigencia. En base al orgullo que tomó el club, el estadio que se forjó, la simbología del «7» y su talento, alzó una Copa, se coló en dos Ligas de Campeones y no entró en otra por diferencia de goles con el Atleti (49 convirtieron entre Forlán y el Kun Agüero). Pese a que el conjunto hispalense 2008-2011 no es ninguna joya, o quizá justamente por eso, hay exhibiciones individuales de Navas que sobrepasan lo normal. Por ejemplo ante el Real Madrid -estuvo a punto de exiliar a Marcelo– o, sobre todo, en la vuelta copera de 2010 contra el Barça de Pep. En este tiempo más cercano, Manolo Jiménez, Antonio Álvarez o Gregorio Manzano no le pedían que sacara el centro, sino que sacara al equipo. También posee ese don; gana el fondo hasta arrancando como lateral. «Entonces ya está», dirá alguno; pero no es igual centrar con el equipo arriba que con la gente abajo. Ni hay tantos rematadores, ni la zaga está tan expandida ni se carga el rechazo de la misma manera. Obró milagros, pero no logró ser Alves, Puerta, Navas y Kanouté juntos, lógicamente.
La identidad original del SFC de siempre no era un dibujo táctico.
El asunto es que anteayer se clausuró de forma oficial la era de Jesús Navas, algo que duele mucho pero que también tiene su parte positiva. Sevillismo no es pasársela a un extremo; es jugar rápido, vertical, con tipos capaces de eliminar a sus pares para acelerar el juego y el pulso de la gente. Picardía, acción y dominio físico. Lo de tener un extremo derecho sobre el que volcarse no era una identidad, sino el medio que mejor permitió exaltarla en un momento determinado que ya se acabó.
Este vestuario lleva cinco temporadas pidiendo un reset, requiriendo la aparición de un nuevo jefe del sistema que destierre el plan de antaño. Muchos entrenadores lo han intentado, sobre todo Míchel y Unai, pero, cuando al equipo no le salía lo nuevo, los jugadores, la grada y hasta el balón miraban a Jesús, y se volvía a lo de siempre, a lo único que todos recordaban ver funcionando. La grandeza y el magnífico nivel del crack pararon el reloj del Sevilla FC. Ha sido la máquina de respiración asistida de la mitad de una ciudad que acostumbra a respirar fuerte. Ya está desconectada. Ahora, que el Sevilla viva o viva. Sin prisa.
Peri 5 junio, 2013
En esta temporada fue una pena la lesion de Trochowski. El Medel-Maduro-Navas-Rakitic-Trochowski-Negreso jugo muy bien las primeras jornadas.