Ainicios de los años 50, en un pueblo del norte de Italia había un niño, el hijo de don Mario y doña Anna, que soñaba con ser portero de fútbol. El sueño no estaba en la gloria de la celebridad, sino en hacer que su padre, a quien veía salir de casa muy temprano para ir a trabajar al campo y volver molido caída la noche, pudiese tener una vida más tranquila, más relajada. Una vida que le permitiese mantener a su familia, sin dejarse cada día un poco de la suya propia. El pequeño Dino, gracias a su familia, aprendió el significado del trabajo y del cansancio como medio para conseguir sus objetivos. Primero el trabajo: la escuela. Luego el fútbol. Así de claro se lo dejaron sus padres. Así que cuando llegó el momento de trabajar, Dino iba todos los días desde la casa familiar en Mariano del Friuli hasta la vecina Gorizia, en bicicleta, a trabajar como mecánico. Fue esto, y no el deporte, lo que le reportó sus primeros sueldos. Ayudaba en casa y eso le permitía jugar al fútbol. Dino crecía, sudaba y mejoraba jugando la modesta Marianese de su ciudad natal. Con 15 años ya se hablaba de él, iban a verlo ojeadores del Inter y de la Juve. Giuseppe Meazza y Renato Cesarini, no unos cualquiera. Cuando el Udinese le firmó, Dino, que podía haber sido un buen mecánico, se convirtió por fin en futbolista.
Los prometedores inicios en su Friuli natal le llevaron a un inesperado viaje al Sur.
Dino hace su aparición en la Serie A en 1961, con apenas 19 años, jugando 4 partidos no muy afortunados. En su debut, de hecho, encaja cinco goles de la Fiorentina. Su Udinese desciende de categoría y es al añoA Zoff le costó ser valorado justamente siguiente, en la B, cuando Zoff se hace con el puesto de titular del equipo friulano. Sus buenas maneras, aún así, no eran demasiado apreciadas por el público del Udinese. Cada fallo pesaba más que un montón de aciertos. Así que cuando Bonizzoni, su descubridor, se lo quiso llevar al Mantova, el joven portero no se lo pensó dos veces y cambió de aires. Mantova le supuso la tranquilidad de verse respaldado y la madurez. Tres temporadas en la Serie A y una en la B, en constante progresión. Un Mantova con buenos jugadores, allí estaban Gigi Simoni, Angelo Sormani o el alemán Schnellinger. Pero sobre todo estaba Santarelli, un portero llegado del Bolonia, veterano castigado por las lesiones, que tomó al joven Zoff como su protegido. Mantova, por cierto, también le trajo a Zoff la familia. Allí conoció a su mujer, Anna. En el año 67, el Milan se interesa por Dino, pero es finalmente el Napoles quien se hace con sus servicios. Un Napoles que intentaba crear un proyecto con el cual luchar por el Scudetto con los potentes equipos del Norte. El eterno desafío napolitano.
Allí pasará cinco temporadas que serán básicas en la construcción de la leyenda. El fútbol italiano empezó a conocer verdaderamente el nivel de Dino Zoff. Llegó el momento del debut con la selección nacional, donde empezó la rivalidad y la convivencia con Enrico Albertosi, el que sería su mayor obstáculo en la lucha por el número 1 de la Azzurra. No podían ser más diferentes: Zoff el portero –y la persona- serena, sobria, poco dada a las frivolidades de cara a la galería. Albertosi un carácter, volcánico, espectacular, irregular, pero con el aval de ser el portero del Cagliari campeón de Italia. Un Cagliari que aportaría un buen número de jugadores a la Nazionale, ninguno más importante que Gigi Riva. Así que, a la sombra de Albertosi, Zoff verá el Mundial de México desde el banquillo.
Sin embargo, la Eurocopa del 68, la que se jugó en casa, la de la doble final contra Yugoslavia fue toda de Zoff. Había debutado en un delicado partido de cuartos de final contra Bulgaria.Dino es fundamental en la Eurocopa del 68 Entonces, la Eurocopa se jugaba con el sistema de grupos de clasificación, eliminatoria a doble partido y fase final. En el envite contra los búlgaros, Albertosi encaja 3 goles en la ida que deciden a Valcareggi a darle la alternativa a Zoff. Italia remonta en Napoles y Zoff permanece imbatido, asombrando por su sangre fría a los Facchetti, Mazzola y Rivera. Italia es uno de los cuatro semifinalistas y la UEFA la elige como sede del torneo final. Y la semifinal de Napoles contra la URSS -la de la moneda- ayuda a que Zoff sea uno de los protagonistas del campeonato. Imbatido de nuevo. En la final, Zoff es uno de los pocos italianos que permanecen en el once para la repetición del partido. Italia gana el título y las cosas marchan para Dino en Nápoles.
Nápoles y Zoff, el sur y el norte, un amor aparentemente extraño e incomprensible. Ciudad extrovertida y alegre y hombre reservado y reflexivo. Tan cerca, tan lejos. ¡Y qué equipo! Napoles, cómo ya dijimos, buscaba luchar con los grandes, así que delante de Zoff estaban Altafini y Sívori, Juliano y Panzanato, Cané y Montefusco, Barison y Bianchi. Un equipo que fue subcampeón de Italia en el 68.
Los éxitos en el Sur atrajeron la atención del mayor representante del Norte.
Zoff es ya una estrella, no sólo en Nápoles. En 1972, con 30 años recién cumplidos, está en la mejor edad para un portero y el ciclo en el club partenopeo se cierra. Llega la llamada de la Signora del fútbol italiano. La Juventus se está renovando en torno a un grupo de jóvenes que harán historia: Bettega, Causio, Anastasi y Capello. Junto a Zoff también hace el viaje hacia el norte, sorprendentemente, el veterano José Altafini, un delantero que ya había jugado la Copa del Mundo de 1958 con Brasil, si bien entonces era conocido como Mazzola. El empuje de Pelé y su fichaje por el Milan le apartaron de la Canarinha, e incluso jugaría con la selección italiana, siempre dispuesta a usar oriundos.
A estas alturas Zoff era un portero que daba seguridad a su defensa. Esa era, básicamente, su mejor cualidad. Hoy parece increíble, pero en la época, los grandes porteros del pasado italiano renegaban un poco de él. Estaba demasiado alejado de su concepto de portero ágil, palomitero, valiente para lanzarse a los pies de los atacantes. Demasiado alejado de los venerados Combi, Olivieri –l’uomo ragno, el hombre araña- o Ghezzi y Lorenzo Buffon –apodados “kamizake” -. ¡Tanto ha cambiado el modelo de portero que los italianos aman! Zoff seguramente tenga algo que ver…
Su primera Juve gana el Scudetto. Era una Juve nueva, renovada, con Causio, Haller y Bettega, jugadores veloces, fantasistas, dinámicos. Seguramente uno de los equipos más espectaculares de la historia del club. Llegarían luego Boninsegna y Benetti, experimentados, fuertes físicamente, con los que la Juve se transformará en un rodillo. Y los jóvenes Cabrini y Tardelli. Y los extranjeros, primero Brady, luego Platini y Boniek. Y Trapattoni en el banquillo. La Juve cambió mucho, pero el elemento inalterable de todos esos equipos era Dino Zoff, el hombre que ponía un muro de ladrillo ante su portería. La seguridad y la fiabilidad hecha guardameta. Once temporadas, con dos ciclos bianconeros bien diferenciados. Seis Scudetti, la Copa de la UEFA –con la Juve que mejor ha jugado en toda la historia-, dos Copas de Italia y una serie de récords difíciles de batir. De fidelidad y de longevidad.
En los años juventinos Dino Zoff se convierte en un mito del fútbol transalpino.
Super Dino. Dino Nazionale. La década que pasa defendiendo los colores de la Vecchia Signoria eleva al portero a la condición de leyenda. Como suele suceder, los mejores años de la Juventus son también los mejores años de la selección italiana. Zoff es insustituible en la Azzurra y todos los herederos de su trono –Bordon, Conti, Galli, Tancredi…- no pueden sino esperar a que abdique.
Dino disputó cuatro Mundiales, todos muy intensos. Aquel desde el banquillo en México, del que ya hablamos. El de la desilusión y los remordimientos por parte de una Italia avejentada –Mazzola, Rivera, Burgnich,Tras Argentina 78, Zoff es acusado de estar acabado a sus 36 años Facchetti, Riva- y llena de conflictos internos –Chinaglia, Re Cecconi, Juliano…- en Alemania 74. Una Italia secuestrada por los capos del vestuario, destacando Mazzola sobre todos, y los mafiosos vestidos de futbolista provenientes de la Lazio campeona de la Serie A. Zoff, además, llega a este campeonato en uno de sus momentos de mayor fama. Ha permanecido imbatido con la selección durante más de 1100 minutos, incluyendo victorias sobre Inglaterra y Brasil. El récord se romperá en el momento menos esperado, en el partido contra Haití, cuando Emmanuel Sanon le bate y pone en entredicho el verdadero nivel de una Nazionale que está a punto de explotar internamente. El tercero, y quizá más amargo para Zoff, fue el de Argentina 78. Italia juega un fútbol magnífico, pero queda cuarta merced a dos derrotas que vienen por goles a larga distancia contra Holanda –Haan– y Brasil –Nelinho, Dirceu-. A Zoff se le acusa de estar viejo y lento de reflejos. De estar iniciando el declive, si no acabado. Tiene 36 años.
Pero el cuarto, ¡ay el cuarto! España 82 es la revancha y el triunfo de un hombre que resurge como el Ave Fenix, y que no le cobra cuentas pendientes a sus enemigos. No es una revancha con palabras, es una revancha con trabajo, con hechos. Como le habían enseñado Don Mario y Doña Anna. En este 1982Su parada ante Óscar le da el Mundial a la Italia de su amigo Bearzot, con 40 años, la imagen del triunfo mundialista italiano, más incluso que Zoff alzando la copa en el Bernabeu, es la parada en el minuto noventa a Óscar en el partido contra Brasil. Una parada de reflejos, de genio, de colocación, de instinto, de todo lo que le habían acusado de perder. De portero grande. De leyenda y referencia inmortal. La imagen de la persona es aquella de los gestos de afecto hacia Enzo Bearzot, incluso antes de recoger la Copa del Mundo. El cariño hacia su paisano, un hombre al que Zoff le debe mucho y que ha sido, como él mismo, injustamente criticado. Bearzot es un elemento clave en la carrera de Dino, el hombre que le dio la confianza de ser el indiscutible número uno de la selección y le permitió retirarse con 112 partidos internacionales, récord durante mucho tiempo. Al igual que el de presencias en la Serie A. O el de ser el único jugador italiano que ha ganado Mundial y Eurocopa. En los años 30, hay unos cuantos jugadores que, bajo las órdenes de Vittorio Pozzo vencieron Mundial y Copa Internacional -Dr. Gerö Cup-, que es considerado equivalente, pero oficialmente no es lo mismo.
Su carrera Azzurra es inigualable. Ha jugado con Burgnich y Facchetti, con Castano y Guarneri, y vivió los debuts internacionales de Antognoni, Tardelli, Scirea, Graziani, Cabrini, Rossi o Bergomi. Y a todos ellos sirvió de paraguas y de modelo. Ganó una Eurocopa y un Mundial, y ha servido de molde para los futuros porteros que ha dado Italia. Gianluigi Buffon, el único que se le acerca, no hubiese sido Buffon de no haber existido antes Dino Zoff.
@migquintana 14 junio, 2013
Espectaculas as always, Sergio.
Muy curioso lo que comentas del perfil de portero que gustaba en Italia. Conociendo mínimamente a Dino Zoff y habiendo convivido con un portero como Buffon, cualquiera diría que amaban a los paradores por encima de estos porteros sobrios de los que ya parece no haber constancia en el fútbol actual.