Nunca sufrió ni esperó una despedida tan amarga. Por primera vez, dijo adiós sin legar una historia perfecta. No era su sino original, aunque luego optase a él. Su primera misión era menos gloriosa, aunque de vital importancia. La entidad más pública del mundo venía de un lustro sin lustre con el agravante de ser coetánea, compatriota y víctima de un rival invencible, que encima era su eterno enemigo. Ser el mejor era una terca utopía; ésto es de los futbolistas y Leo gozaba en Barcelona con Xavi, Iniesta y la compañía ideal. Tras un primer bienio casi impoluto -lo fue valorando su competencia-, Mourinho situó al Madrid donde parecía (¿era?) imposible: por encima. Su oficio y habilidad disiparon una desigualdad que sin él, sin duda, habría durado más tiempo. Y entonces, cuando estuvo en facultad de dar un paso más y alzar al Real como verdadero número uno, se quedó sin fuerzas. O no supo hacerlo; cada uno tendrá su opinión. Lo objetivo es que falló en lo bonito después de hacer lo feo. Ahora, un año más tarde, con lo feo igualmente hecho y lo bonito por hacer, aterriza Carlo Ancelotti. Se encontrará un grupo que viene de perderlo todo pero que, ya, no está condenado a ser peor que nadie.
Tampoco es que le espere el cielo, la herencia de Mourinho no es la de Heynckes en el Bayern. La situación en Concha Espina es más negra; habrá muchos frentes abiertos y de índole diferente. Para colmo, Ancelotti tiene algún defecto que podría lastrar al Madrid al principio. Es una elección válida, pero no cumple todos los requisitos que harían de él una garantía. Abramos con lo bueno. En primer lugar, Carlo ostenta un gran currículo. Le dará todo el crédito que se puede tener en un entorno tan partícipe. Además acostumbra a desenvolverse en éstos. Ocho años lidiando con Silvio Berlusconi curten a cualquiera. También domina la convivencia con los cracks; jugó con Falcao, Baresi, Gullit y Van Basten, y ha dirigido a gente como Buffon, Zidane, Shevchenko, Drogba o Zlatan Ibrahimovic. Es decir, siempre ha estado en el candelero, motivo que le ha permitido conocer la Copa de Europa de cabo a rabo. Justo para ganarla le fichó el Chelsea en 2010, donde vivió una experiencia que le vendrá de perlas en el Santiago Bernabéu: ser parte de un vestuario de Mourinho. Y, en primera instancia, lo bordó. Respetó el trabajo del portugués, lo utilizó, imprimió su sello distintivo, ilusionó al plantel e hizo doblete. Contra pronóstico, dicho sea, pues su éxito en las ligas regulares ha sido pobre. A sus órdenes, Paolo Maldini levantó un único Scudetto en ocho años. Ancelotti no es liguero.
Para la salud mental del Real Madrid es imprescindible competir por la Liga hasta la jornada 38.
El ceño de C. Ancelotti tiende a relajar a sus equipos… demasiadoSu anti-liguero libreto es el resultado de una máxima, una pasión y una personalidad. La máxima es que todos sus equipos deben ser sobresalientes a nivel defensivo, y la verdad es que uno mira su expediente y siempre lo ha conseguido. La pasión es el balón. El italiano busca controlar los partidos desde la posesión, los pasadores empedernidos le chiflan. Son tan técnicas y asociativas sus formaciones que con frecuencia se le acusa de servilismo al jefazo, por eso de poner a todos los cracks. La teoría más básica apunta que tales conjuntos pueden tender a partirse. Sería lógico. Al descubrir un once con Lucas Moura, Pastore, Lavezzi e Ibrahimovic lo que menos nos imaginamos es una roca defensiva. Entonces, ¿cómo logra que alineaciones tan despechugadas muestren una consistencia TOP? Contagiándoles su personalidad. Carlo no posa; sus expresiones laxas y sus frases neutras son sinceras. Derrocha parsimonia, y al grupo le llega. Sus equipos no gritan, son muy reflexivos, piensan de más. Conciben el balón como un elemento de control, más que de ataque. Jamás juegan a su máximo ritmo posible. Si son muy rápidos, bajan a rápido; si son rápidos, bajan a lento; si son lentos, apenas se mueven. En la Champions funciona genial porque nada les altera, pero a lo largo de 38 jornadas cuesta puntos. Les falta alegría. Con Ancelotti es posible un «Alcorconazo» en Copa, un pinchazo liguero en casa o una tendencia al empatito tonto a domicilio. En lo cotidiano, Carlo apenas suma.
El hambre incesante de Cristiano Ronaldo deberá compensar la parsimonia de su nuevo entrenador.
Ancelotti y CR7 tendrán un choque por la zona de influencia del lusoY ahí aparece C. Ronaldo. Él sí es esa exigencia semanal, esa constancia segura, esa posibilidad de sumar 100 puntos. Tenerlo contento los nueve meses garantiza llegar vivo al final, que es lo imprescindible. Pero ojo. Deportivamente, Ronaldo es Mourinho y Ancelotti es Pirlo. Carlo verá en él un punta muy, muy móvil pero sin peso en la gestión; pues, de tenerlo, aceleraría el juego más de lo deseado. El «7», sin embargo, querrá gestionar. Bajar, recibir y decidir el ritmo del partido. Negociarán e inventarán un punto intermedio que no tiene por qué salir mal: Carlo necesita marcha y el Real de Cristiano, serenidad. En contra: Queiroz, Bento y Pellegrini, los que hasta hoy intentaron domar a Ronaldo, le empeoraron. A favor: Ancelotti tiene muchos tiros pegados. ¿Cómo le quedará el vaso, medio vacío, medio lleno o rebosando? El futuro, en ello.
La kilométrica plantilla del Madrid fue difícil de llevar hasta para MouLos desafíos personales de Ancelotti no terminarán en Ronaldo. Varios cracks blancos necesitan un reset. La plantilla del Real Madrid pasó de la exposición absoluta a la protección paternal. En 2008 Marcelo era considerado, literalmente, un paquete, pese a que se exhibía tres veces al mes como ningún otro lateral. En 2013 Marcelo ha firmado un año muy pobre y ha renovado entre aplausos. Tal transformación del contexto se ha debido a tres causas: Mourinho, paraguas de críticas; el propio Cristiano, a quien todos miran; y la extrema amplitud del plantel. El hecho de que si Marcelo tenía dos días malos entrase Coentrao era un lujo con cara B: en el Madrid, salvo Ramos, Alonso y Ronaldo, nadie se sintió importante. Y eso es complicado. «Ni el equipo me necesita ni me señalarán por no estar». Tener más calidad que estatus es un problema.
El Madrid deberá recortar su plantilla para darle más importancia en el club a sus jugadores titulares.
Pensar, escoger y confiar. No le queda otra. Por ejemplo: ¿Coentrao o Marcelo? ¿Benzema, Higuaín u otro? Dividir culpas, méritos y minutos no funcionaría ahora. El Real necesita protagonistas, porque Mourinho se ha ido y Ancelotti no va a llenar su hueco. Y sus cracks necesitan protagonismo, porque llevan tres años en la sombra y la vida del jugador se acaba pronto. La solución única al doble conflicto es clara: los elegidos, sean quienes sean, deben ser los rostros de la derrota o la victoria. Del éxito o el fracaso. Deben sentir el derecho a fallar y la obligación de darlo todo. Benzema será el caso paradigmático.
En cuanto a lo futbolístico, la escuadra blanca (la oficial a las 4:00 h del 26-06-13) ya sacia casi todas las necesidades del técnico, sobre todo tras el fichaje de Dani Carvajal. Para amoldarla más a él no le sobraría un centrocampista más pausado, que retenga más la pelota; aunque la principal carencia a corregir será el escaso gol de su segunda línea (Modric, Khedira, Özil, Di María). Como dijimos, el pasivo estilo ancelottiano es propenso al pinchacito. Necesitaría otro saca-puntos para afrontar con garantías la carrera de los 100. El caso es que no ha entrado nadie y ya hay overbooking, y cualquiera que salga -menos Kaká- conllevará una pérdida de algo que seguramente su sustituto no cubra. Al lío: pensar, escoger y confiar. Le urge más dar valor a lo que tiene que completarlo a su gusto. La avaricia rompe el saco.
Ni el propio C. Ancelotti sabe con qué dibujo va a competir este año¿Cómo lo ordenará? ¿cuál será su sistema en el Madrid? Ni él lo sabe. El tiempo le ha convertido en un camaleón imprevisible. Ancelotti debutó en los banquillos aún impactado por Sacchi; fue un líder en el AC Milan de los holandeses (4-4-2) que cambió el fútbol; el de la presión alta y el dominio posicional en campo rival; lo que en sus inicios le llevó a ser un fundamentalista de su esquema. Hasta el punto de que, dirigiendo al Parma FC, renunció a la llegada del joven Roberto Baggio porque «mi sistema no tiene mediapunta y los once jugadores deben trabajar por igual cuando no tenemos el balón». Hoy analiza aquella decisión como el error más grave de su carrera. El dolor le cambió. Desde entonces ha utilizado tantos dibujos como se quieran enumerar. Aunque, como todos, tiene algunas preferencias:
– Utiliza líneas de cuatro defensas sin coquetear con otras alternativas (1).
– Ninguna de sus parejas de centrales fueron rápidas. Prioriza el dominio del área.
– Exige gran proyección ofensiva a sus dos laterales de forma simultánea.
– Y otorga gran libertad a sus atacantes. Tanto a los de fuera como a los de dentro.
Una de las especialidades de Ancelotti es la creación de nuevas estrellas. Consagra figuras.
Otra de las preocupaciones que podría barajar el Real Madrid es el asentamiento de sus canteranos en el primer equipo. De golpe y porrazo han coincidido algunos defectos en plantilla con la aparición de niños que pueden cubrirlas. Carvajal, Morata y Jesé son oportunidades; no jugadores de verdad. Se les debe ayudar. Y Ancelotti sabe. Tiene un don innato para convertir promesas en realidades. Detecta el talento, apuesta por él con decisión y sabe guiarlo. No solo será una buena noticia para la cantera, sino también un alivio para la secretaria técnica del Bernabéu. No debe olvidarse que, antes de la llegada de José Mourinho, lo normal en el Madrid era que las promesas, por más calidad que tuviesen, no triunfasen. Cambiasso, Robinho, Robben y Sneijder son algunos ejemplos. Buffon, Thuram, Cannavaro, Pirlo, Seedorf, Kaká o Drogba pueden atestiguar que Carlo, precisamente en esto, es muy bueno. Quizás haya sorprendido la presencia de Didier en esa corta lista, pero está del todo justificada. Su historia en el Chelsea FC de Mourinho tuvo bastantes paralelismos con la de Benzema en el último trienio; Gudjohnsen y Crespo fueron su Higuaín particular. Con Ancelotti firmó la temporada de su vida (2009/10).
Cierre. Los días de la velocidad luz han terminado. José Mourinho soñó un equipo de rapidez futurista. Uno capaz de arrancar las noches de primavera con una fuerza sin precedentes. En mil suspiros barrería a su rival y se alzaría dos a cero; el repliegue + contra posterior ganaría la Copa de Europa. Su plan se demostró incompleto porque careció de una virtud para él indispensable: la letalidad. Nunca sacó rédito suficiente de sus memorables inicios. Le faltó Falcao. La ansiedad le mató después. Ayer, la planta noble del Bernabéu cambió sus medios. No fichó al killer; intenta reinventarse. Ancelotti frenará el mejor momento pero fijará una línea de dominio que dará más poso; o eso intentará. En la sombra, Ronaldo y la Liga, que en el fondo es lo mismo y lo mismo es el todo. ¿Cómo idealizar la grandeza de Cristiano si su poder no es absoluto? ¿cómo ganar una Liga sin Cristiano idealizado? ¿cómo optar a todo sin competir los nueve meses? El club vivió la 09/10. Intentó templar a Ronaldo y éste se volvió loco. Y el club conoce la quietud de Ancelotti, y sus déficits a 38 fechas. Pero cree en su unión, porque el portugués ha crecido y el italiano sabe mucho. Confía en que los polos opuestos se atraigan y se completen. De hacerlo, al Madrid de Piano Ronaldo le sobrarán argumentos. Mientras tanto, al fútbol le sobran ganas de verle. Sin comparar con lo anterior, que fue distinto en tiempo, modo, potencial y, un aspecto absolutamente crucial, oponente.
(1) Con la única excepción de la línea de cinco defensas de la Juventus de Zidane (99-01).
@Aledicas14 26 junio, 2013
Enorme Abel, gran análisis. Me gustaría comentar un par de aspectos que me resultan realmente interesantes:
El primero, Modric. No se que pensáis, pero creo que, tras Cristiano y Ramos, puede ser su jugador "bandera", lo veo muy de Carletto, no sé si formando un 4-3-3 con Modric escoltado por 2 interiores más físicos, "a lo Pirlo", pero lo veo con un papel trascendente.
El segundo, Xabi Alonso. Sinceramente, y aunque me cuesta no situarlo como uno de los 3-4 jugadores con más peso en el equipo titular… No lo veo. Quizás demasiado rígido para lo que vaya a buscar Ancelotti, no sé. Es solo intuición.