Lo recibe Old Trafford en pleno, rojo como nunca, como el diablo. No hay sitio para medias negras ni pantalones blancos, sólo ochenta mil almas rojas inundando un estadio que respira fútbol en su más nimia estructura. La gradería ramificándose del propio césped y alzándose sobre el terreno de juego en un abrazo que arropa a los suyos e impresiona al visitante, confabulada hoy, ayer, en el homenaje a su más fiel siervo y patrón.
Entre jugadores, los suyos y los del Swansea, árbitros y compañeros del club desfila Sir Alex Ferguson y toma posesión del césped con semblante sereno. Gasta los mismos ojos entrecerradosSir Alex recibió el homenaje de Old Trafford y el rostro rosado de los últimos veintisiete años. Su expresión, que nunca fue adusta, calibra una sonrisa cómplice mientras saluda a su gente. Un tipo de rostro enjuto y pelo canoso, más cerca de los cincuenta que de los sesenta, un seguidor al uso, se destaca entre los aficionados que se abocan a las escaleras para saludar a su entrenador, que sube hacia el banquillo. El hombre agarra el brazo de Ferguson con las dos manos mientras sus labios articulan un mensaje ininteligible. Ferguson le atiende a él y a quince más pero justo cuando sus miradas se cruzan la televisión se marca el primer tanto. Entre el estruendo del estadio y el griterío de los aficionados circundantes el audio de la retransmisión capta nítidamente un par de palabras del emocionado seguidor: “Thank you”.
Old Trafford se vistió de rojo para despedir al gran Sir Alex
El partido tiene que jugarse y a eso se ponen veintidós titulares y un puñado de suplentes. Sin gran alboroto. Es una jornada festiva y para celebrarlo Chicharito mete un gol muy suyo, muy del Manchester. Muy de Ferguson. El equipo rojo empuja y el contrario corta el juego. El balón se para aguardando un lanzador. Golpeo. Un desliz del rival, balón suelto en el área. Gol del United. Ferguson, que ha visto mil veces esa jugada, se levanta y aplaude orgulloso en medio de la afición. Todo va sobre ruedas hasta que Michu empata y el Swansea se lo cree, pero el final está escrito y no es ese. El equipo rojo empuja y el balón se marcha fuera, rechazado por un defensor. En la esquina, aguarda un lanzador. Golpeo. Un desliz del rival, balón suelto en el área. Gol del United. En el minuto 87. Muy del Manchester. Muy de Ferguson, que se levanta y celebra el tanto en medio de la afición.
Tras noventa minutos el entrenador reconquista el césped. Bajo la lluvia (¿cómo no iba a llover?) procede a una despedida que parece un arenga. Hay tiempo para el formulismo y para el pequeño pelirrojo, que también se marcha, pero sobre todo para la última orden de un viejo general a su fiel ejército: “Your job now is to stand by our new manager”. Old Trafford asiente mientras Ferguson escoge sus dos últimas palabras: “Thank you”.
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@Bundinhaso 13 mayo, 2013
Cuando la grada corea el nombre de Moyes tras esa "orden" de Fergie, muy sabio por su parte por cierto, es de lo más bonito que he visto en un estadio.