Jordi Medina fue un joven abogado catalán que quiso suceder a Joan Gaspart como presidente del FC Barcelona, allá por 2003. Un crit valent, su candidatura, tenía poco apoyo, aunque no por ello eludió prometer lo siguiente: «Tres jugadores de la liga holandesa, si bien ninguno holandés, y otro de la liga alemana». Más tarde añadiría a Toppmöller como entrenador y «dos jugadores de su total confianza». Klaus Toppmöller había diseñado el Bayer 04 Leverkusen Tri-perdedor de la temporada 2001/02, un muy buen equipo que desbordó a Europa.
Le sobró mérito. El déspota Bayern Múnich de Kahn, vigente campeón, comenzó a apagarse tras conseguir su ansiada Copa de Europa, y la Bundesliga inició su travesía por el desierto de la mediocridad hasta su renacimiento más cercano. El fútbol alemán evidenciaba un desgaste y una desilusión graves. Pero apareció el Leverkusen, quizás el último gran producto puramente germánico, el último según su vieja escuela: versatilidad y solidez táctica, dominio físico y aéreo y poseedor de una llegada desde la segunda línea que aplastaba. Este deporte, siempre muy hábil, eligió sabiamente a Michael Ballack como líder del proyecto.
Ramelow y Ballack formaban una pareja tipo Albelda-Baraja.
Ballack fue un crack que hizo grandes cosasBallack vivió a mitad de dos tiempos y dos culturas. No llegó vivo al boom de su Liga y no disfrutó de los beneficios más artísticos del mestizaje de la Mannschaft, pues si bien compartió vestuario con polacos como Klose, la magia mediterránea de Özil aún no había impregnado a la selección -a la que hoy le falta precisamente la competitividad de Michael-. Incluso en el Chelsea, su mejor opción, tuvo que comerse el post-Mourinhismo. Sin duda era una potencia, pero andaba deprimida por la marcha del, quizá, gran fenómeno social del fútbol post-Maradona. El lío es que Ballack era tan bueno que pese a estar en lugares caídos jugó muchas, muchas finales. Demasiadas.
De ganar la Final de Alemania 02´, tendría un Balón de Oro.
Fiel a su fama puede que su mejor recuerdo sea aquel año del Bayer Leverkusen en el que pudo ganarlo todo y no ganó nada. El de su hola al mundo: el de un centrocampista omnipresente que iniciaba el juego, marcaba los tempos, decidía con pases y que marcó 22 goles en 40 partidos. Definir su estilo como exquisito es excederse, porque no fue ni mágico ni espectacular, pero debe constar su precisión: el repertorio técnico de Ballack jamás le supuso una limitación, si bien es cierto que su juego era de ritmo bajo -en el Chelsea de Grant, que es el suyo, se jugó a la velocidad más baja de la era Drogba-. En el Leverkusen de Toppmöller según el día acompañaba a Ramelow en el doble «5» pero con libertad absoluta (4-4-2), o daba un paso al frente y se ponía junto a Bastürk por detrás de Neville (4-1-4-1). Su nivel fue de Balón de Oro.
Zé Roberto en la izquierda daba salida y desborde a Topmöller.
Lucio fue casi tan impactante como BallackEl resto de la columna vertebral estaba compuesta por los centrales Nowotny-Lucio, muy complementarios, y por los otros tres centrocampistas titulares: Schneider, volante derecho de diestra perfecta, el propio Ramelow, mediocentro recio, y Zé Roberto, que en competencia con Lucio era la segunda clave del equipo. Quien luego pasase a jugar en los doble pivotes compensó en banda lo habido y lo inexistente, aportando encima su desborde. Tan de moda como están los Iniesta, Modric, Dembélé o Jacky (por regatear por dentro) y quizás el primero fuese Zé Roberto, aunque en el Leverkusen tuviese otro rol.
En lo más táctico, la carta secreta fue la marca al hombre. Toppmöller proponía persecuciones individuales a todo campo. En la semifinal, Ferguson no supo combatirlo. Aquel Ramelow vs. Verón lo traumatizó de por vida. Ninguna bruja más pisó Old Trafford desde el 24-04-02.
El Bayer Leverkusen eliminó a media Premier League.
Antes de disputar la semifinal con el Manchester United el conjunto de Toppmöller eliminó al Arsenal y a la Juventus en la segunda fase y al Liverpool en los cuartos tras una exhibición de Lucio. Lo del central fue emocionantísimo, incluyendo un golazo de crack en el minuto 84 que remontaba el que Litmanen había marcado 4 minutos antes. Entonces comenzó la luciomanía.
Todo el mundo sabe lo que ocurrió en Hampden Park, fue la noche de Casillas y Zidane. También se conoce que el Bayer Leverkusen perdió la final de la Pokal contra el Schalke 04, y que desperdició una increíble ventaja de 5 puntos sobre el segundo en la Bundesliga a falta de solo 3 jornadas (ganó el Borussia Dortmund de Amoroso). Pero por cómo jugaron, porque han vuelto al escaparate mediático de repente, porque un nuevo humilde alemán se ha vuelto a colar entre los cuatro mejores de Europa y por Michael Ballack, apetecía recordar al ya para siempre apodado como Bayern Neverkusen de Klaus Toppmöller. Alemanes.
Abel Rojas 19 abril, 2013
Recomiendo este vídeo para recordar cositas sobre esta gente y, sobre todo, para ver lo que era Michael Ballack de joven, que vaya barbaridad: