A la hora de hablar de la Real Sociedad de la temporada actual, se puede hacer de muchas maneras. A través de sus inicios, desconcertantes; a través de sus futbolistas y su crecimiento, a través de su entrenador; también de su fondo, de sus formas o de sus rivales. Esta vez tocaremos un poco todas las posibilidades. Y alguna más, como el contexto, en el que la visita del Valencia dejaba el césped con mayor temperatura y el ambiente más cerrado de lo habitual. Con la cuarta plaza que da acceso a la previa de la Champions en juego, una victoria, del lado que fuera, podía suponer un cambio importante, más emocional que futbolístico, en el devenir de tan privilegiada posición. Mereció mucho la pena.
Comenzó dominando el Valencia. Banega no perdía una pelota.
La primera hora de juego fue valencianista. Sin traducir con claridad el efecto Banega, poseedor de la pelota en tiempo (la amasaba mucho) y espacioBanega no paró de liarla en el arranque (en zona izquierda y a gran altura), los de Valverde tenían presencia en campo rival, Soldado acababa jugadas y no sufrían demasiado al tener un Mathieu que se quedó a gustísimo despejando saques de esquina y dibujando coberturas. Y eso que la primera jugada del partido fue un pase irreal de Agirretxe para dejar solo a Vela, pero eso tendrá continuidad luego. Lo cierto es que la labor del Txingurri ha dado poso a un equipo que dejaba a medias muchas cosas y era ciertamente dependiente del feeling técnico de sus jugadores para solventar los partidos. Sin brillar en exceso, los che tenían la pelota, se adelantaron en el marcador y dieron el primer paso en la historia que terminaría siendo el partido.
Durante esos 60 minutos de mayor o menor dominio visitante, la Real corrió muchísimo, jugó durante muchos minutos más tiempo de espaldasLos de Donosti esperaban con un bloque bajo que de cara (buen pressing de Cisshoko y Pereira sobre extremos realistas) y volvió hacia su portería muchas veces. Les estaba costando interpretar la situación. Goteaban ocasiones de Castro mediante un notable arreón que dio con varios córners a favor, pero sus contraataques no lograban vencer la barrera psicológica del encuentro para adelantar a laterales y medios, y así lograr mejores posesiones con las que descansar. La versión más agresiva de los de Montanier es que la manda a Illarramendi a presionar en campo rival, orientándose Markel o Zurutuza al costado sobre el que sale el rival. La de los últimos meses es más funcional (4-2-3-1), y de una altura defensiva más versátil, con un bloque defensivo bajo que viene siendo más habitual. Y aquí se empezaron a suceder virtudes que han generado la marca txuriurdin.
La última media hora fue realista. Aunque Aguirretxe fue irreal.
Para dar paso a ello, el Valencia arriesgó. Como el empate no le valía, aunque no era para desdeñarlo, hizo acto de presencia la amplitud permanente de sus laterales (seguramente el concepto que traza una barrera clara entre valentía o mesura). Valverde fijó a los suyos y la Real se echó completamente atrás. Era la hora de la identidad Montanier. En cordada se dieron cita las patentes donostiarras. Uno: timing del partido, donde la Real Sociedad maneja los códigos como dicta su posición en la tabla, reduciendo paulatinamente aquellos aires de precipitación y sabiendo cuándo es ahora y cuándo no. Dos: la confianza. Se pierde el miedo y aparece la locura donde no cabe ni una ocurrencia. Y tres: la competitividad. La Real se mueve muy bien en el claroscuro y de un soplido lo ve todo meridiano. Incluso gana algunos partidos que a lo mejor no merece, concepto que no concuerda con su estatus y que se ha ido ganando con todo merecimiento. Los últimos veinte minutos quedan reflejados alegóricamente como un estallido memorable de verticalidad y clarividencia. De rapidez, de técnica, de determinación. Lo resume todo Imanol Agirretxe, que le pidió permiso al árbitro para jugar con el manual en la mano y dejó una actuación sobresaliente sobre cómo ser una referencia móvil en un planteamiento contragolpeador. Apoyos, combinaciones, cambios de orientación y definiciones de poeta. Y no, no es polaco.
@giorgioV8 29 abril, 2013
Bastante de acuerdo con tu crónica. Espero que pase lo que pase, la idea de este Valencia continue. La decepción no es tanta porque sé que el equipo ha dado la cara, hoy y en general desde la llegada del Txingurri. Creo que desde hace bastante tiempo no se ve un Valencia tan convincente. En este momento es cuando más hay que reivindicarlo.
Y llegando a mitad de temporada. Su promedio de puntos por cierto es el mejor de cualquier tercero de al menos 10 años atrás.
La verdad como comentas la primera hora de partido fue dominada por el Valencia. Presión y agresividad arriba para recuperar pronto, todos trabajando y muy encima de sus marcas; después con balón calidad de Banega y juego asociativo entre él, Jonas, Parejo, Soldado.
Como también dices se denominaba, pero no un gran claridad. Yo creo que el Valencia se cerraba demasiado, Feghouli casi nunca ocupaba la banda. Con Canales se entiende más -y aun así también se echa de menos por momentos más amplitud-, pero Sofiane no es para eso. No lo comprendí muy bien. Luego claro, hay otra cuestión, y es que este estilo del Valencia, estos jugadores, te lleva a dominar, a meter al rival atrás, conceder pocas contras, pero a la vez a tener algo de falta de mordiente. La cuestión es contemplar todo, el global, y en esas para mí desde luego pesa en la balanza basante más lo positivo que lo negativo. ¿Para que quieres tener más ocasiones/llegadas claras por recibir luego otras tantas o más en tu arco?
También hubo algunas salidas de balón que ensuciaron un poco el juego che. Albelda es lo que es y se notó, obligando a varios pelotazos o ralentizamientos de balón desde atrás.
Enhorabuena a la Real. Gran fútbol y gran dinámica…"Se pierde el miedo y aparece la locura donde no cabe ni una ocurrencia" la verdad que sí, hubo 3-4 jugadas(la del 2º gol incluído) en las que se sumaron la calidad de los jugones realistas y la confianza con la que están, y pff…de escándalo.
PD: "Y no es polaco" xD Impresionante. La que nos has liado Imanol.