Quien escribe no lo vivió pero aquello debió de ser tremendo. Durante un cuarto de siglo, Alemania tiranizó el fútbol mundial a nivel de selecciones. Con excepción de Argentina 78 y la Eurocopa de Francia 84, los germanos no faltaron nunca a, como mínimo, la cita de semifinales. Tres finales consecutivas de la Copa del Mundo entre el 82 y el 90 son un hito que tardaremos en volver a contemplar, si es que lo vemos. Todo esto sin olvidar un palmarés que ya era glorioso antes de 1970, con un Mundial y otra final alcanzada. Alemania no envidiaba a nadie. Pero nada es eterno y la década de los 90 pareció marcar el fin de una era. Con excepciones muy meritorias como la Euro 96 y el milagro de 2002 (con tesón y bastante suerte se plantaron en la final de un Mundial sin tener equipo para ello), Alemania fue decayendo. USA 94, Francia 98 y las Eurocopas de 2000 y 2004 son considerados algunos de los grandes fracasos teutones. Entonces decidieron cambiar; abrirse. A nuevos métodos de entrenamiento y a la realidad social y muticultural del país. De aquella metamorfosis brotó la magnífica generación alemana que hoy disfrutamos. Un grupo formado por tunecinos, africanos, polacos o turcos, unidos bajo una misma identidad. En ese colectivo lo que prima es la calidad, la técnica. Desde los genios Ozil o Mario Gotze a los reflexivos y exquisitos Mats Hummels, Schweinsteiger o Toni Kroos, todos saben tocarla. Y luego están los otros. Son los encargados de hacer que la máquina vuele, que no resulte resabiada: Sami Khedira, Thomas Müller o el recién llegado Marco Reus (31 de mayo, 1989) como ejemplos más destacados. Tras anotar 18 goles en el Monchengladbach, Reus ha aterrizado en la élite para dar a sus equipos un punto de pragmatismo y resolución que venían pidiendo a gritos.
Gotze, Gundogan, Ozil, Kroos o Schweinsteiger son calidad y pausa; Marco Reus es otra cosa
Arrancamos el análisis de un delantero hablando de su faceta defensiva. Y no sin motivo. Desde el inicio del proyecto, el Borussia Dortmund de Jurgen Klopp tuvo como principal rasgo distintivo su presión salvaje. La ilusión y juventud de los comienzos sostuvo un esfuerzo colectivo pocas veces visto. Pocos sistemas tácticos han dependido tanto del físico y de correr como aquel incipiente Borussia, lo que sin duda fue una desventaja a la hora de competir en Europa. El grupo agarró experiencia y refinó su manera de presionar, sin abandonar nunca ese achique kamikaze con el que sometía al oponente. Las bandas era el punto clave del pressing; ahí, lateral, extremo y mediocentro creaban una jaula de la que era imposible escapar. Grosskreutz y Kuba ejecutaban de maravilla el mecanismo. Faltaba ver si Marco Reus iba a suponer un bajón en este apartado, si sufriría como sus compañeros. La respuesta ha sido positiva. Reus suma al triángulo defensivo y no dimite de ningún esfuerzo (foto de arriba a la derecha). Trabaja sobre las líneas de pase del contrario y no desconecta jamás. A la hora de perseguir al lateral de su zona llega hasta donde toque, y no es extraño verle tapar centros en su propio córner (foto de abajo a la izquierda). En defensa posicional también echa una mano. A diferencia de otros jugadores exteriores como Gareth Bale, el alemán sabe cerrar su posición para complicar la vida al “mediapunta” que lleva la bola. En resumen, su vertiente obrera es más que suficiente.
Definir a Reus como extremo es un error. Ni tan siquiera podemos asegurar que se trate de un futbolista “parcialmente” de banda como Alexis Sánchez o en menor medida Di María. Reus es un segundo punta que usa los carriles como punto de partida de su juego. Esto hace que su ubicación (derecha o izquierda) no sea tan decisiva, pues termina acudiendo a los mismos comportamientos actúe donde actúe. En la diestra –lo menos habitual– sorprende su diagonal hacia la portería (Foto). Pese a pillarle orientado a su pierna mala cuando la realiza, las acaba con asiduidad, y de qué forma. Da igual la distancia, su potencia le sirve para cabalgar lo que sea necesario. Ahí inspira pánico. Se sirve de un primer control en velocidad devastador (Foto), imparable. Verle correr merece la pena. Tras robo es uno de los activos del Dortmund en transición (foto de abajo a la izquierda), sobre todo si son otros los que conducen el esférico. Si le toca a él ser el cartero y tiene tiempo para pensar puede fallar (foto de abajo a la derecha). Funciona mejor por instinto y siempre si la carrera es por fuera; ejerciendo de distracción en el contragolpe no es tan bueno (Foto). Junto a unas diagonales de banda a banda todavía poco frecuentes, de sus pocos defectos. Por último, estando pegado a la cal sabe soltar con mucha agilidad la pelota (Foto), algo fundamental pues sobre la raya lo más común es estar de cara y entregarla rápido es vital para poder trotar.
En la derecha o en la izquierda, ver correr a Marco Reus es un auténtico espectaculo futbolístico
Repetimos: Marco Reus no es un extremo. Si en el párrafo anterior nos hemos dedicado a explicar sus condiciones y actitudes “en la banda”, a partir de ahora abordaremos su naturaleza estática y su fútbol interior. Ambos términos resultan cada vez más sinónimos uno del otro. Reus mantiene el status de hombre exterior, pero Klopp le da una libertad controlada para flotar por el centro. En esta película, Mario Gotze tiene un papel más que protagonista. El 10 del Dortmund es la pausa y el orden en la mediapunta, el que marca las pautas a seguir. Interpretando su juego, Reus es casi perfecto. Marco no tiene el talento para retener el balón muchos segundos, eso es terreno de Gotze, que es quien indica a dónde debe moverse su compañero. Aclarado el rol capital de Mario, nos centramos en el verdadero perfil de Reus.
El escenario es el siguiente: El Borussia Dortmund ataca y Reus permanece abierto. En cuanto Hummels o Gundogan cruzan la divisoria, el número 11 borusser inicia su partida hacia el centro. Cabe la posibilidad de que en esos primeros pases se acerque a la pelota, pero será para un simple apoyo hacia atrás. Nunca la pilla con voluntad de girar. Tomar decisiones en estático no es lo suyo, así que mejor darla y esperar. Entonces sí, aparece la claridad. Tras situarse entre líneas, Reus activa su ultravelocidad mental. ¿En qué consiste ese superpoder? Básicamente, en estar siempre despierto para recoger una pared (foto de arriba), un balón muerto o realizar un desmarque incisivo hacia portería. En esto es un crack. Su desmarque entre central y lateral (foto de abajo a la izquierda) es alucinante y de una exigencia enorme para el rival; o cortas la acción previa o no le atrapas. Entre centrales también es capaz de infiltrarse (Foto) aunque ya es algo menos corriente. Además, no podemos obviar el talento del Lewandowski, delantero del equipo, a la hora de ganar saltos y generar prolongaciones. Por la rendija que queda a la espalda del central se cuela como un cohete (Foto). El concepto que resume al futbolista en esos instantes es la verticalidad; la definición. Sabe colocarse en el campo pero con voluntad de ir hacia la portería. Está pendiente de lo que le rodea pero no se implica en generar ventajas. Como decíamos, no “junta” adversarios; lo suyo es acelerar con primeros toques fulminantes (foto de abajo a la derecha). Eso sí, su zancada y su regate por dentro puede aniquilar si le “abren la puerta”. Su slalom es rectilíneo, sin pausas ni cambios de sentido, pero de potencia 100% germana. No conviene regalarle nada.
Por norma general, su fútbol interior nace llegando desde fuera. No obstante, en alguna ocasión ha actuado como segundo punta detrás del “nueve”; nada que no se pueda comprender, pues Reus no deja de ser eso en esencia, un mediapunta llegador. Varían pocas cosas: como puntualizábamos antes, entre centrales le cuesta un pelín más la ruptura. A cambio, crece en unos apoyos muy lejanos, casi indefendibles (Foto). Al estar más tiempo de espaldas pasan a ser más persistente en esta suerte concreta.
Reus centralizó su juego casi por completo, pero siempre con las mismas intenciones: definir
Como colofón a esa agresividad hacia el gol nos queda su golpeo, de primera magnitud. Buen lanzador de balones parados (mejor centrando que chutando), su disparo suele ir entre palos. Delante del portero resuelve con confianza absoluta, buscando la cepa del palo y prescindiendo de artilugios. Su juego es así. Reus es la otra cara de la moneda de una camada que tiene en Ozil y Gotze a sus magos. Marco no es uno de ellos, pero tampoco un gregario cualquiera. El rubio juega mientras corre, y esa es una gran virtud. Justo la que Alemania y el Dortmund han estado esperando estos años.
@_RafaLeon_ 3 abril, 2013
@David
Primero de todo: muy bueno, felicidades.
Sin haberle visto lo suficiente, me parece el jugador perfecto, mi candidato número 1, para ser el delantero que fiche el Barça. Delantero que parte de banda y vive de y para Messi, me refiero. Es decir, jugando en el ecosistema habitual de las últimas temporadas sin requerir el mismo de ninguna adaptación.
Después de leerte, mis sensaciones se han reforzado. ¿Cómo lo ves?