Habían caído dos ligas consecutivas pero aquello era otro nivel. En un Olímpico de Múnich teñido de amarillo, el Borussia Dortmund encaraba el mayor reto de su historia: ni más ni menos que la final de la Champions League ante el vigente campeón, la Juventus de Turín, que para colmo había comprado meses antes a un tal Zinedine Zidane. Contra pronóstico, los chicos de Hitzfeld se impusieron con rotundidad a la Vecchia Signora, logrando así el máximo título continental. Era el equipo de Moller, Sammer o Jurgen Kohler. El cuadro borusser repetía presencia en semifinales al año siguiente, cayendo ante Fernando Redondo y su mes de gloria. El Dortmund aprovechó la inercia ganadora para mantener su relación con la victoria; en 2002 conquistaban una nueva Bundesliga, sumando otra final europea, esta vez de Copa de la UEFA, ante el Feyenoord. Fue entonces cuando llegó la crisis. El club salió a bolsa y los malos resultados devaluaron peligrosamente las acciones de la entidad. La bancarrota amenazaba e incluso fue necesaria la ayuda económica de otros clubes. Se iniciaba un proceso de saneamiento lento pero seguro y responsable, acorde a la realidad del campeonato alemán.
Jurgen Klopp iba a ser el eje vertebrador de un conjunto que lograría la machada de arrebatar dos ligas (y la paciencia) al Bayern de Robben, Ribery o Schweinsteiger. La primera de ellas, liderados por la figura del turco Nuri Sahin, exquisito y carismático zurdo, nombrado MVP de Alemania en 2011. Su fútbol había sido demasiado jugoso como para no llamar la atención de los grandes colosos europeos; después de tres temporadas junto a Klopp, Sahin marchaba rumbo a Madrid, dejando un vacío terrible en Dortmund. Vacío deportivo, por supuesto, pero también sentimental. Nuri era ídolo. Para suplirle, el Borussia contrató a Ilkay Gundogan (24 de octubre 1990), al que las comparaciones iban a perseguir con dureza desde el primer día. La posición, el rol y hasta el país (Ilkay es alemán de origen turco) le jugaban en contra, y Gundo tardó en arrancar. Un día, casi sin avisar, Gundogan decidió mostrarle al mundo lo que llevaba dentro. Fue ante el Stuttgart, un 30 de marzo, en la jornada número 28. La actuación no fue normal; Ilkay exhibió unos niveles de genialidad casi irreales, imposibles. Sobre la hora se coló en la lista de Low para la Eurocopa, publicitando su nombre en el escaparate internacional. Gundogan cambió el 21 por el 8 y todos sabían ya lo que podía hacer. Sahin era pasado. Dortmund tenía mediocentro.
Más allá de sus defectos, Ilkay Gundogan posee una genialidad muy complicada de ver hoy día
Antes de entrar en materia, hemos de realizar una aclaración para evitar confusiones: Ilkay Gundogan sigue siendo un futbolista en formación, como corresponde a un mediocentro de 22 años. Por citar cinco cerebros, Alonso, Xavi, Schweinsteiger, Pirlo o Busquets necesitaron acumular experiencia para llegar a sus máximos. Ninguno alcanzó su tope a tan temprana edad y Gundogan no es la excepción. Las virtudes del germano y su increíble potencial están muy por encima de sus defectos, por numerosos que estos sean. Ilkay es un genio y eso se cotiza diferente. Ahora sí, podemos comenzar.
La polivalencia y el ritmo del fútbol de hoy nos complican a menudo la definición de un centrocampista. Pivote, interior de posesión, mediapunta con tendencia a crear… excesivos términos para cosas bastante similares en el fondo. En el caso de Gundogan lo tenemos un poco más fácil: Ilkay es mediocentro. Con llegada, de más inspiración que concepto, etc, etc… pero mediocentro. Por lo menos cuando su equipo tiene la pelota. En esos instantes, Gundogan va a recogerla casi siempre de sus centrales (foto de la derecha), en la clásica ubicación del “cinco”. Como su juego no es académico, si le marcan sufre mucho para encontrar posiciones para recibir (Foto), algo que suple con esfuerzo físico, corriendo. Agradece la atracción que genera Hummels en la salida desde atrás y el nuevo rol de Gotze. Mario aparece cada vez más por el círculo central (foto de abajo a la izquierda), algo que indirectamente tiene que ver con la presión de los contrarios sobre Gundogan. Una presión que no puede faltar, porque si le dejas… el teutón te puede aniquilar. Cuando entra en contacto con el esférico, robársela en zonas retrasadas es imposible. Por tres motivos. El primero es un rasgo común al de otros medios alemanes de buen pie (Ozil, Schweinsteiger, Kroos): su movilidad lateral. La pilla en cualquier esquinita (Foto) y eso no se puede achicar. El segundo motivo –quizás el principal– es su impresionante dotación técnica. Aquí es un bicho. Su capacidad para girar (Foto) y procurarse espacio para pensar es algo que impacta cuando lo ves. Su agilidad a dos toques es imparable y se encuentra cómodo con el rival cerca (Foto). La tercera causa ya convierte a Gundogan en un futbolista de culto: su uso de la pierna izquierda. Decir que el turco-alemán maneja bien la zurda es quedarse en nada. Ilkay juega con una ventaja enorme, pues no tiene perfil malo. Sus oponentes saben que es diestro pero en la práctica esto significa muy poco: Gundogan sale por donde quiere (foto de abajo a la derecha). El detalle que completa el maravilloso puzzle es su finura en el golpeo de balón, donde también es casi perfecto. Su pase raso es veloz y fácil de controlar (Foto). Con el exterior es brillante (Foto) y en cambios de orientación no necesita ni medio segundo para ponerla en el otro lado (Foto). Y repetimos: con la derecha o con la izquierda (Foto), disfruta igual. A 65 metros del gol hay que vigilarle. Si le permites levantar la cabeza, se acabó (Foto).
Ahora mismo es muy posible que no exista un medio que maneje mejor la pierna mala que Gundogan
Acabamos de ver al Gundogan que recibe en la divisoria, el que la toca pronto; la que sería su cara más de mediocentro “original”. Sin embargo, Ilkay es más que eso. A continuación miraremos sus comportamientos más atípicos, sus errores y su interpretación de una fase fundamental en el juego del Borussia Dortmund: el contragolpe. De esa manera cerraremos todos los aspectos relacionados con la pelota.
Decíamos antes que Gundogan era un mediocentro moderno, nada posicional; una sencilla conclusión que se extrae nada más verle. A Ilkay le apasiona tocar y moverse, acompañar la jugada. Amante de la pared, siempre continúa la acción para recoger los apoyos de los compañeros (foto de la izquierda) y devolver dichas paredes (Foto), con frecuencia a un toque (Foto). Si bien su juego por delante del balón es casi inexistente, la verdad es que Gundogan vive mucho en campo adversario. Ahí es donde empiezan a localizarse sus carencias competitivas. El 8 del Dortmund tiene un puntito inconsciente en situaciones en las que el pressing del rival comienza a hacerse fuerte. La confianza en su calidad para girar y encontrar un hueco es total, lo que le conduce inevitablemente al fallo (foto de abajo a la izquierda). Digamos que traslada más arriba los gestos técnicos que siempre le salen atrás, lo que en general le convierte en un jugador no del todo maduro. A esto se suma la seguridad que siente con su conducción (Foto), que va más allá de crearse espacios; sabe regatear y es potente. Si le dejan metros en la frontal y va de cara, puede eliminar a su marcador (Foto). Además le gusta probar un disparo que, sin ser determinante, si suele asustar.
Para el Borussia de Klopp, el contragolpe es un arma indispensable. En él, Gundogan ejerce un rol clave. Cuando el Dortmund recupera la pelota, Ilkay es virtuosismo puro. El centrocampista activa su chip agresivo y verticaliza hacia el cuchillo que corte en ese momento (Foto). Para un equipo que tiene a gente como Gotze (Foto), Reus, Lewandowski o Kuba, esto es oro. Y si pasar no es buena elección, está más que cualificado para ser el “cartero” del contraataque: conduce sin dificultades y sus dos piernas hábiles le hacen especialmente bueno a la hora de resolver el último pase (Foto), pues no está limitado por el perfil.
Las condiciones de Gundogan y su gran precisión le convierten en un arma para el contragolpe
Si en los apartados ofensivos Gundogan alterna virtudes salvajes con lagunas por pulir, en la faceta defensiva tendremos que ser menos generosos. A diferencia de otros futbolistas que pueden considerarse especialistas en un «tipo de defensa», Gundogan no maneja un registro claro. Tiene algunas aptitudes (sobre todo físicas) pero poco talento. Empezando por lo más básico, a Gundogan es asequible ganarle la espalda (foto de la derecha). Mediapuntas de jerarquía como Silva (Foto) o el señalado Ozil le han hecho sufrir, algo que entra dentro de lo normal por la gran clase que atesoran, pero no de forma tan evidente y simple. Si el delantero centro se involucra en los apoyos también tendrá asequible el recibir entre líneas (Foto). Resumiendo: agarrarla cerca de Gundogan es factible, un defecto que casa regular con unos centrales que no son Dante o Pepe anticipando. Y si esconderse tras él es habitual, verle padecer yendo a banda no lo es menos. El ya célebre “triángulo de presión” realizado por el Borussia durante el ciclo Klopp no se le da bien. Tácticamente sí que lo completa correctamente (foto de abajo a la izquierda) pero suele ser él la vía por la que escapa el enemigo. No hay matices: acudiendo a los costados es poco intenso, tanto en situaciones posicionales (Foto) como en cambios de orientación (Foto). A esto se añade su falta de pericia a la hora de meter el pie para robar el balón. No evita la entrada pero muy pocas veces gana la disputa (Foto). ¿Su atributo defensivo más destacado? Quizás la presión adelantada. Desde luego es mejor buscando al poseedor de la pelota (Foto) que esperando en su terreno. Si el oponente realiza una cadena de pases rápida y elaborada, Gundogan tarde o temprano se desordena y concede (foto de abajo a la derecha). Para paliar la brecha que en ocasiones ha podido ser Ilkay, Klopp ha tomado dos medidas. Una la vimos en el Bernabéu y es bastante elemental: doble pivote Kehl-Bender con Gundogan por delante (Foto). La otra, un 4-3-3 con nuestro protagonista ejerciendo de interior derecho (Foto) con libertad para irse arriba a tapar.
Hoy por hoy, Gundogan no resulta un activo fiable en defensa, algo que Klopp tiene presente
Cerramos este desglose de la figura de Ilkay Gundogan reincidiendo en lo aclarado al inicio del texto: por más deficiencias que pueda tener actualmente el fútbol del alemán, lo que representa su potencial vence por goleada a todo lo demás. Gundogan ostenta la categoría de genio de manera clara e incuestionable. Al calor de una técnica prodigiosa, su mente inventa soluciones impropias en el juego de hoy. Es un diamante como muy, muy pocos. Si le sale todo bien en su carrera –algo siempre complicado– estaremos ante un jugador destinado a liderar a un equipazo hegemónico. Es demasiado bueno.
@Jimbo_IV 24 abril, 2013
Gran análisis, David.
Pude ver el partido de Gundogan contra el Stuttgart y fue un escándalo. Desde aquel partido siempre intento fijarme en él. Es un jugador con un gran potencial que ya marca diferencias a su temprana edad. ¿Ves posible que sea fijo en el XI de Alemania para el Mundial de Brasil?