La conexión entre el punto cero y hoy, también tiene que ver con el Porto. El Málaga grande, el de la imprevisible aventura de Abdullah ben Nasser Al Thani, comienza en el verano de 2010, con la contratación del entrenador portugués Jesualdo Ferreira, veterano técnico que había desarrollado toda su carrera en tierras vecinas, sucesor de Antonio Tapia, y que venía de lograr tres ligas lusas consecutivas y dos dobletes nacionales con aquel Portomachaca de Lisandro, Lucho, Cebolla, Hulk, Meireles o Bruno Alves. Se plantó en Málaga con su 4-3-3, pero no funcionó. El jeque apretó el botón rojo con una prontitud que dejaba en el aire la estabilidad que necesitaban los malaguistas y, en apenas tres meses, el ilusionante proyecto quedó fundido en negro. La costa del sol se temía lo peor, aunque el sustituto, a la postre, compensó todo. La gestación del Málaga actual se inicia en agosto de aquel año pero renace a los 100 días.
Manuel Pellegrini había quedado demasiado expuesto y cuestionado en su año al frente del gigante blanco y vio en Málaga la plaza perfecta. Salvó al equipo holgadamente, sacó provecho de Buonanotte y Seba, hizo de Rondón un delantero muy interesante yPelle ha demostrado su talento como formador contando con la carrocería de los Eliseu, Baptista o el propio Salomón, se sacó el sombrero (y la chequera) y se marcó un verano tal que así: Joaquín, Monreal, Isco, Cazorla y Toulalan entre otros. Como armador de plantillas, el chileno es una fuente de talento inagotable, de marca especial. Con ellos dejó patente su otra gran virtud, la más importante, la de constructor de equipos, formando, con alguna dificultad, un nuevo campamento base en toda esta historia. Metió al club en el bombo más prestigioso del fútbol mundial y alcanzó, en los meses finales de 2012, un nivel de juego tan brillante como efectivo.
Con Cazorla y Rondón haciendo las maletas, Pellegrini dio los mandos al señor Alarcón y al maestro Joaquín, que hicieron de La Rosaleda el albero más atractivo de nuestra Liga. Eso fue en el otoño. Hasta hoy, el Málaga del ingeniero ha cambiado mucho. Asombró su aplomo y competitividad en fase de grupos y el caso es que aún no ha abandonado esa versión. Sí lo hizo con la de crucero, esa que surcaba el campo rival repleto de luces y atracciones por cualquier latitud. El chileno se inventó otro sistema complementario, por distintos motivos perdió a Monreal, Buonanotte, Gámez y Eliseu, y ganó a Antunes, Lugano e Iturra para ir podando y saneando, como ha podido, las ramas de un equipo que hace mucho tiempo que no se arranca por el virtuosismo y la inspiración, seguramente porque salió a deber en el cambio y por el camino tocó reeducar futbolísticamente al equipo y anímicamente a la afición, sabida la pertinente decisión de la Uefa.
Porto es como una industria. Una construcción constante. Éxito seguro.
Clasificó primero y salió el Porto, la escuela portuguesa del reciclaje. El 4-3-3 que vende uno al más mayor y compra tres al más menor, con técnico acorde, exigencia altísima y reinvención fiable. Un equipo que sabe a lo que juega, que peina y agita el mercado para encontrar perfiles. Mucho físico (Guarín, Hulk o Cebolla), superioridad en banda (Pereira, Fucile, Danilo, Alex Sandro), un delantero centro de apoyo y remate (Lisandro, Falcao, Jackson), un capataz diferencial (Deco, Moutinho) y siempre dos extremos. Do Dragao dejó claro que están hechos para la Champions y el Málaga no posee esa experiencia ni ese ímpetu que da la adaptación continuada cuando se juegan los miércoles. Vayamos a lo de mañana.
El Porto llega con todo, y su manera de jugar al fútbol, salga desde atrás o robando delante, es la de agredir posicionalmente. Se alejan de Helton, expulsan mediante la calidad táctica de Moutinho y Fernando y ahogan al posible receptorLos centrales tendrán otro duro duelo con Jackson Martínez con su diferencial físico en las alas. Dominan el espacio para forzar pérdida, abrir brecha en la confianza del rival y salir con garantías. Siempre de la misma manera, a través de su mejor jugador, Jackson Martínez (¿Lugano? Micho no pudo con el colombiano). Como hiciera el dragón de Villas-Boas, su nueve (Falcao; ahora su compatriota) ofrece un apoyo orientado a la zona donde se roba, lo recibe, amasa en un segundo con enorme claridad y eficacia, y cede fuera, donde un lateral ya lleva el ritmo de un cuatrocentista para jugar de cara y con opción de desborde y profundidad. Es la cadena de montaje que el Málaga tratará de esquivar. Para ello Pellegrini ha de recuperar muchas cosas. Se espera a Toulalan e Iturra, y la gran duda estará en la salida controlada o simplificada. El Málaga sólo necesita un gol para poner todo en orden y la asimilación de cada fase del encuentro mezclará todas las opciones.
Punto primero: las posiciones de Isco y Joaquín. Jugadores de sus características han de ser continuos con balón, pero no lo son sin él. Su técnico los situó de volantes que unido al nulo éxito de la propuesta directa sobre Baptista y Santa Cruz propiciaron que el Porto comenzara a ejercer su superioridad, numérica y física, volcando el campo y defendiendo de cara desde el primer pase de centrales y mediocentros. La transformación será el cómo, entrando agresivos y quedándose con los primeros detalles que ofrezca cada balón suelto, surgiendo las posibilidades de desborde para dominar los primeros 15 minutos. Con Gámez ya recuperado, seguramente el chileno suba a sus laterales, estire sobre el ancho y asuma más riesgos, asegurando apoyos a sus hombres fuertes.
Isco y Joaquín son la responsabilidad. Pero Pellegrini ha de darles cosas.
Punto segundo: de entre sus nueves, lo más lógico es pensar que jugará con dos, pero entre las tres alternativas, parece más recomendable la entrada de Saviola como tercer hombre móvil, para ofrecer opción de pase en ¾.Saviola puede ser muy útil por su movilidad Entre el paraguayo y el brasileño como ariete está la duda. En el medio no hay tantas opciones. Las bajas de Portillo y Eliseu y el resultado de la ida no facilitan el 4-3-1-2, con Iturra, Camacho y Toulalan, si bien Isco y Joaquín quedan más liberados del balance. Salvo nuevo invento del ingeniero, la apuesta es: 4-4-2, líneas adelantadas y gran altura de sus hombres exteriores. En el Porto se viene James Rodríguez, recuperado de su lesión y muy posiblemente relevo de Izmailov en el extremo derecho. Su impresionante zurda a la espalda de mediocentros y una vez garantizada la profundidad con el fugaz Danilo, la atracción en el ataque portugués será doble y mixta, una complejidad que eleva las variantes de los visitantes.
El resumen es que el Málaga ha de exigir y girar a los de Vitor Pereira, forzar basculaciones, dibujar rupturas, incorporaciones, generar sociedades a ambos lados del campo, algo que los boquerones vienen perdiendo en el campeonato liguero. Lo cierto es que aún sin exigir y con una marcada inferioridad en el primer duelo, el Málaga salvó los muebles y Caballero no tuvo excesivo trabajo. Son su gran haber en esta competición. Se ha acostumbrado en revelar sus partidos en mate, que no es poco, y tiene a Willy Caballero, que lleva seis meses como Krilin en la Nube Kinton, que no es su nube pero lo parece; es el portero de esta Champions. Así llegan dos proyectos tan distintos como rescatables. La trayectoria, las líneas maestras y transversales de una escuela y el trabajo de un ingeniero que se ha reinventado por las circunstancias, para seguir ilusionando a toda una ciudad. Está difícil, pero la noche ante el Milan no debe ser una excepción. Otro momento, otro equipo, sí, pero simplificando… es meter un gol y competir. El Málaga sabe hacerlo.
Abel Rojas 13 marzo, 2013
El 4-3-1-2 parecía el sistema indicado para esta noche, pero como comenta Arroyo, las ausencias de Eliseu y Portillo lo ponen de color de hormiga. Piazon sería el interior izquierdo, pero el derecho no tiene candidato.
Por que Demichelis al mediocampo no… ¿o sí?
Lo que sí que espero a costa de lo que sea es a Joaquín de segundo punta. El Málaga necesita a Isco y Joaquín libres y juntos.