Sólo tuvo tiempo de aprender a sentir como allí se siente. Partió demasiado pronto; nadie pudo enseñarle a esconder o revestir su pensamiento. Samuel Eto´o es la presentación de África y a su modo, de la verdad. Su instinto es el negro sombra, que es el casi original; el más cercano al que todos tuvieron cuando empezó ésto de vivir. Por eso es tan interesante que sea transparente. Sus aventuras revelan qué hay en el fútbol bajo la seda del tópico y la falsa educación.
Pero no debe interpretarse como un ejemplo, sino como una hipérbole. Por encima de todo, Eto´o es una exageración única. Para muestra, el primer capítulo de su historia. Lo fichó el Real siendo aún un niño, llegó a Madrid sin saber español y nadie fue a recogerlo al aeropuerto. Así, cientos. Sus colecciones de coches, relojes y sombreros inspiraron a los creadores de Gossip Girl, y las anécdotas más raras y genuinas se le apilan, como cuando su VISA financió el depósito del avión oficial de Camerún tras quedarse sin combustible en el cielo de África. Eto´o vive tal cual, para él lo discreto no existe, y esa forma de mirar selló su juego. Samu fue un gigante. Ahora bien, ¿fue el gigante que quiso ser?
Su carrera de élite comienza con un rechazo: el del Real Madrid.
Con 16 años ya competía en la dura 2ª divisiónEn el Bernabéu sabían que tenían algo excepcional. Con 16 años le buscaron cesiones para que jugara contra adultos y creciera cuanto antes. Muy pronto su hambre de gloria empezó a pasarle factura. Su cuerpo era débil, su único activo físico era su velocidad, y Pedro Braojos, entonces técnico del CD Leganés, lo ponía de extremo derecho, para alejarlo de los duros centrales de la 2ª División. A Eto´o aquéllo no le gustaba, y lo decía. Necesitaba ser el «9» para marcar el gol y darle al equipo todo lo que creía que podía darle (recordemos, con 16 años). Pasó sin firma por el Espanyol y en enero del año 2000 (con 18) recaló en Mallorca. 6 goles en 13 partidos. La isla era su sitio. Del Bosque y Valdano lo mandaron de vuelta ese mismo agosto. Esta vez le esperaba Luis Aragonés. Empezaba una nueva y bonita etapa.
Su abuelo le llegó. Sabía cómo hablarle, pese a sus más y sus menos. Le dio la titularidad fija y marcó 11 goles. Tras esa campaña, en la que quedaron terceros, El Sabio volvió a su Atlético. Samuel se quedó para jugar su primera Champions League. A la postre resultó el principio de dos años muy duros, si bien concluyeron con la conquista de la Copa del Rey de 2003, en la que firmó una final de crack. Ibagaza, «10» de buen pie y vista, activaba todas sus rupturas. Eto´o estaba para volver al Real, pero no. Comenzó su quinto año en la Isla algo desilusionado, y el Mallorca se metió en un lío. Con la Liga empezada, Luis regresó al club en plan salvador. «Samuel, conmigo a muerte hasta el verano y te prometo que te irás donde quieras». En la jornada 36 visitó el Bernabéu y firmó la permanencia balear. Tras ser más rápido que el más rápido y meter gol, miró al palco y pidió jugar siempre allí. Pero de nuevo, no.
El deseo de Laporta y algún golpe de suerte le llevaron al Barça.
En aquel verano de 2004 (Eto´o tenía 23 años), el Real Madrid sí que lo quiso, pero con Samuel, Roberto Carlos y Ronaldo tenía el cupo de extracomunitarios completo, y ninguna de las cuatro nacionalizaciones posibles fue puntual. Por su parte, el Barcelona había estado a un tris de cerrar a Trezeguet, hasta que la llegada de Capello a la Juve detuvo el inminente fichaje de la estrella gala. Joan Laporta, devoto de Samu, fue el gran vencedor de los acontecimientos. Eto´o llegó al Camp Nou.
El precio había sido alto, y el expediente disciplinario del camerunés no generaba confianza en un entorno harto de escándalos. «Eto´o es una bomba a punto de explotar», se dijo al principio. No paró de decirse, de hecho. El tiempo confirmó que el FC Barcelona, tras un quinquenio en blanco y un año con Ronaldinho Gaucho, necesitaba a Samuel. Él era la pieza maestra. Aunque su primer mes fue bastante más complicado de lo que se recuerda. Es gracioso revisarlo. E interesante. Es África.
A Eto´o se le notó África en sus primeros partidos como culé.
Eto´o debutó en Santander. Jugó un partidazo, pero lo falló todo menos un penalti. Tras la impresionante campaña en favor de la efectividad de Trezeguet que había vivido Cataluña («3 tiros, 2 goles»), aquel tío tan nervioso puso nervioso al personal. En la segunda jornada, el Sevilla visitó el Camp Nou y la cosa incluso empeoró, pues el buen Larsson marcó un golazo de remate que abrió el debate sobre el «9» titular. Y el remate fue en el Calderón, tercera fecha. Luis Amaranto Perea, en la noche de su vida, machacó a un Eto´o desesperado. Meses más tarde se daría crédito al canje entre el colombiano e Iniesta, un canterano del Barça. Samu, sellado a fuego por África, mostraba lo mejor y lo peor de aquél que ve el fútbol no como el medio para una vida mejor, como un sudamericano, sino como el escape de una guerra segura: ante la portería, como le pasaba a Drogba, Kanú o Weah, no sabía pausarse.
Un africano, cuando piensa, se acuerda de demasiadas cosas. Sufre de más. Por eso el continente negro nunca produjo un gran asistente o un gran definidor. El fútbol es cultura; un espejo del alma, en el sentido más estricto. Se juega como se es.
Ronaldinho y Eto´o nacieron para compartirse. Se necesitan.
El analista mitómano, el que necesita héroes y saber explicarlos, agradece a la pelota el momento que eligió para Ronaldinho. Hoy es la era de Messi y Cristiano, y de haber coincidido con uno de estos dos nunca hubiera alcanzado el estatus de jugador decisivo que requería para significar lo que significó. Al fin y al cabo, hablamos de un punta que en plenitud física marcó 9 goles en un año, la mitad de penalti. Allí estuvo Eto´o con sus 25, para ganar la primera Liga de Rijkaard. Era el quit. Juntos, como pareja, sí fueron lo que son los de hoy. Como dupla tiranizaron el fútbol europeo.
La rapidez de Eto´o era de otro mundoRonaldinho era el optimismo simpático, la creatividad y el dominio; Eto´o era el optimismo serio, la agresividad y el (primer) gol. En lo táctico, igual. El gaucho se fue a la izquierda porque en el medio no sabía; allí en banda el interior de su pie derecho tenía plena cobertura y nacía el Barça. El secreto del equipo fue ése: Ronaldinho recibía fácil, porque estaba abierto, y desde la línea era capaz de activarlo todo; era el Maradona del costado. Eto´o se encargaba de disimular el déficit de intimidación que suponía tener a la estrella lejos de la portería, con una velocidad y una frecuencia de movimiento que eran insoportables. Se alejaba o acercaba a Dinho según éste pidiese espacio o un socio, y si bien su técnica no era la de Kluivert, su letal rapidez en el espacio corto le permitía sumar contra cualquier cerrojo. La mente y las piernas de Eto´o podían dibujar desmarques en el área contra líneas de 8. Y Dinho la filtraba entre 16 piernas. Siempre el 1-0.
Como personas, Ronaldinho y Samuel sí fueron muy diferentes.
No obstante, la legendaria dupla tenía fecha de caducidad: Eto´o no iba a aguantar toda su carrera siendo el reverso de la moneda. Además, su primer año le refinó, ganó toque y definición, y se sintió aún más crack. Sus goles al Rácing o al Celta hablan de un jugador nuevo, pero sus trabajos en Stamford Bridge o en el Bernabéu -marcó el 1-0 que enterró a los Galácticos– no le hicieron un hueco en las portadas que copó Ronaldinho. La última fase de la Champions de 2006, la segunda para la entidad, marca el inicio del fin. En San Siro Eto´o se mata. El Barça de Rijkaard era técnico, pero no jugaba como éste, y planteó un encuentro, sin duda, defensivo, con fases de cerrojazo italiano. Frank, preocupado por Cafú, puso al «10» en el centro y al «9» en la izquierda, para que corriese para atrás. Él amaba trabajar, pero hacer el trabajo que era de otro… Encima, en la Final de París se repitió el ajuste, esta vez para que Dinho, que estaba lentísimo, no sufriera al físico Eboué.
Samuel deseaba ser el principal protagonistaEn la misma 2005/06 hay un partido que termina de retratar un problema que ya galopaba. Se trata del Valencia CF-FC Barcelona del 12 de febrero. Ronaldinho era baja y Eto´o hizo una cosa muy rara: se pasó la mitad del partido en el mediocampo, como si fuese el «10», intentando organizar. El Barça cayó en Mestalla y a Rijkaard le preguntaron por la posición de Samuel, a lo que sólo pudo contestar que no tenía ni idea de por qué había jugado de mediapunta; que él le pedía que se fuera para arriba pero no le hacía ningún caso. Con todo, no sólo ganaron aquella Liga y aquella Champions, sino que eran claros favoritos para los torneos de 2007, hasta las lesiones del joven Messi, un hábil extremo que prometía bastante, y del propio Eto´o. De ésa ya no saldría el proyecto. La cacareada crisis de Villafranca ponía punto y final a una época maravillosa que después se haría demasiado larga. Además, Samuel Eto´o nunca volvería a ser el león-pantera.
Guardiola tuvo muy claro que no quería a Eto´o en su Barcelona.
Tras dos ligas de pura autodestrucción, Joan Laporta cedía el testigo del primer equipo a Pep Guardiola. El joven técnico sabía que Eto´o no casaba con su plan social. Pep había soñado un Barça de Disney en el que todos fuesen muy amigos y, a medio plazo, supieran convivir con el protagonismo total de Messi, el genio al que él iba a dar vida. El rechazo volvió a picar a Samuel, que se quedó, jugó casi todo y marcó más goles que nunca. Pero a pesar de sus números, su fútbol no justificaba el coste de yupi-felicidad que suponía su inestable carácter. Por ejemplo contra el Chelsea, en la famosa eliminatoria de Iniesta, su participación fue de claro suspenso. No estaba bien. Llegó a la Final de Roma muy criticado. O sea, justo lo ideal para marcarse el 1-0, un gol brutal que puso fin al intenso pero leve dominio de Ronaldo. Messi, ya como falso 9, ocupó el resto del encuentro. Samuel, en un callejón sin salida, dejó Barcelona tras 5 años, 8 títulos y 129 goles eternos.
Su papel en el Inter de Milan del Triplete fue inaudito.
Su destino fue el Inter de su otrora mayor rival, José Mourinho. Junto a Lucio, Motta, Sneijder y Diego Milito formó el pack que Moratti financió vendiendo a Ibrahimovic al propio Barcelona. En principio, Mourinho construyó el equipo en base a un 4-3-1-2 con Sneijder de «10» y Samu y Diego de delanteros, pero aquéllo nunca terminó de arrancar. En ese sistema es capital que los dos puntas caigan a banda y puedan sumar recibiendo abiertos, y ni Milito ni Eto´o eran eso. Entorpecían mucho el ataque organizado e incluso los contragolpes, pues eran demasiado estrechos. Como Diego estaba on fire y Eto´o no, José decidió fichar a Pandev en invierno y emigrar a un 4-2-3-1 con el macedonio en una banda y el camerunés en la otra, para ganar anchura sí o sí. Increíblemente, Eto´o aceptó ser el Geremi del Inter de Mourinho, en uno de esos detalles que hablan muy bien del técnico portugués. Por lógica, Samu no brilló, aunque sí que hay que apuntar que en Stamford Bridge, contra el Chelsea de Ancelotti, suyo fue el súper gol del pase.
Rafa Benítez mostró la mejor versión del Samuel veterano.
En cierto modo, que la relación entre Mourinho y Eto´o durase sólo 9 meses fue una suerte. Se le podía convencer para que hiciese lo que hizo durante ese tiempo, pero parece imposible que esa situación tan fuera de foco hubiera saciado al león un año más. Con tres títulos nuevos en la buchaca y muchísimas ganas de volver a jugar como le gustaba recibió a Benítez con mejor cara que el resto del vestuario. El español lo puso de «9», y fue el «9» definitivo del continente en aquella 2010/11. Su madurez y el rol de estrella absoluta escondieron que no tenía el físico que vieron Deco y Ronaldinho de cerca. Sin llegar al nivel de 2006, a fe que se acercó. La eliminatoria de Samuel Eto´o contra el Bayern Münich de Van Gaal es uno de los regalos más hermosos que la Champions nos ha ofrecido en el último lustro. La recomendamos.
Así se sacó Eto´o la espina de tres años de dudas. Quizás también la de ser el jugador franquicia de un grande. No la de no ganar el Balón de Oro, o un FIFA World Player. Hoy juega en el Anzhi de Majachkalá, un club millonario y malinterpretado que tras un semestre confuso está intentando hacer las cosas bien. Si te interesa conocerlo, Savicevic lo ha acercado a «Ecos del Balón».
@DavidLeonRon 21 marzo, 2013
Nunca olvidaré el repaso de Perea a Samuel en esa jornada 3 de la 2004-2005. Recuerdo verlo en un bar sin conocer al colombiano y pensar que había llegado a España la versión mejorada de Ivan Córdoba. Fue un baño absoluto, una cosa de locos.
Me cuento el vaticinio del éxito de Etoo en el Camp Nou como una de mis pocas profecías completadas ^^ Nunca entendí los que dudaban de él. Tenía clarísimo que la rompería en Barcelona junto a Dinho (relación de odio-amor fortísima)
Qué de anécdotas evoca Etoo, qué porcentaje tan enorme del fútbol español ha sido.
¿El mejor delantero del Barcelona en los últimos 15 años? Sí, ¿no?