Proyecto en duda, jugadores discutidos, resultados mejorables, el “entorno” y su eterno runrún… Sea cual sea la época en la que viva el FC Barcelona, los cuatro elementos mencionados están siempre a flor de piel. Incluso en 2013, con un equipo que se ha ganado por méritos propios figurar en el panteón de los más grandes de la Historia. Incluso con lo que se suponía era una afición educada por escarmientos pasados. No, ni estos se libran. Barcelona y el Barcelona son contextos especiales y los resultados del último mes han medio revivido al Barcelona más clásico, histérico y nuñista posible. Especialmente grave fue la derrota en la ida de estos octavos de final en Milan. No ante un Milan imperial precisamente. Así que llevamos viviendo dos semanas de remuntada que, obviamente, deben ser refrendadas mañana en el –sólo en apariencia, sólo para los contrarios- gigantesco césped del Camp Nou.
Ya otros se han visto en la situación del Milan, mejores y peores, más o menos en forma, y a no muchos les ha ido bien. Tres de los partidos más míticos del viejo -¿intermedio?- Barcelona en Copa de Europa se vivieron en ambientes parecidos. Ninguno de sus rivales tenía un escudo con el peso de los diablos rossoneros, pero el contexto les convertía en peligrosos enemigos para los dubitativos blaugranas. Y lo que une a esos partidos con este de mañana es la palabra “dubitativos”. Dubitativos y buenos.
El primer equipo en sufrir una remontada contundente en el Camp Nou fue el Göteborg.
Venía el Barcelona de romper una sequía de más de una década en Liga de la mano de Terry Venables y se presentaba como equipo a tener en cuenta en la Copa de Europa de 1986. Un conjunto britanizado,La influencia británica llegó hasta Barcelona con Terry Venables con Archibald en la punta del ataque y los inconfundibles defensas centrales tipo armario ropero que tan característicos eran del fútbol british que había dominado la competición durante 8 o 9 años. Alexanko y Migueli formaban la pareja que protegía al malogrado Urruti. A su izquierda Julio Alberto era una de las revelaciones del fútbol español. Rocoso era también el centro del campo con la presencia de Víctor Muñoz, auténtico perro de presa, y Calderé, mientras Carrasco ponía verticalidad en el extremo, Schuster llevaba la manija cuando sus numerosas polémicas se lo permitían y Archibald, como ya dijimos, representaba la figura del rematador. Eran favoritos junto a la campeona Juve y estaban casi tan desesperados por ganar su primera Copa de Europa como lo estaban los juventinos el año anterior.
El primer emparejamiento fue bastante rocoso para los blaugranas, que tuvieron que remontar un 1-0 adverso en Praga ante el Sparta. Dos goles del canterano Clos –uno de los promocionados por Venables junto a Rojo- les permitieron volverse con una victoria mínima. En la vuelta, a los 8 minutos, un gol del Sparta les dejó groggies para el resto del encuentro. ¡El Barça tuvo incluso que defender esa derrota para poder pasar gracias al valor doble de los goles en campo contrario! Y poco menos sufrió el equipo de un Venables muy criticado en la segunda ronda, cuando tras ganar 2-0 en Barcelona, un hat trick de Juary en Oporto sólo pudo ser contrarrestado por un gol de Archibald, que de nuevo otorgaba el pase por goles fuera.
Era una tortura la andadura barcelonista en la máxima competición continental, y más aún cuando el bombo le deparó a la Juve en cuartos. Era, eso sí, una Juve que venía cuesta abajo en la última temporada de Trapattoni. Sin Rossi y sin Boniek.Ante la Juventus, en cuartos, el Barcelona se doctoró sufriendo Pero con Laudrup y un joven e inspirado Serena. Y Platini. Se las arreglaría Trap para dejar en 1987 un último Scudetto en Turín antes de partir a entrenar al Inter. La ida fue en el Camp Nou y fue dominada por el equipo local a pesar de estar sin Schuster y Calderé en el medio y sin Rojo, Marcos Alonso –hijo del mítico defensa del Real Madrid pluricampeón europeo- y Clos en la delantera. Con la Juventus empleando tácticas ultradefensivas de las de verdad fue necesario un espectacular disparo de Julio Alberto a ocho minutos del final para romper la defensa italiana y permitir al Barça viajar a Turín con un gol de margen. Allí, los campeones de Europa dominaron el partido completamente, pero sin Serena y Briaschi en ataque, este se convirtió en una sucesión de errores garrafales en la definición. Esto se agravó aún más cuando un centro de Víctor fue cabeceado magníficamente por Archibald a la media hora. Platini empató antes del descanso, pero a pesar del acoso y derribo turinés hasta el minuto 90, los culés sobrevivieron y lograron al pase a semifinales.
Allí aguardaba el campeón sueco, un equipo amateur, el Goteborg. Lo que puede parecer algo sencillo a nuestros ojos de 2013 era un caramelo absolutamente envenenado. Los escandinavos eran un equipo fantástico en esa época, campeones de la Copa de la UEFA dos veces en un lustro y que jugaban un fútbol de alto nivel. Y, obviamente, físicamente superdotados. Avasallaron al Barcelona en el estado Ullevi con un incontestable 3-0 que parecía alejar definitivamente el sueño de la final y liquidar irreversiblemente a Venables. La delantera formada por el jovencísimo Johnny Ekström y el veterano Torbjörn Nilsson fue una pesadilla para Urruti. Tocaba épica en el Camp Nou.
No quedaba otra alternativa para el equipo de Venables que salir a atacar desde el inicio si querían tener la más mínima oportunidad de alcanzar la final. Y eso ocurrió. El gol tempranero siempre es un elemento importantePichi Alonso entró en la historia blaugrana con su gran hattrick cuando de remontadas se trata, y ese lo consiguió Pichi Alonso a los 10 minutos. Recibiendo un pase de Calderé se abrió camino ante dos entradas de los suecos para batir a Wernersson. Comenzaba la noche más inolvidable para este jornalero del fútbol. Pero los suecos respondieron, y sólo una mangnífica atajada de Urruti a Andersson y un fallo tremendo del mismo jugador poco después mantuvieron al Barcelona vivo. En el minuto 35, un disparo del omnipresente Andersson pegó en el poste y él mismo lo remachó a la red. Era el 3-1, que virtualmente clasificaba al Goteborg. Sin embargo, tras unos segundos de tensión, el gol terminó por no subir al marcador. Resultó anulado.
Poco cambió la situación porque cuando el partido entró en la media hora final las fuerzas parecían haber abandonado al Barça. El único que parecía negarse a abandonar la competición era un Pichi Alonso que metía el 2-0 en el minuto 63 sólo para apenas seis minutos después compltar un hat trick histórico que igualaba la eliminatoria, y le garantizaba un lugar perenne en el imaginario blaugrana. No hubo goles en la prórroga y el Goteborg , tras el fallo de Carrasco en los penalties, estuvo a un gol de ganar. No estaba escrito que jugasen la final. Increíblemente fallaron sus últimos lanzamientos mientras el Barcelona remontaba gracias a Urruti –t’estimo- y Víctor. El Camp Nou explotaba de alegría y el Barcelona viajaba, no muy lejos, a Sevilla, para jugar su primer final en 25 años. Para protagonizar una final de desagradable recuerdo para el club catalán, hemos de añadir, pero esa es otra historia.
Se puede decir que, en esa noche ante los suecos se da una de las imágenes más icónicas y premonitorias de la historia del club. Un jovencísimo Pep Guardiola, recogepelotas, aparece en una foto junto a Migueli y Venables, llenos de algarabía, haciendo historia.
El Dinamo de Kiev sufrió la apoteosis del Dream Tream.
Lo que pasó en aquella final de Sevilla, y algunas cosas más en el bienio posterior, propiciaron la llegada de Johan Cruyff a Barcelona. Nuñez se la jugaba con el hombre que, 15 años atrás había hecho su primer advenimiento, exageración mesiánica mediante, para rescatar al Barcelona.J.Cruyff regresó para moldear el Dream Team y levantar la Copa de Europa en Wembley El holandés permanecería 8 años a cargo del equipo, cambiando para siempre la historia del club. Remodeló al Barcelona casi de arriba abajo, acuñó nuevas expresiones que hicieron fortuna –el entorno- y en un momento dado creó uno de los equipos más espectaculares, radicales y ganadores de la época. El llamado Dream Team había ganado dos ligas consecutivas a comienzos de los 90 y había obligado a Joan Gaspart a probar las frías aguas del Támesis como celebración de la tan ansiada primera Copa de Europa. «¡Ja la tením aquí! exclamaba extasiado el joven recogepelotas de 6 años antes, ahora convertido en icono del nuevo Barcelona. Pero, tanto como se había hecho esperar la esquiva amante, y tan rápido que se fue. Una fría noche de noviembre, la atractiva Orejona abandonaba el lecho del fornido y bello cruyffismo para fugarse con un desconocido, feo y pelín mugriento sujeto llamado “CSKA” y apellidado “de Moscú”. Las dudas asaltaron al bello cruyffismo, pero pronto se recuperó y al año siguiente, cuarta liga mediante, se aprestó a intentar reconquistar a la chica de las orejas grandes.
El Barcelona estaba en el mejor momento de su historia, y cuando fue derrotado por un primo del mugriento CSKA, de nuevo la autoconfianza del cruyffismo volvió a tambalearse. Era el Dinamo de Kiev liderado por Viktor Leonenko. No era un gran equipo, no vayamos a engañarnos, no tenían casi nadaSi por alguna cosa se caracterizó este Barça fue por ser radical en sus concepciones del gran Dinamo de décadas anteriores, ni siquiera al viejo zorro Lobanovskiy. Pero entre el frío y que la escuela soviética, aunque la URSS no existiese ya, siempre tiene calidad, se las habían ingeniado para pintarle la cara a los blaugranas en Kiev. 3-1, con doblete de Leonenko, un delantero que sirvió de enlace entre los Blokhin y Belanov y los Shevchenko y Rebrov. Un Rebrov que, por cierto, fue el acompañante de Leonenko en el Camp Nou. Esta derrota, dudas mediante –el entorno-, pareció despertar a la bestia. Si por algo se caracterizó este Barça de Cruyff fue por ser un equipo radical en sus concepciones: esa defensa de tres relativamente habitual –no por defecto-, esos jugadores técnicamente dotados pero fuera de su posición habitual -Eusebio lateral…-, el desarrollo de la figura del «4»… y la velocidad. Sobre todo la velocidad y verticalidad del equipo. Holandés. Totalmente holandés y setentero. Y en este partido se vio todo elevado a la enésima potencia.
Cruyff salió con Zubizarreta; Ferrer, Koeman y Nadal; Bakero y Guardiola; Goikoetxea, Estebaranz, Beguiristain y Laudrup, con Romario como punta de lanza. El danés y Bakero adelantaron pronto a los catalanes, que salieron arrollando a los ucranianos, gracias a la magnífica labor de Guardiola, que realizó uno de sus mejores partidos con la camiseta blaugrana. Sin embargo, Rebrov, a la media hora, sembró de incertidumbre las gradas del coliseo barcelonista, que con el 2-1 en el entretiempo no tenía nada claro que su equipo pasase a la siguiente eliminatoria antes de la fase de grupos de la recién nacida Champions League. Porque en el formato primigenio, cosas de la UEFA, las eliminatorias iban antes de la liguilla, y luego se saltaba directamente a unas semifinales ridículas a un solo partido y en casa del equipo que liderase cada uno de los dos grupos de cuartos de final.
Cruyff no movió el banquillo y la jugada salió bien, pues Bakero marcó el tercer gol nada más salir del túnel de vestuarios. Con la prórroga más o menos amarrada, la entrada de Amor por Beguiristain dio más control en el medio del campo al equipo, y la remontada se materializó cuando Koeman hizo el cuarto, con 15 minutos todavía por jugarse. El Barcelona no sufrió apenas y completó un partido magnífico, quizá el cúlmen de todo ese ciclo, lo cual es decir mucho. El equipo avanzaría rondas, eliminando al Austria de Viena, el Galatasaray, Spartak y Monaco en la liguilla –al tiempo que conseguía el cuarto entorchado liguero seguido- antes de ser aplastado por el Milan de Fabio Capello en la infausta final de Atenas. Menos de un año después de alcanzar la cima de su juego, el Barça de Cruyff recibía una herida que se tornaría mortal.
Una de las delanteras más infravaloradas vivió su canto del cisne en una remontada histórica.
El fin del Cruyffismo trajo aires de cambio a Barcelona. Robson y Ronaldo fueron las caras visibles del Barça post-Johan. Y con ellos un plantillón. Los protagonistas duraron apenas un año, pero el equipo se mantuvo, y desarrolló un buen juego y resultadosLouis Van Gaal mezcló el talento de su Ajax con Pep, Figo y Rivaldo bajo la guía de otro maestro de la escuela holandesa. Louis Van Gaal había recuperado la Copa de Europa para el Ajax con una generación brillante de jugadores. Muchos de ellos se reunirían con él en Barcelona y junto a Guardiola, Figo y Rivaldo amasarían dos títulos de Liga y una Copa, además de un par de fracasos en la Copa de Europa. En el año 2000, con un formato mucho más cargado de partidos, los blaugranas habían pasado sin excesivas dificultades las dos liguillas que planteaba el torneo antes de pasar a las eliminatorias. El primero de ellos, por cierto, con una magnífica Fiorentina –Batistuta, Rui Costa, Toldo- y el tan venerado Arsenal primigenio de Arsene Wenger, que hizo poco más o menos lo que suele ser habitual en ese equipo, venerado o no: caer eliminado en cuanto se cruza con un equipo serio.
El caso es que, a pesar de una trayectoria irregular en Liga, el Barcelona había logrado plantarse en las eliminatorias por primera vez en el ciclo de Van Gaal. Y el equipo, con la delantera Rivaldo-Kluivert-Figo funcionando a todo trapo, Guardiola llevando la manija –aunque ya Wenger había demostrado que con una marca al hombre era un jugador más bien limitadito-, la polivalencia de Cocu, y una defensa con Frank de Boer, Abelardo y Sergi entre otros, más la seguridad de esa agradable sorpresa que fue Hesp en la puerta, era serio candidato a ganar la Champions. El sorteo deparó al Chelsea. Un Chelsea internacional, liderado por Gianfranco Zola y con Gianluca Vialli en el banquillo. El Chelsea de Flo y Ferrer. En Stamford Bridge, 10 minutos de locura total permitieron a los Blues ponerse con tres goles de ventaja en el marcador. Zola y el noruego Flo estaban volviendo loca a la defensa catalana. Sólo un penalti marcado por Figo permitió albergar esperanzas para la vuelta.
Vialli, ante un Camp Nou abarrotado y con ganas de alentar a su equipo, sacó a su medio campo más defensivo. Dennis Wise, Didier Deschamps, Jody Morris y Roberto di Matteo. Calidad y clase mundial con el francés yFrente al Chelsea, Van Gaal cambió a un 3-4-3 con Rivaldo por dentro el italiano, macarreo del duro con los dos ingleses. Poyet y Petrescu, dos jugadores muy importantes en el equipo se quedaron en el banquillo. Atrás estaba Ferrer, que volvía a casa, junto a Babayaro –un flan- y los rocosos Desailly y Leboeuf. Arriba, el alto y el bajito, Flo y Zola. En el Barça, por muy lejano que nos parezca ese año 2000, aparecía Puyol compartiendo zaga con De Boer, y Xavi estaba en el banquillo, esperando su oportunidad para relevar a Cocu, Guardiola o Gabri. Arriba, el portugués, el holandés y el brasileño, los mercenarios, que todavía no era una película taquillera. El Barça salió a atacar, pero el gol tempranero no llegó y eso apagó al Camp Nou. No fue hasta el minuto 24, que un rebote afortunado en una falta lanzada por Rivaldo propició el gol barcelonista y al mismo tiempo pulsó el botón de switch on a la caldera blaugrana. A partir de ahí, el Barça asedia buscando el segundo y el Chelsea se aplica a la destrucción en el medio del campo, terreno donde Wise y Morris se mueven como pez en el agua.
En el 45, cuando parecía que estaba todo listo para el descanso, una jugada entre Figo y Kluivert permitía al luso marcar el segundo gol. Remontada completada y ahora el Chelsea debía abrirse para intentar marcar el gol que les clasificase. Y el Barcelona, con sus tres ases enrachados, podía hacer sangre. El partido vivió su pequeño anticlímax cuando un error de Hesp permitió a Flo regatear a Puyol y marcar el 2-1 con mucha clase para un jugador tan alto y desgarbado como él. Había que ver cómo reaccionaba el Barça, y no fue hasta bien entrada la segunda parte cuando Dani entró por Zenden y lavó la cara del ataque catalán. Situándose con Kluivert en el doble nueve, fijó a los centrales y permitió que tanto el holandés, como unos Rivaldo y Figo pegadísimos a la cal se moviesen más libremente. Y cabeceó el 3-1 tras un saque de falta de Guardiola, cosa no menos importante. Ese gol espoleó al Barça, que en apenas un suspiro volvía a hacer temblar la portería del Chelsea. Esta vez con un disparo al poste de Rivaldo… fallando un penalti. Se iba a ir a un prórroga que vio a unos Blues colapsados por la fatiga, por el ambiente, por el peso del partido, y a un Barcelona que a toda costa quería pasar a semis. Los goles de Rivaldo de penalti –y expulsión de Babayaro- y Kluivert sellan una noche memorable en Barcelona. Una noche de auténtica Copa de Europa.
Es cierto que ninguna de estas tres remuntadas acabó con un éxito en la mayor competición continental, pero no es menos cierto que pueden y deben servir como ejemplo a un equipo con dudas. Y además, ni Venables, ni Cruyff ni Van Gaal tenían a Messi…
@Cerdido_ 12 marzo, 2013
Por completar el artículo decir que hay dos remontadas justo antes de las que se describen en el artículo: Un 3-0 contra el Ipswich Town en la Uefa del 77 y sobre todo, otro 3-0 al Anderletch en la 79-79, donde estaba el mitazo de Krankl, y que es de verdad la gran super remontada de la historia del Barça porque fue la que valió el título, en la mítica final de Basilea donde Migueli se gano el apelativo de Tarzán jugándola con un hombro dislocado.
Ya, ya se que el artículo hace referencia a remontadas de Copa de Europa pero estas dos, sobre todo la última no se pueden dejar fuera ^^.
Por cierto en el 5-1 al Chelsea ese día estaba yo en el Camp Nou. El increíble fallo de Hesp aún lo tengo en mi retina. Quien sabe si el Barça repetirá mañana ese 3-4-3…