Las máscaras no son habituales en el fútbol. No forman parte de la equipación reglamentaria del jugador y solo se admiten en casos muy concretos. Por norma general tienen que partirte la cara para que puedas llevar una máscara sobre el césped, y quizá por ello sus portadores presentan algunos rasgos comunes como, por ejemplo, el gusto por meter la nariz donde otros no arriesgarían el pie. Martín Palermo, John Terry, Carles Puyol y Christian Stuani son los ejemplos más conocidos de futbolistas enmascarados: dos centrales aguerridos, dos nueves de área y ningún esteta. Cada caso tiene su historia pero el más curioso es el del uruguayo, redescubierto como extremo desde que cubre su faz con una máscara que a simple vista ya se ve distinta a las demás: presenta unos agujeros bastante pequeños para los ojos, se corta recta por arriba, protege la nariz con un saliente triangular, abraza ambos pómulos, rodea toda la oreja y apunta hacia la barbilla en su extremo inferior. El diseño no ofrece ninguna duda: la de Stuani no es una máscara cualquiera. Es una máscara de superhéroe.
Sin máscara, Stuani llevaba un gol y ninguna asistencia.
Cuando Javier Aguirre llegó al Espanyol sorprendió su elección para la delantera. Samuele Longo era el nueve titular de Mauricio Pochettino y una de las escasas notas positivas del primer tramo de la temporada periquita, peroCasi al llegar, Javier Aguirre colocó a Stuani en la alineación Aguirre prefería a Stuani. Entre ambos existía una evidente sintonía futbolística pero no estaba nada claro que el rendimiento del delantero justificara la preferencia del entrenador. Porque Stuani no hizo gran cosa en esos primeros encuentros: destinatario del fútbol directo de los suyos, pocas veces se impuso como receptor y vivió desconectado de un equipo que no encontraba la forma de alcanzar terreno rival. Por entonces no podíamos imaginar que tan solo estábamos contemplando una tapadera, un Stuani vulgar, despojado de sus poderes. También es tímido el alter ego del locuaz Spider-Man y cuesta creer que el más oscuro justiciero se esconda tras la fachada caprichosa y superficial de un playboy multimillonario. Abogados ciegos, periodistas pusilánimes, científicos canijos, oficinistas con bigotillo… el superhéroe esconde su identidad tras la apariencia de un individuo que no parece llamado a protagonizar grandes hazañas, dispuesto a ponerse el traje cuando llegue el momento oportuno.
Acostumbrado al Stuani del área, el entorno periquito no confió demasiado en la ocurrencia de Alfredo Tena, segundo de Aguirre, cuando propuso sacarle como extremo derecho ante el Deportivo. El regreso de Sergio García había mandado al uruguayo al banquillo y la banda no parecía el hábitat adecuado para que recuperara su protagonismo en el equipo. Pero Tena manejaba una información que los demás ignoraban: conocía el secreto de la máscara.
De entrada la acogedora espalda de Evaldo invitaba a pensar en una adecuación circunstancial al rival, y el fútbol ofrecía a Stuani la posibilidad de cobrar cierto sentido como pseudo-extremo limitado aEl gran nivel de Stuani tirado a la banda, toda una sorpresa funciones muy específicas: con un sencillo rol posicional en el inicio de la jugada y cargando el área cuando el balón viviera en el lado opuesto. Pero Stuani tenía su máscara, y no se contentó con un papel menor. A los pocos partidos ya manchaba sus botas de cal. Cogía el balón abajo y devoraba en conducción el carril derecho, recibía en estático y encaraba a su par. Salía por fuera y centraba balones al corazón del área. Se coordinaba con las incorporaciones de Javi López como si lo hubiera hecho toda la vida. Todo sin descuidar su alma de ariete, cargando el área a la menor oportunidad y garantizando sobre la línea de banda el juego directo que no habilitaba como nueve. Y defendiendo, el primero en la presión en campo rival y retornando cuando el contrario cruzaba el mediocampo. Su labor como extremo fue tan sólida que el anterior propietario de la posición, quizá intimidado, demoró su regreso de Sudáfrica y todavía permanece al margen del trabajo cotidiano de un equipo que no conoce la derrota cuando encuentra al superhéroe uruguayo en la derecha.
Con máscara, Stuani lleva 3 goles y 3 asistencias.
Queda preguntarse si los poderes proceden del disfraz o del hombre que lo viste, ya que tras dos meses triunfales Stuani se plantea jugar contra el Atlético a cara descubierta. ¿Podrá el uruguayo asaltar la fortaleza del Cholo Simeone sin su máscara maravillosa? ¿Será este el fin de nuestro superhéroe? ¡Un apasionante duelo contra Filipe Luís y mucho más nos espera en la próxima aventura del asombroso Wingman!
@migquintana 24 febrero, 2013
Tremendo, Marc. Conociéndote, me atrevería a decir que la máscara de Stuani te he dado más felicidad a ti que al propio jugador, Javier Aguirre o la parroquia perica.
A mí lo que más me ha sorprendido es lo mucho que ha aportado en varios aspectos. A ver, cuanto pones ahí a un jugador como Stuani, que como punta es limitadito pero es un perfil interesante, puedes esperar que te aporte un extra en gol, una referencia más en el juego directo y, por como es él, una mayor entrega en la primera presión. Sin embargo, es que Stuani, o su máscara, no se ha quedado ahí, sino que también ha sido capaz de sumar con el balón en los pies, sin él para liberar el espacio a Javi López o, mismamente, en defensa posicional. Y eso, además, se ha visto también numéricamente: de intervenir directamente en 1 gol en 4 meses, a hacerlo en 6 en poco más de 2.
Lo dicho, si esto no se debe a los superpoderes de la máscara -o de la carismática cadencia vocal de su entrenador-, pues tú me dirás…