A Sir Alex Ferguson no le recordaremos por lo estético de sus propuestas. Seguro que ayudará esa imagen que construiremos cuando escuchemos su nombre: la de un señor de rosados mofletes, porosa nariz de punta morada -morado escocés, por supuesto-, canoso cabello y gafas de ver, muy lejanas a la estridencia del siglo XXI. Ayudará recordar su aplauso acompasado tras el grito de gol, con los brazos pegados a sus costillas mientras masca chicle, mientras un salto minúsculo le levanta ligeramente del suelo. Porque, no nos engañemos, si mi vecina se cruzase a Sir Alex Ferguson por la calle paseando al perro, probablemente le evitaría para que no le contase lo bonitos que están los geranios de su terraza, que tan meticulosamente lleva cuidando toda la primavera. No le sentarán tan bien las canas como a Mourinho, ni las corbatas como a Pep, y quizá, su subconsciente, consciente de ello, le ha llevado por el camino de la victoria y por la espalda de lo exquisito. El caso, dirá él, es que sí, con pinta de abuelo jubilado, pero a los 71, 12 puntos por encima del que trata de quitarme mi decimotercera Premier League.
Tras el pinchazo del City en Southampton, el United es líder destacado de la Premier League.
Probablemente la mayor virtud de Ferguson es saber qué puede y qué no puede hacer. Así, paso a paso, ha levantado un gigante como lo es hoy en día el Manchester United. Se ha reinventado muchas veces, y, lo más difícil, siempre ha ganado. La victoria de ayer contra el Everton (2-0) es una más, no será recordada por su contundencia ni por su primor, pero le deja con 12 puntos de margen con 12 partidos por disputarse y, salvo debacle, va a ganar una nueva Premier League. El equipo tenía el miércoles una cita absolutamente vital en el Bernabéu, pero aún así, no reservó demasiada gente importante, aunque se notó que en el segundo tiempo echó el freno y se benefició de una actitud sorprendentemente pasiva de un equipo siempre competitivo como el Everton. Una actitud reservada cuando fue necesaria y un Van Persie decisivo fueron suficiente.
Los dos descansos más importantes fueron los de Carrick y Ferdinand. Sin Carrick, el Manchester United formó un doble pivote con Jones y Cleverley, eso sí, con tareas muy diferentes. Phil Jones se encargó de realizar una vigilancia bastante cercana a Fellaini, protegiendoPhil Jones tenía como tarea tapar a Fellaini y Cleverley ocupó más terreno de juego bien al equipo de las recepciones del belga cerca del área, e incluso, sin dejarle brillar con su poderío aéreo. Jones es un futbolista que en salida de balón no ofrece demasiado porque en manejo de pelota va algo justo, pero tiene anticipación, es muy poderoso en los choques, y tiene muy buena lectura para posicionarse. Para evitar que un rival reciba entre líneas y proteger el frente de los centrales es muy útil, y además tiene recorrido para ayudar arriba, tanto sumando un efectivo con balón, como para robar alto si es necesario. Se fue con molestias, pero fue importante. Cleverley se dedicó a otra cosa. Con Giggs en izquierda de partida, estuvo muy exigido en la ayuda lateral y llegó bien, protegiendo a Evra del uno contra uno -también con la ayuda del inconmensurable Rooney-, mostrando su buena evolución. Cleverley apareció por muchas zonas y le dio bastante al equipo.
En una estructura que, por funciones, obligaba al doble pivote a ser muy móvil, aparecieron Giggs y Rooney. Es evidente que Giggs ya no está para una batalla física continuada, y ha de alejarse de los choques, las conducciones, e incluso, de las obligaciones defensivas.El sacrificio de Rooney, capaz de trabajar en banda y pesar en campo rival, compensó a Giggs Por eso cuando el Manchester United pasaba a fase defensiva, él cubría zonas interiores para evitar un retorno muy largo, y exigía a Cleverley – Rooney a proteger la izquierda. Esto hacía que la recuperación le pillase en zonas centrales, y ahí aún tiene técnica y sobre todo, mucho criterio para saber qué hacer. Desde ahí fue activando a Rooney, a Cleverley de cara o a Van Persie al espacio. La actuación de Giggs se queda corta porque no puede ayudar muchos minutos en esta exigencia, pero intermitentemente deja acciones que ofrecen pura ventaja para sus compañeros. Y, no lo olvidemos, hizo un gol de categoría. Rooney es otra historia. A esa capacidad para leer las circunstancias, y su calidad en un amplísimo abanico de gestos técnicos, se une un sacrificio poco habitual en un hombre de su nivel. Esto le permite que pueda jugar en banda izquierda, ofrezca el trabajo defensivo de un volante en ese carril, y luego sea capaz de descolgarse para pesar en campo contrario. Esto vimos en el segundo tiempo. La verdad es que Rooney es oro puro.
Otro que es oro es Robin Van Persie. Jugando como nueve vive al límite, y su sensibilidad para saber hacia dónde y cómo romper le deja en situaciones de gol una y otra vez. Es cierto que dentro del área es finísimo para atacar el centro lateral y rematar, por lo que es un gran activo en el ataque posicional, pero es que con sitio para romper -como ayer- también rinde porque es un crack orientándose hacia portería. Además, el equipo, por la naturaleza de sus centrales (son bastante mejores defendiendo el área que fuera de ella, y lo son todos los de la plantilla, si no consideramos a Jones central) está cómodo replegando. Ahí, Van Persie puede atacar el espacio y ser decisivo, porque, aunque pierda la carrera en ocasiones, gana tiempo con su orientación y espacio con su técnica. Así llegó el segundo gol, pero es que, antes de esa, tuvo un par de ellas donde el fuera de juego le ganó por poco. Van Persie no sólo es un grandísimo futbolista, sino que además se adapta al dedillo al equipo (repliegue y despliegue más producción lateral con sus extremos en campo contrario). Cierto que ayer Valencia no tuvo su mejor día, pero Nani o Young en cualquier otro momento, y Rafael o Evra dan mucho en los carriles exteriores.
El Everton no pudo repetir su victoria de la primera vuelta en Goodison y no tuvo opción.
El Everton no pudo aprovechar alguna de las debilidades del United, y dejó una actuación algo pobre para lo que suele ser habitual. Desactivado Fellaini, al equipo le faltó algo de poso en campo contrario, y eso que durante el primer tiempo sí produjo algunas ocasiones. Pero fueron a cuenta gotas. Por ejemplo, la debilidad Giggs fue poco explotada, porque Phil Neville, aunque recibió varias veces en campo del United, perdió tiempo por su poca capacidad técnica, y Cleverley y Rooney protegieron la carencia. Lo que terminó de condenar al Everton fue un partido pobre de Mirallas y Pienaar, y es que Osman y Gibson tienen sus virtudes (llegada, disparo), pero no capacidad para, con su técnica, atraer rivales y generar ventajas, A raíz de eso el United estuvo cómodo flotando por los carriles interiores y estando, únicamente, muy pendiente de Fellaini, que varias veces tuvo que ir a pedirla por detrás de la línea de esos dos medioscentros. Tres puntos clave, sin excesiva brillantez, pero basados en un exhaustivo control de recursos propios y momento presente del partido. No sorprende, estilo Ferguson.
@DavidLeonRon 11 febrero, 2013
No pude ver más que un ratito. ¿Volvió a jugar a tope Van Persie? Llevaba unas semanitas medio flojitas después de la salvajada de diciembre y enero que se cascó.
Rooney en cambio ha vuelto muy bien de la lesión. Y si le dejaron 90 minutos después de 90 con Inglaterra es porque se sintió fresco.