Sí, Kaká lo ha vuelto a hacer. Tras meses sin comparecer, en la víspera de los partidos del año ha asomado la cabeza. Contra el Sevilla figuró en el flanco derecho, donde junto a Benzema desbordó al equipo de Unai Emery, con aparente viento a favor. Contra el Rayo trabajó como un niño canterano, y ganó tres o cuatro carreras muy resultonas. Pero bueno, cosas de ésas suyas, de las que ya le dieron oportunidades contra el Lyon de Puel o el Bayern Münich que no supo honrar. Pese a todo, ayer en Riazor sembró la duda. No jugó bien por la baja expectativa. Jugó bien, a secas. Fabulosamente, de hecho.
El aleteo de Kaká bajando a recibir (arriba no pudo hacer nada porque le cubría Higuaín, que ahora mismo es lo peor que puede pasarle a un mediapunta de los que pisan área) fue lo único que expuso el Madrid en una primera parte dominada de principio a fin por el Deportivo de la Coruña. Un Dépor cerrado en un 4+5 que no fue de grandes esfuerzos en la presión o el quite pero sí bastante ordenado; suficiente para dejar al espeso Modric sin líneas de pase, invitar a Di María a su concierto de pases largos a ningún sitio y quitar cuatro o cinco balones a Essien que se transformaron en contras de vértigo. Estuvieron muy bien Abel y Valerón lanzando, y sublimes Riki y Pizzi asesinando. El primero, contra Marcelo y Carvalho. Los superó siempre, siempre. Y el segundo lo emuló en el otro lado ante Arbeloa y un Pepe que fue, con margen, la peor noticia de la noche para el Real. El determinante central no ha llegado a tiempo al Camp Nou. No tiene ritmo competitivo. Está lento.
Khedira, Özil y, sobre todo, Cristiano Ronaldo cambiaron por completo el encuentro.
La mala noticia para el local, que ganaba con coherencia por 1-0, era el banquillo blanco. En el 45 saltaron a calentar Khedira, Mesut Özil y Ronaldo, o lo que es lo mismo, los tres jugadores más en forma del Madrid, que no tardaron mucho en entrar al campo. El primero cerró las salidas del Dépor, que no tuvo ni una más clara. El segundo templó y buscó las bandas, que falta le hacía. Y el tercero es que está en otra luna. Es imparable, y, sin Laure, Manuel Pablo ni Silvio, enfrentó a un Bergantiños, mediocentro de oficio, que se comió el marrón de su vida como lateral de emergencias. Ronaldo metió al Madrid en la frontal del área, y todos pasaron a tocarla más cerca de Aranzubía. Desde Di María, que intentó regatear, que es lo que tiene que hacer, hasta Kaká, que metió un golazo y filtró el pase del 1-2. El efecto óptico hizo pensar que Kaká está fino, preparado para decidir si le llega el balón. Aunque durante su periplo de blanco ya visitó alguna vez este punto, y nunca consumó la sensación. ¿Volverá a caer Mourinho en la tentación del talento? Es casi imposible no hacerlo. Y más aún cuando sus grandes alternativas son el inmóvil Higuaín, el imprevisible Di María y un Modric que comparte las dudas de Busquets, Cesc o Iniesta: las alas, ¿para volar o para cubrirse el pecho? Pecador Luka, porque en su equipo el pecho nunca se lo ha cubierto nadie. No debería dudar. Está nítido.
@DavidLeonRon 24 febrero, 2013
Mucha crítica a Modric veo… a mí me gustó bastante su primera parte. Lo intentó todo y consiguió más cosas de las que desaprovechó.
PD. Kaká en el Camp Nou yo creo que no juega. Y en Old Trafford casi que tampoco, pero tiene más opciones. Ahora mismo mis sensaciones son estas, pero desde luego me puedo equivocar. Ese disparo del 1-1 sigue siendo único. Así llevamos 3 años, cierto, pero puede aparecer y ganarte un título, porque es determinante como pocas cosas.