El Barça se había humanizado. Los años, el cambio de técnico y la pérdida de algún jugador le obligó a modificar su idea original, y pasó a tener la pelota en periodos algo más cortos, a conceder más llegadas al rival y, en general, a controlar menos los juegos. Pero lo de ayer en San Siro fue otra cosa, no la consecuencia de esta adaptación a su nueva realidad. A cambio de lo sacrificado el equipo catalán pasó a tener más ocasiones que nunca, a convertir goles con más facilidad, a darle a la pelota un ritmo superior. El Milan no tuvo noticias sobre ello. Enfrentó a un conjunto lento, estrecho, inofensivo y sin agresividad cuando le tocaba ir hacia atrás. Sin restar un ápice de mérito a los italianos, el duro 2-0 fue producto, sobre todo, del encuentro europeo peor jugado por esta generación de futbolistas azulgranas. El único en el que, en 90 minutos, no vio el gol ni de cerca.
El AC Milan jugó más arriba de lo esperadoNo vimos ninguna gran sorpresa en el once de Allegri. Fue el previsto. Sin embargo, su colocación sí causó más impacto. El habitual 4-3-3 (4-5-1 con El Shaarawy y Boateng abiertos y muy atrás durante la prolongada fase defensiva) se plantó bastante más arriba de lo que cabía esperar, y así aunque cedía la pelota, el Milan no cedía el espacio. El Barça tenía que ganarse llegar a la mediapunta. Fue el primer escollo, y el que más le dolió. Es que no supo hacerlo. Obsesionado con no perder la posesión, el equipo se juntó en el carril central y tomó decisiones que le restaron mucha profundidad, siendo la peor que Iniesta renunciara a su posición de falso extremo izquierdo para relacionarse con el balón en la base, casi a la altura de Xavi. Tal propuesta hacía que el AC Milan no tuviese que girarse nunca. La bola siempre estaba enfrente de sus líneas, ni a un lado ni en sus nucas, y mantener así la organización defensiva era muy sencillo para su 4+5.
Dani Alves y Jordi Alba fueron los únicos que usaron las bandas.
Con tanto pase entre jugador bueno en el carril central, sí que es cierto que el Barça creó algunos espacios en los costados, pero les dio mal uso, tanto por concepto como por contexto. Por concepto porque eran sus laterales en carrera quienes llegaban a ocuparlos, y en jugadas enfocadas a meter el balón al área chica, bien vía centro o pase de la muerte, una parcela en la que los italianos dominaban numéricamente con mucho margen. Por contexto, porque el hecho de tener el balón tan atrás, poco más arriba de la divisoria, obligaba a los culés a dar pases demasiado largos (espesos) y abiertos. Es decir, Alves y Alba no recibían contra un central que acudía a por ellos, sino con el lateral rival bien puesto o, peor aún, con El Shaarawy o Boateng encima de ellos. La entrada al campo de Alexis, que actuó de extremo izquierdo durante 20 minutos, no acarreó nada positivo. Técnicamente estuvo muy flojo. Ni un regate, ni un buen control orientado… Ni una amenaza.
Messi e Iniesta completaron su noche europea más negra.
Pese a no ser lo más habitual, tampoco fue la primera vez en la que el ataque culé palidecía ante una defensa bien organizada. Entonces tiró de dos argumentos distintos. El primero, Messi. Los puristas pudieron criticar su infidelidad al juego de posición, pero dicho modelo existe en pos de dos cosas: crear líneas de pase y espacios. A Leo siempre se le pudo pasar el balón, y los espacios surgían solos. Era tal el miedo a su jugada que atraía rivales cual imán. Los 3 o 4 vs él eran constantes, y así alguien se quedaba solo. Ahora mismo Leo es tan decisivo como se puede ser, marca y asiste por doquier, pero no desequilibra. El ayer genial Ambrosini, o quien tocara, no precisó más ayuda que la normal.
El segundo gran recurso, sepultado en los libros pero feroz y decisivo, fue el contraataque. Corto (tras robo arriba de Busquets) o largo (tras robo bajo de Piqué, Puyol o Abidal). El rival, ilusionado, se lanzaba a la contra, deshacía su estructura, dejaba espacios y perdía el balón. Pase a Messi e historia finiquitada. Ayer, la transición ataque-defensa del Barça fue muy pobre. Es verdad que su ataque le desordenaba a sí mismo y no movía al AC Milan, o sea, el Milan estaba mejor colocado cuando se hacía con la pelota, pero aparte de eso, a los culés les faltó agresividad. Un sensacional Montolivo con balón -ni un pelotazo, todo sacado con pausa y al pie- sacó rédito lógico, pero es que ni siquiera Zapata se vio demasiado forzado a arriesgarlo. Allegri completó su plan defensivo dando a los suyos la tranquilidad para hilar las salidas, y por eso atacó más que el Barça pese a disponer de menos posesión. El Shaarawy, el menos acertado, desperdició varias situaciones de peligro, pero Pazzini -dominando a Piqué- y KP Boateng -dominando a Busquets- fueron una gran vía de escape. Niang, quien cuajó 20 minutos portentosos, aprovechó la brutal descomposición del Barça en el tramo final del encuentro, que bien pudo costarle la eliminatoria. Tan solo Puyol, que no dominó pero salvó un par a su modo, estuvo a la altura. A la que tendrán que igualar el resto de sus compañeros dentro de tres semanas para optar a una remontada muy complicada.
No vendría mal entonces la deseada recuperación de Tito Vilanova. El equipo necesita entender qué le pasó, y una fuente de soluciones más rica sentada en el banquillo. El equipo necesita a su entrenador.
Abel Rojas 21 febrero, 2013
@ Josan
Pues aquí tienes mi visión particular, y seguro que ahora llegan las de la Comunidad entera. Si quieres, te dejo también el programa de ayer, en el que lo analizamos en directo a las 23:00 http://www.ivoox.com/38-ecos-champions-ida-octavo…
@ I am Fernan
Puyol no estuvo perfecto en la jugada del 2-0, es verdad, pero a mí me pareció el nuevo culé que estaba dentro del partido como debía. Sin poder dominar -tampoco creo que se pudiese-, solventó por él mismo varias contras de bastantes peligro del Milan y dio la cara. A mí fue el culé que más me gustó… Los que menos, Jordi Alba y Cesc. Los más más decepciones, Messi e Iniesta, sí.